09 Mayo 2012
Un morocho alto, desgarbado, con cara de atorrante. Un papá que volvía fundido del trabajo para jugar ajedrez con sus hijos. Un estudiante rebelde del Colegio Nacional de Buenos Aires, al que repudió a viva voz en cuanta ocasión tuvo. Un salteño que hizo simbiosis con la vida porteña. El íntimo de Alejandro Dolina, el tío postizo de los hijos del "Negro" Fontanarrosa, el maestro de miles de dibujantes en todo el país. La muerte de Carlos Loiseau, a sus 63 años, se lleva no sólo al ilustre creador de Clemente, sino a una figura de múltiples facetas, todas entrañables.
El humorista gráfico falleció ayer en el Instituto de Diagnóstico, adonde había sido internado por un cáncer. Nacido en Salta, en 1948, muy pronto se mudó a Adrogué, Buenos Aires, cuyos vecinos fueron los primeros testigos de su talento para el dibujo. Con tintes irónicos y reflexivos, sus primeros trabajos se publicaron en Tía Vicenta. "Sólo en dos números, porque el segundo decreto de Onganía ordenó cerrar la revista", comentó él.
Después de dibujar para Panorama, Siete Días, Satiricón y Primera Plana, entre otras publicaciones, ingresó a Clarín en 1968. El diario, que hasta entonces compraba tiras de humor extranjeras, había decidido reformular su contratapa con viñetas realizadas por argentinos. "Me pidieron que convocara a más dibujantes jóvenes. Llamé a Fontanarrosa, Crist, Bróccoli y, tiempo después, a Trillo y Altuna, que hicieron 'El Loco Chávez'", recordó Caloi durante el discurso que dio en la Legislatura porteña, cuando fue nombrado Ciudadano Ilustre.
Un arma expresiva
El fallecimiento del artista tuvo una amplia repercusión tanto entre el público como en los medios, que acudieron a otros dibujantes para recordarlo. "Es una desaparición terrible. Su obra forma parte de la cultura popular y quedará en la memoria. Pasa lo mismo que con Fontanarrosa: siempre vas a poder abrir sus libros y reírte. Dejar sonrisas es una herencia muy difícil de igualar", indicó Roberto Altuna. "Le aportó al humorismo gráfico una mirada muy porteña y rea. Podía generar cosas muy piolas, como el espejito retrovisor que tenía Clemente cuando iba al psicoanalista", indicó Rudy, quien también destacó el aporte del ciclo televisivo "Caloi en su tinta", desde donde divulgaba cortometrajes artísticos de animación e historietas.
"Al humor no hay que limitarlo; debe ser un arma expresiva y, como tal, tocar distintos temas", decía Caloi, objetivo que llevó siempre a la práctica. Eso lo ha colocado, ya hace mucho tiempo, en la galería de los más grandes dibujantes argentinos.
El humorista gráfico falleció ayer en el Instituto de Diagnóstico, adonde había sido internado por un cáncer. Nacido en Salta, en 1948, muy pronto se mudó a Adrogué, Buenos Aires, cuyos vecinos fueron los primeros testigos de su talento para el dibujo. Con tintes irónicos y reflexivos, sus primeros trabajos se publicaron en Tía Vicenta. "Sólo en dos números, porque el segundo decreto de Onganía ordenó cerrar la revista", comentó él.
Después de dibujar para Panorama, Siete Días, Satiricón y Primera Plana, entre otras publicaciones, ingresó a Clarín en 1968. El diario, que hasta entonces compraba tiras de humor extranjeras, había decidido reformular su contratapa con viñetas realizadas por argentinos. "Me pidieron que convocara a más dibujantes jóvenes. Llamé a Fontanarrosa, Crist, Bróccoli y, tiempo después, a Trillo y Altuna, que hicieron 'El Loco Chávez'", recordó Caloi durante el discurso que dio en la Legislatura porteña, cuando fue nombrado Ciudadano Ilustre.
Un arma expresiva
El fallecimiento del artista tuvo una amplia repercusión tanto entre el público como en los medios, que acudieron a otros dibujantes para recordarlo. "Es una desaparición terrible. Su obra forma parte de la cultura popular y quedará en la memoria. Pasa lo mismo que con Fontanarrosa: siempre vas a poder abrir sus libros y reírte. Dejar sonrisas es una herencia muy difícil de igualar", indicó Roberto Altuna. "Le aportó al humorismo gráfico una mirada muy porteña y rea. Podía generar cosas muy piolas, como el espejito retrovisor que tenía Clemente cuando iba al psicoanalista", indicó Rudy, quien también destacó el aporte del ciclo televisivo "Caloi en su tinta", desde donde divulgaba cortometrajes artísticos de animación e historietas.
"Al humor no hay que limitarlo; debe ser un arma expresiva y, como tal, tocar distintos temas", decía Caloi, objetivo que llevó siempre a la práctica. Eso lo ha colocado, ya hace mucho tiempo, en la galería de los más grandes dibujantes argentinos.
Lo más popular






















