29 Febrero 2012
UN PRODIGIO. Magliani comenzó a tocar el piano a los 5 años. LA GACETA / FOTO DE ARCHIVO
Fue uno de los motores de la vida musical tucumana, aunque en sus últimos años se sentía olvidado. "A veces uno se siente poco apreciado, una suerte de ingratitud. Pero claro, es normal, cuando pasan los años...", dijo en su última entrevista con LA GACETA, el 5 de febrero de 2006. El lunes, el pianista, músico y docente Mario Magliani murió a los 87 años.
Había nacido en 1925 en Pésaro, la ciudad italiana que dio a luz al gran Rossini, y fue un niño prodigio. Comenzó a tocar el piano a los 5 años y no paró más. Él subestimaba esa situación. "No era para tanto, di conciertos entre los 5 y 7 años en lugares de beneficencia, en escuelas. No era un supergenio; aunque me decían enfant prodige, nunca fue algo notable, en gran escala. Mi vida artística empezó durante la Segunda Guerra", solía decir. Estuvo en la resistencia y luego, cuando llegó a la Argentina, tuvo una destacada actuación. No sólo en los escenarios, sino también en la docencia. Se afincó en Tucumán y, casi de inmediato, comenzó su tarea docente. Fue profesor en la Escuela de Música de la UNT y vocal del Consejo Provincial de Difusión Cultural. Participó en la organización de seis Septiembres Musicales y fue uno de los organizadores del Primer Congreso de Educación Musical del NOA y del Simposio de Compositores Argentinos. "La música siempre me gustó porque me dio grandes satisfacciones. Sentía más placer en tocar que en escucharla, pero ahora es al revés, porque ya no toco casi nada. Con los años uno pierde vigor, empuje, incluso hasta el placer de tocar", había confesado en 2006.
Había nacido en 1925 en Pésaro, la ciudad italiana que dio a luz al gran Rossini, y fue un niño prodigio. Comenzó a tocar el piano a los 5 años y no paró más. Él subestimaba esa situación. "No era para tanto, di conciertos entre los 5 y 7 años en lugares de beneficencia, en escuelas. No era un supergenio; aunque me decían enfant prodige, nunca fue algo notable, en gran escala. Mi vida artística empezó durante la Segunda Guerra", solía decir. Estuvo en la resistencia y luego, cuando llegó a la Argentina, tuvo una destacada actuación. No sólo en los escenarios, sino también en la docencia. Se afincó en Tucumán y, casi de inmediato, comenzó su tarea docente. Fue profesor en la Escuela de Música de la UNT y vocal del Consejo Provincial de Difusión Cultural. Participó en la organización de seis Septiembres Musicales y fue uno de los organizadores del Primer Congreso de Educación Musical del NOA y del Simposio de Compositores Argentinos. "La música siempre me gustó porque me dio grandes satisfacciones. Sentía más placer en tocar que en escucharla, pero ahora es al revés, porque ya no toco casi nada. Con los años uno pierde vigor, empuje, incluso hasta el placer de tocar", había confesado en 2006.
NOTICIAS RELACIONADAS



















