29 Junio 2011
Hay problemas crónicos que afectan a varios miles de comprovincianos y atentan contra su vida que inexplicablemente no se resuelven. En los departamentos de Leales y Graneros, los tucumanos que consumen de los pozos agua con arsénico se enferman y mueren. Cuando eventualmente el asunto sale a la luz, los gobernantes de turno aseguran que se ocuparán de la cuestión, pero luego todo sigue igual.
En nuestra edición del lunes publicamos una crónica sobre la localidad de Las Ánimas, donde viven unas 50 familias. Está ubicada a ocho kilómetros de La Madrid sobre la desvencijada ruta 308 que conduce al poblado de Árboles Grandes. Adultos, niños, animales y plantas consumen agua contaminada de un pozo comunitario, que está cerca de la escuela y es el preferido de los pobladores . A un costado del caño principal se forma una laguna en la que aplacan la sed los caballos y las cabras. Varios habitantes han muerto y otros se hallan internados en Buenos Aires como consecuencia de este envenenamiento lento.
El hidroarsenicismo crónico regional epidémico (Hacre), descubierto hace varios lustros en el este tucumano, es un síndrome tóxico adquirido por ingesta prolongada de agua con concentraciones de arsénico superiores a 0,08 mg por litro de agua proveniente de pozos.
En varias ocasiones nos hemos referido a este asunto. Por ejemplo, el 10 de septiembre de 1995, LA GACETA dedicó una página a ese "asesino invisible". Decíamos entonces que, de acuerdo con el censo de 1991, alrededor de unas 120.000 personas de esa zona consumían agua con altas concentraciones de arsénico, que son las que se encuentran en las napas superficiales, entre los 5 y 30 m de profundidad. El consumo ininterrumpido a lo largo de muchos años deposita altas concentraciones de arsénico en el organismo. Entre otras dolencias, el Hacre puede ocasionar queratodermias, caída de cabellos, daño miocárdico, gangrena de las extremidades, alteraciones electromiocárdicas, sangrado por lesión del tracto gastrointestinal, neuropatía periférica, angiosarcoma hepático, cirrosis y carcinogénesis en la piel.
En 1998, un investigador de Concepción anunció el descubrimiento de un sistema que permitiría separar el arsénico del agua potable. En 2001, un experto de la Universidad Tecnológica dijo haber llegado a un sistema de muy bajo costo para lograr esa eliminación: su trabajo fue inclusive premiado en un certamen latinoamericano. Y sin duda, dada la abundancia y la variedad de la investigación científica del país, deben haberse señalado también varios otros caminos para liberar a la población de esa agua venenosa. Hubo nuevos estudios en 2007 (estudiantes de Bioquímica del 5º año) y en 2008 (alumnos del instituto Pellegrini, asesorados por docentes de la Facultad de Medicina de la UNT) que reflotaron el tema.
Han transcurrido 20 años desde el censo de 1991 y sólo hay hasta ahora una ley aprobada en marzo pasado que contempla la perforación de casi un centenar de pozos para que 30.000 familias accedan a agua libre de arsénico y una inversión de hasta U$S 20 millones.
No se entiende la insensibilidad con estos comprovincianos que no tienen la suerte de que nuestros gobernantes vivan en el este y deban consumir agua con arsénico. Si así fuera tal vez estos se ocuparían del bien común, aunque más no fuera por una necesidad personal.
En nuestra edición del lunes publicamos una crónica sobre la localidad de Las Ánimas, donde viven unas 50 familias. Está ubicada a ocho kilómetros de La Madrid sobre la desvencijada ruta 308 que conduce al poblado de Árboles Grandes. Adultos, niños, animales y plantas consumen agua contaminada de un pozo comunitario, que está cerca de la escuela y es el preferido de los pobladores . A un costado del caño principal se forma una laguna en la que aplacan la sed los caballos y las cabras. Varios habitantes han muerto y otros se hallan internados en Buenos Aires como consecuencia de este envenenamiento lento.
El hidroarsenicismo crónico regional epidémico (Hacre), descubierto hace varios lustros en el este tucumano, es un síndrome tóxico adquirido por ingesta prolongada de agua con concentraciones de arsénico superiores a 0,08 mg por litro de agua proveniente de pozos.
En varias ocasiones nos hemos referido a este asunto. Por ejemplo, el 10 de septiembre de 1995, LA GACETA dedicó una página a ese "asesino invisible". Decíamos entonces que, de acuerdo con el censo de 1991, alrededor de unas 120.000 personas de esa zona consumían agua con altas concentraciones de arsénico, que son las que se encuentran en las napas superficiales, entre los 5 y 30 m de profundidad. El consumo ininterrumpido a lo largo de muchos años deposita altas concentraciones de arsénico en el organismo. Entre otras dolencias, el Hacre puede ocasionar queratodermias, caída de cabellos, daño miocárdico, gangrena de las extremidades, alteraciones electromiocárdicas, sangrado por lesión del tracto gastrointestinal, neuropatía periférica, angiosarcoma hepático, cirrosis y carcinogénesis en la piel.
En 1998, un investigador de Concepción anunció el descubrimiento de un sistema que permitiría separar el arsénico del agua potable. En 2001, un experto de la Universidad Tecnológica dijo haber llegado a un sistema de muy bajo costo para lograr esa eliminación: su trabajo fue inclusive premiado en un certamen latinoamericano. Y sin duda, dada la abundancia y la variedad de la investigación científica del país, deben haberse señalado también varios otros caminos para liberar a la población de esa agua venenosa. Hubo nuevos estudios en 2007 (estudiantes de Bioquímica del 5º año) y en 2008 (alumnos del instituto Pellegrini, asesorados por docentes de la Facultad de Medicina de la UNT) que reflotaron el tema.
Han transcurrido 20 años desde el censo de 1991 y sólo hay hasta ahora una ley aprobada en marzo pasado que contempla la perforación de casi un centenar de pozos para que 30.000 familias accedan a agua libre de arsénico y una inversión de hasta U$S 20 millones.
No se entiende la insensibilidad con estos comprovincianos que no tienen la suerte de que nuestros gobernantes vivan en el este y deban consumir agua con arsénico. Si así fuera tal vez estos se ocuparían del bien común, aunque más no fuera por una necesidad personal.


















