Por Carlos Páez de la Torre H
05 Diciembre 2011
EN LA CATEDRAL. A ambos costados de la imagen del patrono San Miguel, están las de los vicepatronos San Simón y San Judas Tadeo. LA GACETA / ARCHIVO
En 1818, la provincia de Tucumán estaba afectada por una "extraordinaria seca". Por eso, el 2 de febrero el Cabildo resolvió invocar a "los Santos Vicepatronos San Simón y San Judas", a fin de que "inclinando la piedad del Autor de todo ser, nos conceda lluvias saludables en la ciudad y la campaña". Se rezaría, entonces, una novena a los santos referidos, con misa solemne, a la que asistirían los cabildantes y todo el vecindario. Durante esas horas, "toda tienda y pulpería se tendrá cerrada, bajo la multa de 4 pesos".
Un acta posterior, del 14 de febrero, da cuenta de un incidente en la novena. El Síndico Procurador, Salvador de Alberdi, informó que "con no poco escándalo", había observado que durante esa función, el Regidor Juez de Policía, don José Vicente Torres, no quiso "recibir la paz en el acto en que se suministra a dicho magistrado".
Y que eso significaba "ponerse a la expectación el pueblo concurrente", y hacer "no poco desprecio al lugar sagrado y a la representación y decoro con que deben manejarse los Señores Capitulares, cuando en forma de ciudad se reúnen en esta y otras concurrencias". Entendía Alberdi que había que "remediar el desacato que se reclama".
Oído esto, los cabildantes recordaron "que el hecho a que se refiere el Caballero Síndico Procurador es constante", y que por ello Torres ya había sido "reconvenido". Acordaron que "al efecto de tomar las necesarias medidas, se sacase testimonio de esta acta y que, en su consecuencia, el señor Alcalde de Primer Voto levantase sumaria información del hecho". Pero no hay constancia en las actas de que el asunto hubiera pasado a mayores.
Un acta posterior, del 14 de febrero, da cuenta de un incidente en la novena. El Síndico Procurador, Salvador de Alberdi, informó que "con no poco escándalo", había observado que durante esa función, el Regidor Juez de Policía, don José Vicente Torres, no quiso "recibir la paz en el acto en que se suministra a dicho magistrado".
Y que eso significaba "ponerse a la expectación el pueblo concurrente", y hacer "no poco desprecio al lugar sagrado y a la representación y decoro con que deben manejarse los Señores Capitulares, cuando en forma de ciudad se reúnen en esta y otras concurrencias". Entendía Alberdi que había que "remediar el desacato que se reclama".
Oído esto, los cabildantes recordaron "que el hecho a que se refiere el Caballero Síndico Procurador es constante", y que por ello Torres ya había sido "reconvenido". Acordaron que "al efecto de tomar las necesarias medidas, se sacase testimonio de esta acta y que, en su consecuencia, el señor Alcalde de Primer Voto levantase sumaria información del hecho". Pero no hay constancia en las actas de que el asunto hubiera pasado a mayores.























