Las esposas de los candidatos tienen perfil propio en la puja

Michelle Obama es una de las principales interlocutoras con la minoría negra, y Ann Romney demuestra que los ricos también sufren

06 Noviembre 2012

Todd Feathers - Agencia DPA

WASHINGTON.- La abogada criada en el sur de Chicago y la acaudalada madre dedicada a su hogar no podrían ser más distintas en el terreno político, pero Michelle Obama y Ann Romney tienen algo en común: han sido indispensables en la carrera electoral de sus respectivos maridos.

Michelle, de 48 años, esposa del presidente demócrata Barack Obama, comenzó su camino a convertirse en primera dama de EEUU en un departamento de cuatro ambientes en el sur de Chicago, predominantemente negro. Su madre era secretaria y su padre trabajaba en una planta de tratamiento de aguas, y sus orígenes que se remontan a los esclavos del sur de Estados Unidos. Se graduó en la Universidad de Princeton y en la Facultad de Derecho de Harvard, para iniciar una carrera como abogada y trabajar en la alcaldía de su ciudad.

Ann, de 63 años, esposa del candidato republicano Mitt Romney, se crió en Bloomfield Hills, Michigan. Su padre fue un empresario exitoso, autodidacta y alcalde a tiempo parcial de la ciudad. Se graduó en la Universidad Brigham Young de la Iglesia mormona en francés y crió cinco hijos, antes de que se le diagnosticara esclerosis múltiple.

En campaña se demostró que sus participaciones eran muy bien recibidas. Una encuesta de The Washington Post-ABC News reveló que la aprobación de Obama era del 69% y que la de Romney era del 52%, ambas por encima de sus parejas.

Ambas apelan a grupos esenciales dentro de sus respectivos partidos y se dedicaron a humanizar a sus esposos, que con frecuencia son acusados de ser distantes y no tener contacto con los votantes. Obama tomó la delantera al dirigirse a los votantes afroamericanos en 2008 y continúa siendo elegida como la voz para llegar a ellos en 2012. Le reconocen un discurso sincero y su habilidad para vincularse con los votantes de la clase trabajadora.

Estrategas republicanos dijeron que la lucha personal de Romney contra la esclerosis múltiple y su "acero" interior eran claves para que su esposo convenza a los votantes indecisos. Cuando se dijo que ella no había trabajado "ni un día de su vida", la aspirante a primera dama convirtió el ataque en un argumento a su favor, con entrevistas donde explicó las dificultades que atravesó. Y a la crítica por gastar U$S 77.000 en el cuidado y alimentación del caballo con el que compitió en los Juegos Olímpicos de Londres, respondió que montarlo forma parte de su terapia.

Sus descripciones de los tiempos "oscuros" que atravesó su familia cuando la enfermedad la obligó a permanecer en cama, fueron un camino inteligente para demostrar que también los ricos luchan y sufren.

Las debilidades de Obama y Romney van de la mano de sus fortalezas. Son más francas que sus esposos, lo que parece un defecto político, al punto que los asesores demócratas le aconsejaron a Michelle que recorte sus comentarios raciales para no asustar a los votantes blancos.

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