26 Octubre 2012
En cada despedida se le escapan un par de lágrimas. Pero es normal, el único hijo varón dejó el capullo a los 17 (cuando se fue a probar suerte en lo que más le gustaba) y su profesión no le deja mucho tiempo para viajes familiares. "Es lo que él eligió y todo fue por una buena causa: se fue al lugar donde todos se mueren por estar", dice Ana, la mamá de Juan Martín, que ya tiene 22 y carga con un debut en la Primera de Boca sobre su espalda.

Según ella, los logros del joven delantero fueron puro esfuerzo. "Él lo hizo todo solo. A nosotros nos quedó aportar nuestro granito de arena en la parte afectiva", cuenta, con todo el amor de una madre bien orgullosa. Y eso que el hombrecito hasta cambió la filosofía deportiva del hogar: "acá era todo rugby y hockey. Pero ahora estamos atentos a todo lo que él haga desde allá", dice "Anita". "Juanma" no es de hablar demasiado. Por ahí le gana la timidez, y por eso en casa a veces se enteran de sus novedades por en las noticias, antes que él mismo pueda contárselas.

Ana es la voz cantante en la casa de los Imbert cada vez que se habla del hijo futbolista. "Le tocó estar en un club donde todo es muy duro, pero eso hace que las recompensas sean aún mayores", explica, valorando todo por partida doble. Y está bien.

Sin embargo, antes que cualquier logro o título soñado, Ana deja en claro las prioridades: "lo primero es ser buena persona y buen compañero. Así se le abrirán las mejores puertas".

Juan cumple la primacía con creces. ¿Y el fútbol? Le sobra, por eso su futuro es tan alentador.

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