Por Carlos Páez de la Torre H
05 Noviembre 2011
JUAN BAUTISTA ALBERDI. Efigie del prócer en la medalla que acuñó la Biblioteca Alberdi por el cincuentenario de su fundación, en 1953. LA GACETA / ARCHIVO
Durante su breve regreso a la Argentina (setiembre de 1879 a agosto de 1881), Juan Bautista Alberdi redactó el último de sus tres testamentos, el 13 de junio de 1881. Dejaba legados a su ahijada Leonor Borbón; a los hijos de su hermana Tránsito; al sobrino, doctor Luis F. Aráoz; a la hija de otro sobrino, Guillermo Aráoz; a su ahijada Susana Pía Benítez; a Angelina Dauge. A "don Manuel Alberdi, que se firma Alberdi" (sin decir que era su hijo), legaba sus derechos de autor y una tercera parte de lo que quedara después de pagadas sus deudas.
En cuanto a "mis papeles privados", decía, "ruego a mis ejecutores testamentarios se sirvan no permitir que pasen a manos de ninguna persona, que se diga o pretenda ser mi heredera, y aunque fuere realmente, pues no siendo concernientes a negocios de interés material, sino apuntes de interés político, social, científico y amistoso, quiero que después de examinados por mis amigos albaceas, se quemen y destruyan las cartas particulares de modo que el hecho quede probado". Lo que tuviera "algún interés público e histórico", debía depositarse en "archivos de carácter público" del país donde estuvieran.
Los papeles relativos a la familia Aráoz, debían entregarse "a mi ilustre primo el doctor Miguel Moisés Aráoz, obispo de Berissa", para los distribuyera a su criterio entre los parientes. Añadía: "Dejo mis libros de estudio para base de una biblioteca pública, cuya fundación suplico iniciar en Tucumán a mi amigo y sobrino, el doctor Luis Aráoz", quien debía obrar con el consejo del pariente obispo.
En cuanto a "mis papeles privados", decía, "ruego a mis ejecutores testamentarios se sirvan no permitir que pasen a manos de ninguna persona, que se diga o pretenda ser mi heredera, y aunque fuere realmente, pues no siendo concernientes a negocios de interés material, sino apuntes de interés político, social, científico y amistoso, quiero que después de examinados por mis amigos albaceas, se quemen y destruyan las cartas particulares de modo que el hecho quede probado". Lo que tuviera "algún interés público e histórico", debía depositarse en "archivos de carácter público" del país donde estuvieran.
Los papeles relativos a la familia Aráoz, debían entregarse "a mi ilustre primo el doctor Miguel Moisés Aráoz, obispo de Berissa", para los distribuyera a su criterio entre los parientes. Añadía: "Dejo mis libros de estudio para base de una biblioteca pública, cuya fundación suplico iniciar en Tucumán a mi amigo y sobrino, el doctor Luis Aráoz", quien debía obrar con el consejo del pariente obispo.























