Vestido de sacerdote, Mijalchyk escuchó el trágico final de más de 100 desaparecidos

En la causa "Arsenales II - Jefatura II", el Ministerio Público Fiscal comenzó la lectura de hechos producidos durante la última dictadura. Por primera vez en esta provincia, acusan a civiles de colaborar con el aparato represor. Definen la situación de Alais.

RECUERDO. Cuando los acusados entraron al recinto, los familiares de las víctimas del terrorismo de estado alzaron los carteles que los conmemoran. RECUERDO. Cuando los acusados entraron al recinto, los familiares de las víctimas del terrorismo de estado alzaron los carteles que los conmemoran.
13 Noviembre 2012
Cuentan que el sacerdote José Eloy Mijalchyk, quien según la acusación confesaba y presionaba detenidos en el centro clandestino del ex arsenal Miguel de Azcuénaga, suele vestir una sotana marrón en el pabellón de máxima seguridad de la cárcel de Villa Urquiza. Pero ayer, para asistir a la primera jornada de juicio oral y público por la megacausa "Arsenales II - Jefatura II", Mijalchyk sorprendió con un atuendo negro ceñido por una faja púrpura. Ataviado con estos símbolos religiosos, el presunto colaborador de las fuerzas represivas durante la dictadura militar se convirtió en el primer representante de la Iglesia Católica en la historia de Tucumán que participa como acusado en un juicio por delitos de lesa humanidad.

El sacerdote es uno de los 44 procesados en la causa que investiga los homicidios, torturas, violaciones, secuestros, desapariciones y otros terribles hechos producidos en dos de las bases ilegales que se montaron en estas tierras durante gran parte de la década de 1970, hasta 1983.

En la sede del Tribunal Oral en lo Criminal Federal (TOF), sentado junto al escribano Juan Carlos Benedicto -otro de los civiles imputados-, Mijalchyk escuchó una síntesis de los crímenes que sufrieron un decenas de personas en esos centros clandestinos de detención. Se lo vio sereno, con gesto serio. Salvo cuando alguno de sus "fieles" le gritaba palabras de aliento; entonces, el sacerdote alzaba la mano y saludaba con una sonrisa.

La de ayer fue una jornada sin incidentes, aunque tensa. Cuando los vocales del TOF, Carlos Jiménez Montilla, Gabriel Casas y el subrogante Juan Carlos Reynaga, se ubicaron en el estrado, el público que estaba a su izquierda alzó pancartas con fotos y nombres de víctimas del terrorismo de estado. A la derecha del auditorio, concurrentes vestidos con remeras que decían "familiares de presos políticos" levantaron carteles manuscritos. Al igual que en el exterior del TOF, las partes cruzaron cantos y consignas sobre sus posturas ideológicas. Tras algunos minutos, los jueces llamaron al orden y pudieron al fin comenzar con el debate.

Las cifras del expediente dan cuenta de que el juicio oral y público podría extenderse hasta el año próximo. Unos 450 cuerpos con más de 90.000 fojas; al menos 400 testigos (la lista original supera los 600, pero se irá reduciendo); y una decena de abogados sentados del lado de la defensa y otra decena del lado de la querella son algunos de los números de la primera megacausa que se dirime en Tucumán.

En la sesión de ayer, el fiscal general Leopoldo Peralta Palma y los fiscales ad hocPatricio Rovira y Pablo Camuña se encargaron de leer la síntesis de los crímenes perpetrados en la Jefatura de Policía y en el ex arsenal. Se habló rápidamente de familias secuestradas; de torturas; de testigos que lograron sobrevivir y contar a quiénes vieron en los centros clandestinos de detención; de cinco mujeres embarazadas que permanecen desaparecidas; de los restos encontrados e identificados en las fosas comunes del Miguel de Azcuénaga; y de todo lo que, según pudieron reconstruir los investigadores, sufrieron 235 personas.

Entre los imputados están los represores Luciano Benjamín Menéndez, ex jefe del III Cuerpo del Ejército Argentino -con jurisdicción en esta región- y Ernesto Arturo Alais, ex jefe del Regimiento Nº 19 de Infantería, quienes siguieron la audiencia vía teleconferencia desde el penal de Ezeiza, en Buenos Aires.

De todas formas, quien sobresalía de entre los acusados, por su impecable sotana negra, era Mijalchyk. El sacerdote es considerado presunto autor material de asociación ilícita agravada; partícipe necesario de privación ilegítima de la libertad agravada; y torturas agravadas en perjuicio de tres hombres y una mujer. La investigación determinó que, durante la dictadura, el sacerdote era párroco de la iglesia Cristo Obrero, de El Colmenar, y ello le habría permitido un acceso libre al arsenal, donde habría colaborado con las fuerzas represoras actuando como capellán de hecho en el centro clandestino de detención. "Conforme a los testimonios, persuadía a los detenidos a colaborar con sus captores, entregándoles la información que estos le requerían", según el expediente.

La jornada seguirá hoy, a las 10, y está previsto que se defina si Alais continúa con el proceso, debido a que se informó desde Buenos Aires sobre problemas de salud del acusado. Luego, se proseguirá con la lectura de otro centenar de trágicas historias producidas hace más de tres décadas, aún no esclarecidas.

"Un día que hemos esperado durante años"

Familiares de desaparecidos durante la dictadura; grupos políticos; organizaciones de derechos humanos; y otros manifestantes se ubicaron desde temprano en la esquina del TOF, entre Chacabuco y Crisóstomo Álvarez. "Cárcel común, perpetua y efectiva, ni un solo genocida por las calles de Argentina", reclamaron. "Es un día que hemos esperado durante muchísimos años", aseguró Natalia Ariñez, de Hijos.

235 Crímenes por resolver

José Gabriel Agüero (desaparecido)


El estudiante de medicina fue secuestrado el 21/09/77. Iba con su esposa, Estela Josefina López, a la Terminal de Ómnibus. Fue visto por última vez en la Jefatura de Policía.

Estela Josefina López (desaparecida)

Estaba junto a su esposo, José Gabriel Agüero, la noche en que las fuerzas represivas los secuestraron cuando iban a buscar unos conocidos que llegaban de viaje.

Yolanda Esther Argüello (Desaparecida)

La sacaron de su casa de Cebil Redondo en mayo de 1977; fue llevada a la Jefatura, donde la torturaron. La liberaron, pero fue secuestrada a los cuatro meses, estando embarazada.

"Oremos a María por su libertad"

Sobre calle Chacabuco al 100, frente al TOF, se ubicaron allegados y seguidores al sacerdote José Eloy Mijalchyk. Con pancartas en las manos, en las que se veía la imagen del religioso, gritaron y cantaron para darle apoyo al sospechoso, a quien llaman padre "Pepe". "Oremos a María por su libertad", decían los carteles. Incluso, hubo manifestantes que llevaron símbolos religiosos y rezaron detrás de las vallas.

Lilia Estela Sesto (desaparecida)

Fue abatida por las fuerzas represoras en su casa, ubicada en calle Uruguay al 1.353. El cuerpo fue llevado a la Jefatura, y luego llevado a una fosa del Cementerio del Norte.

Remeras, gritos de aliento y una pancarta

Detrás de unas vallas que cruzaban la calle Chacabuco se ubicaron parientes y allegados a otros detenidos. Algunos llevaban remeras que decían "familiares de presos políticos". Cuando los sospechosos fueron bajados del vehículo que lo trasladó desde Villa Urquiza, este grupo de manifestantes les gritó "héroes". "Señores jueces: que la historia no los recuerde cómplices de un juicio injusto", decía una bandera.

Olga del Valle Rabsium (desaparecida)

Estaba en la casa de Lilia Sesto. Junto con ellas fue ultimado un hombre que jamás fue identificado. Sus restos también fueron depositados en el Cementerio del Norte.

Enrique Camilo Sesto (secuestrado)

El padre de Lilia Sesto fue detenido por un policía que habría confesado ser el homicida de su hija. Lo liberaron tras pagar una coima y obligarlo a no seguir indagando.

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