Por Carlos Páez de la Torre H
06 Octubre 2011
EL INGENIERO LUIS F. NOUGUÉS. El ex gobernador fotografiado en medio de sus cañaverales. LA GACETA / ARCHIVO
En 1910, Jules Huret, periodista de "Le Figaro" de París, visitó el ingenio San Pablo y conversó con su administrador, el ingeniero Luis F. Nougués, ex gobernador de la Provincia. El diálogo consta en el libro de Huret, "De Buenos Aires al Gran Chaco" (1911).
El periodista apuntó que había oído combatir el proteccionismo azucarero. Se decía en Buenos Aires que el azúcar costaría mucho más barato si se lo importase de Europa, y que las actuales barreras aduaneras sólo beneficiaban a treinta industriales.
Nougués replicó con viveza. "Si la Argentina dejara de proteger sus azúcares, el país se dividiría muy pronto en dos. Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y una parte de Córdoba, vivirían perfectamente de la agricultura y la ganadería", mientras Tucumán "quedaría arruinada", y las provincias limítrofes, "cuya población vive de la prosperidad de Tucumán", caerían "en una miseria definitiva".
Añadió: "Aquí hay que trabajar mucho. Esos caballeros de Buenos Aires pueden desenvolver teorías económicas fumando cigarros y sentados en el Jockey Club o en los sillones de sus despachos: sus tierras aumentan de valor, sus animales se alimentan ellos mismos en los prados, los inmigrantes trabajan la tierra para ellos y hacen que crezcan el trigo y el maíz. ¡Eso es cómodo! Pero aquí es producida toda la riqueza por los hijos del país, en las fábricas, canales y plantaciones. Esto se olvida en exceso; como se olvida también que el impuesto pagado por los fabricantes de azúcar constituye casi la mitad de los ingresos provinciales".
El periodista apuntó que había oído combatir el proteccionismo azucarero. Se decía en Buenos Aires que el azúcar costaría mucho más barato si se lo importase de Europa, y que las actuales barreras aduaneras sólo beneficiaban a treinta industriales.
Nougués replicó con viveza. "Si la Argentina dejara de proteger sus azúcares, el país se dividiría muy pronto en dos. Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y una parte de Córdoba, vivirían perfectamente de la agricultura y la ganadería", mientras Tucumán "quedaría arruinada", y las provincias limítrofes, "cuya población vive de la prosperidad de Tucumán", caerían "en una miseria definitiva".
Añadió: "Aquí hay que trabajar mucho. Esos caballeros de Buenos Aires pueden desenvolver teorías económicas fumando cigarros y sentados en el Jockey Club o en los sillones de sus despachos: sus tierras aumentan de valor, sus animales se alimentan ellos mismos en los prados, los inmigrantes trabajan la tierra para ellos y hacen que crezcan el trigo y el maíz. ¡Eso es cómodo! Pero aquí es producida toda la riqueza por los hijos del país, en las fábricas, canales y plantaciones. Esto se olvida en exceso; como se olvida también que el impuesto pagado por los fabricantes de azúcar constituye casi la mitad de los ingresos provinciales".
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