22 Noviembre 2012
ACUSADA. Ovando está siendo juzgada por "abandono de persona seguida de muerte". FOTO TOMADA DE MISIONESCUATRO.COM
POSADAS.- Dos asistentes sociales acusaron hoy a María Ramona Ovando, enjuiciada por el abandono seguido de muerte de su hija de 3 años, por tener a los niños "mal cuidados", con "piojos y sucios" en su casa, pese a la ayuda oficial. Se espera que el martes declare la imputada.
Ovando, que tiene otros 11 hijos, es una víctimas de la falta de atención del Estado, según Eduardo Paredes, su defensor. "Cuando ella cuente los hechos, verán que es distinto a todo lo que escuchamos hasta ahora", dijo.
Ayer, durante la tercera jornada del juicio, el intendente de Mado, Eberth Vera, enumeró la ayuda que el municipio hizo llegar a la familia, mientras las promotoras de salud Francisca Cristaldo González y Marlene Pino, y la asistente social María Aquino, dieron detalles críticos sobre relevamientos que realizaron.
Cristaldo González dijo que, en el marco de las tareas de atención y prevención de salud, visitaban a la familia Ovando cada 15 días o una vez por mes, pero veían que los niños estaban "mal cuidados, sucios, tenían piojos, no comían en horas".
En el caso de la niña que falleció, señaló que "presentaba bajo peso, tenía piojos, granos y estaba sucia", razón por la que le proveyeron de antibióticos, remedios, leche y alimentos, pero la madre "nunca se acercó a la sala para los controles".
Pino dijo que durante las visitas que Ovando "muy pocas veces estaba en la casa" y que a los niños "los encontrábamos solos, algunas veces a cargo de un chico grande que dijo ser hijo de María".
Después de enumerar una serie de actitudes de la acusada, la promotora la definió como "muy tranquila y muy callada. La veíamos muy descuidada para con sus hijos, no los limpiaba y no los atendía".
El defensor de Ovando, en cambio, apuntó que "el Estado no tiene una herramienta para atender la cuestión de salud y social. Atiende con herramientas muy pobres, con mujeres que no tienen ni siquiera un empleo formal y en esas condiciones de precariedad hay muchos niños en riesgo".
"Esa realidad no es de ahora, es desde siempre, es lo único que se ve en este juicio", sostuvo el letrado, y consideró que "quien está realmente en el banquillo de los acusados acá no es María Ovando y eso todos lo saben, es el Estado. Lo que está fallando acá es el Estado".
El caso de María Ovando ha impactado en las organizaciones sociales que defienden los derechos de las mujeres. La precariedad de sus condiciones de vida, su historia de indigencia y falta de recursos la ponen en el lugar de la víctima, y no de victimaria, aseguran sus defensores.
A los 14 años parió al primero de sus 12 hijos. A los 36 ya era abuela, con dos nietos a su cargo. "La mayoría de sus hijos no tienen documentos. No cobran la Asignación Universal por hijo. Tampoco saben cuando cumplen años", consignó la periodista María Florencia Alcaraz en el sitio de "Cosecha Roja".
María Ovando no sabe leer y nunca tuvo un empleo formal. Fue empleada doméstica, cosechera de yerba mate y hasta picapedrera en una cantera de Misiones, donde trabajó aún embarazada de su última hija, que nació tres meses antes de que la detuvieran.
El día en que murió su hija, Ovando salió a la ruta porque la nena se sentía mal, pero no logró que nadie la acerque al hospital. Hacía días que no comían. LA GACETA ©
Ovando, que tiene otros 11 hijos, es una víctimas de la falta de atención del Estado, según Eduardo Paredes, su defensor. "Cuando ella cuente los hechos, verán que es distinto a todo lo que escuchamos hasta ahora", dijo.
Ayer, durante la tercera jornada del juicio, el intendente de Mado, Eberth Vera, enumeró la ayuda que el municipio hizo llegar a la familia, mientras las promotoras de salud Francisca Cristaldo González y Marlene Pino, y la asistente social María Aquino, dieron detalles críticos sobre relevamientos que realizaron.
Cristaldo González dijo que, en el marco de las tareas de atención y prevención de salud, visitaban a la familia Ovando cada 15 días o una vez por mes, pero veían que los niños estaban "mal cuidados, sucios, tenían piojos, no comían en horas".
En el caso de la niña que falleció, señaló que "presentaba bajo peso, tenía piojos, granos y estaba sucia", razón por la que le proveyeron de antibióticos, remedios, leche y alimentos, pero la madre "nunca se acercó a la sala para los controles".
Pino dijo que durante las visitas que Ovando "muy pocas veces estaba en la casa" y que a los niños "los encontrábamos solos, algunas veces a cargo de un chico grande que dijo ser hijo de María".
Después de enumerar una serie de actitudes de la acusada, la promotora la definió como "muy tranquila y muy callada. La veíamos muy descuidada para con sus hijos, no los limpiaba y no los atendía".
El defensor de Ovando, en cambio, apuntó que "el Estado no tiene una herramienta para atender la cuestión de salud y social. Atiende con herramientas muy pobres, con mujeres que no tienen ni siquiera un empleo formal y en esas condiciones de precariedad hay muchos niños en riesgo".
"Esa realidad no es de ahora, es desde siempre, es lo único que se ve en este juicio", sostuvo el letrado, y consideró que "quien está realmente en el banquillo de los acusados acá no es María Ovando y eso todos lo saben, es el Estado. Lo que está fallando acá es el Estado".
El caso de María Ovando ha impactado en las organizaciones sociales que defienden los derechos de las mujeres. La precariedad de sus condiciones de vida, su historia de indigencia y falta de recursos la ponen en el lugar de la víctima, y no de victimaria, aseguran sus defensores.
A los 14 años parió al primero de sus 12 hijos. A los 36 ya era abuela, con dos nietos a su cargo. "La mayoría de sus hijos no tienen documentos. No cobran la Asignación Universal por hijo. Tampoco saben cuando cumplen años", consignó la periodista María Florencia Alcaraz en el sitio de "Cosecha Roja".
María Ovando no sabe leer y nunca tuvo un empleo formal. Fue empleada doméstica, cosechera de yerba mate y hasta picapedrera en una cantera de Misiones, donde trabajó aún embarazada de su última hija, que nació tres meses antes de que la detuvieran.
El día en que murió su hija, Ovando salió a la ruta porque la nena se sentía mal, pero no logró que nadie la acerque al hospital. Hacía días que no comían. LA GACETA ©