La gestión de Avellaneda

Un juicio del diario "El Nacional", en 1880.

NICOLÁS AVELLANEDA. Plaqueta acuñada en Tucumán, en 1912, para la piedra fundamental del monumento que se proyectaba erigir en la plaza Independencia. LA GACETA / ARCHIVO NICOLÁS AVELLANEDA. Plaqueta acuñada en Tucumán, en 1912, para la piedra fundamental del monumento que se proyectaba erigir en la plaza Independencia. LA GACETA / ARCHIVO
Durante la presidencia del tucumano Nicolás Avellaneda, "se han resuelto gravísimas cuestiones de organización nacional; se ha hecho una gran conquista de territorio para la civilización, y se han eliminado dificultades internacionales que amedrentaban el espíritu en los primeros años de su gobierno". Así iniciaba "El Nacional" -por entonces el diario más importante de Buenos Aires- su artículo "El gobierno que se va", en la edición del 12 de diciembre de 1880.

"Y todavía los que vengan después de nosotros, tendrán en cuenta que ha mantenido el crédito nacional en el exterior, salvando crisis formidables en que de todos lados se le exigía que capitulara con la necesidad y declarara a la república en bancarrota. Y que, en los últimos días de su gobierno, ha corrido las aventuras de la guerra para salvar la autoridad que debía entregar a su sucesor", agregaba el artículo.

"El Nacional" recordaba que en 1874 Avellaneda asumió en medio de una revolución, y que ahora, en 1880, debió afrontar otra. "Nuestra historia contará un día que las más poderosas insurrecciones de la República Argentina fueron sofocadas y vencidas por un presidente contra quien se formulaba, como cargo principal, la debilidad constitucional y orgánica de su gobierno".

En esta doble prueba, decía, Avellaneda demostró que no admitía "las pasiones acerbas que envenenan el alma durante la lucha, o la incitan a la venganza después de la victoria". Es más: "si su administración no concluyera hoy día, dentro de un año los insurrectos ocuparían alguno de los ministerios".

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