Rugby para todos

Chicos humildes conocen el rugby gracias a una idea ejemplar.

UNA ESCENA DIFERENTE. Donde antes había taco y gambeta, hoy se ven tackles y hand-offs.LA GACETA / FOTO DE ANALIA JARAMILLO UNA ESCENA DIFERENTE. Donde antes había taco y gambeta, hoy se ven tackles y hand-offs.LA GACETA / FOTO DE ANALIA JARAMILLO

La canchita de Colombia y Saavedra es un potrero como todos: arcos de madera sin redes, terreno difícil y desnivelado, pasto seco y esporádico, iluminación prestada de la calle. Pero dentro de sus imaginarias líneas de cal pasa algo muy grande. Tanto que a los cinco minutos ya es imposible no advertir su magnitud. Los sábados por la mañana deja de ser un potrero de fútbol para convertirse en uno de rugby, donde los chicos del barrio aprenden reglas de juego y de convivencia.

Todo nació con un café entre amigos. Gerardo Blanche, Mariano Argüello y Javier Villafañe tuvieron la idea de difundir el rugby enseñándolo gratis en algún barrio humilde, y comenzaron a caminar buscando el lugar. Y lo encontraron en Barrio Echeverría.

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"Cuando vimos la canchita supimos que ése era el lugar. Antes habíamos pensado en una iglesia, pero no queríamos dejar afuera a chicos que tal vez fueran de otras religiones", cuenta Javier.

Ya con lugar fijo, los tres caminaron el barrio tirando panfletos puerta por puerta. Aunque la desconfianza propia de un tiempo y un lugar donde ya nadie regala nada le añadió dificultad a lo que ya era difícil. "El primer día vinieron apenas cuatro chicos. Pero dijimos bueno, ya estamos acá, le pongamos ganas", relata Mariano. La perseverancia dio sus frutos: con el tiempo se fue corriendo la voz, y empezaron a llegar uno detrás de otro.

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"Esta iniciativa lleva el nombre de 'Pro Rugby'. Todavía no pensamos un nombre para el equipo, pero eso es lo de menos. Acá lo importante es enseñarles cosas y mantenerlos alejados de los vicios", expresa Gerardo, agitado luego de arbitrar un mini-partido de los chicos.

Mariano le agrega agua al concepto. "El objetivo es difundir el rugby en estos lugares, donde casi no se lo conoce. Y también sacarlos un poco de la casa, porque muchos de ellos viven en situaciones familiares difíciles y queremos que se despejen la cabeza, que descarguen todo acá".
Botines nuevos

Carlitos tiene nueve años y no habla mucho, pero la sonrisa que tiene cuando corre con la ovalada en las manos deja ver lo mucho que le gusta este nuevo juego. Esa felicidad fue la que empujó a su mamá a comprarle botines nuevos apenas empezó a jugar.

"Es muy lindo lo que hace esta gente", expresa Cinthia Acuña, mamá de Carlitos. "Al principio no lo trajimos por desconfianza, pero después conocimos a los que les enseñan, y desde entonces no falta ningún sábado. Ojalá se sigan sumando chicos y los padres también participen", anhela.

Mientras su retoño sigue enfrascado en lo suyo, Gerardo explica el porqué de una acción tan desinteresada. "¿Ganamos algo? No. Esto nos lleva tiempo y nos cuesta dinero, pero disfrutamos de hacerlo. El rugby nos enseñó a dar una mano al que lo necesita, y acá estamos".

"Queremos mantener esto fuera del ámbito político. Sabemos que mucha gente de este lugar está vinculada a algún partido y no queremos que esa sea una razón para no mandarlos. Nuestro anhelo es que esto sea para todos, incluso para los que no son de este barrio", convoca Javier. 
Mariano, que también entrena infantiles en Lawn Tennis, comparte un sueño con los otros dos: "la idea es algún día armar una Fundación, para que estos chicos puedan participar de algún torneo. Y que ellos puedan decirse a sí mismos: mirá lo que logramos. Sería increíble".

En la canchita de Colombia y Saavedra tal vez no abunde el pasto, pero sobran las ganas de tirarse al suelo. Están invitados a verlo.

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