Bayer se emocionó: otra biblioteca lleva su nombre

Se inauguró ayer en Villa Luján. Cerca de 200 personas escucharon al escritor y periodista. Firme defensa de los pueblos originarios

AGRADECIDO. Osvaldo Bayer dijo que lo trataron demasiado bien. LA GACETA / FOTO DE HECTOR PERALTA AGRADECIDO. Osvaldo Bayer dijo que lo trataron "demasiado bien". LA GACETA / FOTO DE HECTOR PERALTA
21 Noviembre 2011
Son seis las bibliotecas populares que llevan su nombre, aunque el empeño que le puso al discurso hubiese hecho pensar que esta es la primera. Entró despacito, con sus 84 años y un pequeño portafolios a cuestas. Subió al escenario y pidió que calmaran los aplausos para seguir escuchando la orquesta del barrio Juan XXIII. Se fascinó con los chicos que hacían música. En el Club Instituto Oeste, de Villa Luján, hay una nueva biblioteca abierta para todos los tucumanos. La fundaron los integrantes de la Juventud Justicialista Libertaria (JJL), agrupación política que tiene poco más de un año de vida. Como en otros cinco lugares de la Argentina, ellos decidieron bautizarla Osvaldo Bayer. Con una buena bebida en el vaso, tras una larga presentación, besos y abrazos; para Bayer fue tiempo de darle duro al micrófono en la sede de Don Bosco 2.955.

"Viví desde los 40 días hasta los cuatro años en Tucumán. Recuerdo la calle La Madrid; una plaza; doña Josefa, que siempre nos llevaba empanadas; los carros que pasaban llenos de caña de azúcar... Qué calidad de vida Tucumán. Luchen por conservar todo esto, las plazas verdes, la alegría de los niños", destacó el escritor, historiador y periodista. Fueron varios los asistentes que quedaron sorprendidos con el dato.

Lo que siguió después fue una conferencia sobre historia argentina, plagada de detalles muy particulares. "Nuestro país abolió la esclavitud en 1813, pero si uno agarra los diarios de 1879 puede ver que con (Nicolás) Avellaneda y (Julio Argentino) Roca la esclavitud había vuelto: se publicaban avisos de reparto de esclavos a las familias que así lo solicitaran. Les daban un indio de la Patagonia, una china como sirvienta y un chinito como mandadero. Eso nunca se nos enseñó y frente a la Casa de Gobierno, en Buenos Aires, sigue en pie uno de los monumentos más grandes del país a Roca. Un monumento a un genocida", reflexionó el autor de "La Patagonia rebelde".

Iniciativas

A partir del análisis de documentos de la época, Bayer impulsó varias iniciativas en todo el país para cambiar de nombre calles y lugares públicos que lleven el nombre de personalidades que el revisionismo histórico comenzó a cuestionar. "Le envié una carta al intendente de la Ciudad de Buenos Aires, el señor (Mauricio) Macri, para proponerle que en lugar del monumeno a Roca se construya uno en honor a la mujer de los pueblos originarios, en cuyo vientre nació el criollo portador de los ideales de Mayo. Me contestó que no iba a hacer nada en ese sentido porque ?en historia hay que mirar para adelante?. Le agradecí su respuesta y le hice saber lo profundo de su reflexión, pero le dije que el hecho de que ese monumento permaneciera ahí equivale a que volvamos a levantar los monumento a Hitler en Alemania, destruidos después de la guerra", deslizó.

Habló de todo: del reparto desigual de la tierra Argentina, de las guerras que terminaron con los pueblos originarios y también se animó a contar algunas anécdotas: "En 1963 me invitaron a la ciudad de Rauch a dar una conferencia. Rauch fue el militar contratado por el gobierno de Rivadavia para aniquilar a los indios ranqueles, en 1826. En la conferencia lo único que hice fue leer los documentos del coronel, en los que había cosas como ?para ahorrar balas, hoy degollamos a tantos salvajes?; después propuse a la gente del pueblo que pidan cambiar el nombre de la ciudad y ponerle el de Arbolito, el indio que mató a ese genocida. Pero terminé preso", relató.

Las más de 200 personas no querían que terminara la charla, pero llegó la reflexión final: "hay que seguir en la lucha, nos falta mucho. Hay que democratizar la democracia. Porque mientras en este país haya una villa miseria, una familia sin techo, gente sin trabajo o chicos con hambre, no podremos hablar de una verdadera democracia".

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