Por Fernando García Soto
21 Mayo 2012
Finalmente, el dato más esperado en el sector azucarero argentino se conoció por estos días. La Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc) difundió el informe satelital y de campo que realiza cada inicio de zafra, con los cálculos de producción de azúcar para la campaña. Los valores que arrojó el estudio superan las previsiones iniciales que habían formulado algunos factores de la actividad, en general bastante pesimistas a causa de la intensa sequía que afectó la caña y otros cultivos tucumanos durante la última primavera-verano. Pero no por ello dejan de ser importantes las pérdidas estimadas, sin contar que todavía tiene que pasar el período de heladas, que en las últimas temporadas viene mostrando "asistencia perfecta" en nuestra provincia. La que no es perfecta es la relación entre los azucareros, justo en un período delicado, en que se necesita inteligencia, sabiduría y equilibrio para manejar un año que se presenta crítico.
En lo que sí coincidieron la Eeaoc y los azucareros que venían analizando el alcance de la reciente sequía es en la similitud de la gravedad de este fenómeno climático con el peor que se recuerda, en 1989, cuando la falta de lluvias diezmó la producción de caña de esa campaña. En concreto, la Eeaoc pronosticó que si el proceso productivo fuera impecable, sin heladas, sin lluvias y sin problemas de ningún tipo (falta de gas, paros, o lo que fuera), los 15 ingenios tucumanos estarían en condiciones de elaborar 1,29 millón de toneladas de azúcar, unas 100.000 toneladas por encima de los resultados de la molienda 2011, cuando la caña resultó fuertemente afectada por las heladas. El año pasado, la Eeaoc había calculado que Tucumán podría producir 1,574 millón de toneladas de azúcar, pero a causa de las bajas temperaturas sólo se obtuvieron 1,199 millón de toneladas, lo que significa una pérdida de nada menos que 375.000 toneladas del endulzante. Si se repitiera el escenario negativo de 2011 -con el adicional de los efectos de la sequía, ya medidos-, los ingenios tucumanos alcanzarán un volumen de 1,09 millón de toneladas de azúcar.
Con los números en la mesa, están dadas las condiciones para que los industriales azucareros y los cañeros definan los propósitos para la presente zafra, con los ojos puestos en que la oferta debe ser equiparable a la demanda, si es que se quiere que el negocio azucarero sea realmente un negocio. Caso contrario, se repetirá lo ocurrido en el último año azucarero, cuando por motivos diversos había en las góndolas más azúcar que la que los argentinos consumen, y se desplomó el precio. La aventura de desequilibrar el mercado interno azucarero les costó -y les sigue costando- mucho dinero a los azucareros y a Tucumán como principal provincia productora del endulzante. El problema es que las decisiones a veces provienen de grupos empresarios muy allegados al Gobierno nacional, que tal vez prefieren sacrificar rentabilidad y no la cercanía al calor oficial.
El problema es que la negociación para dar equilibrio al mercado debe darse entre dos facciones que actúan más como adversarios que como componentes de un mismo sector económico. Para empezar, casi no hay diálogo entre los industriales azucareros de Tucumán, ni con sus pares de Jujuy y Salta, y mucho menos con los cañeros. Para colmo, en la temporada pasada hubo ingenios de todo el país que no cumplieron sus compromisos de exportación, pese a haberles retenido el azúcar correspondiente a ese fin a los cañeros. Entonces, les pagaron valores inferiores a los del mercado interno, y encima volcaron esa producción a la plaza nacional, destruyendo el precio. Habrá que trabajar mucho para que se reinstaure la confianza perdida entre ambos grupos.
En lo que sí coincidieron la Eeaoc y los azucareros que venían analizando el alcance de la reciente sequía es en la similitud de la gravedad de este fenómeno climático con el peor que se recuerda, en 1989, cuando la falta de lluvias diezmó la producción de caña de esa campaña. En concreto, la Eeaoc pronosticó que si el proceso productivo fuera impecable, sin heladas, sin lluvias y sin problemas de ningún tipo (falta de gas, paros, o lo que fuera), los 15 ingenios tucumanos estarían en condiciones de elaborar 1,29 millón de toneladas de azúcar, unas 100.000 toneladas por encima de los resultados de la molienda 2011, cuando la caña resultó fuertemente afectada por las heladas. El año pasado, la Eeaoc había calculado que Tucumán podría producir 1,574 millón de toneladas de azúcar, pero a causa de las bajas temperaturas sólo se obtuvieron 1,199 millón de toneladas, lo que significa una pérdida de nada menos que 375.000 toneladas del endulzante. Si se repitiera el escenario negativo de 2011 -con el adicional de los efectos de la sequía, ya medidos-, los ingenios tucumanos alcanzarán un volumen de 1,09 millón de toneladas de azúcar.
Con los números en la mesa, están dadas las condiciones para que los industriales azucareros y los cañeros definan los propósitos para la presente zafra, con los ojos puestos en que la oferta debe ser equiparable a la demanda, si es que se quiere que el negocio azucarero sea realmente un negocio. Caso contrario, se repetirá lo ocurrido en el último año azucarero, cuando por motivos diversos había en las góndolas más azúcar que la que los argentinos consumen, y se desplomó el precio. La aventura de desequilibrar el mercado interno azucarero les costó -y les sigue costando- mucho dinero a los azucareros y a Tucumán como principal provincia productora del endulzante. El problema es que las decisiones a veces provienen de grupos empresarios muy allegados al Gobierno nacional, que tal vez prefieren sacrificar rentabilidad y no la cercanía al calor oficial.
El problema es que la negociación para dar equilibrio al mercado debe darse entre dos facciones que actúan más como adversarios que como componentes de un mismo sector económico. Para empezar, casi no hay diálogo entre los industriales azucareros de Tucumán, ni con sus pares de Jujuy y Salta, y mucho menos con los cañeros. Para colmo, en la temporada pasada hubo ingenios de todo el país que no cumplieron sus compromisos de exportación, pese a haberles retenido el azúcar correspondiente a ese fin a los cañeros. Entonces, les pagaron valores inferiores a los del mercado interno, y encima volcaron esa producción a la plaza nacional, destruyendo el precio. Habrá que trabajar mucho para que se reinstaure la confianza perdida entre ambos grupos.