Ahora, el pueblo se lo demanda

Por Anne Beatrice Classman, columnista de DPA.

26 Noviembre 2012
EL CAIRO.- "Quiero que el pueblo se levante contra mí si no respeto la ley y la Constitución", dijo el presidente, Mohamed Mursi, al inicio de su mandato. Y muchos egipcios consideran que ese momento ha llegado. Los jueces hacen huelga, los manifestantes lanzan piedras y los adversarios políticos acusan al primer presidente islámico de dirigir el país como un dictador. Decenas de partidos, desde la izquierda a los liberales, se unieron este fin de semana en un "Frente Nacional". Piden a Mursi que retire el polémico decreto con la que logró aglutinar en su contra a todas las fuerzas seculares y a los jueces.

En el nuevo frente están el popular político y premio Nobel de la paz Mohamed el Baradei, el ex secretario general de la Liga Árabe Amre Mussa y el activista de izquierda Hamdien Sabahi. Además, Abdel Abul Futuh, islamista moderado que se separó de los Hermanos Musulmanes, envió representantes al encuentro fundacional. Doloroso para Mursi, que al inicio se presentó como el "presidente de todos los egipcios, musulmanes y cristianos", es el hecho de que tres de sus consejeros renunciaron en protesta por esta medida. Los egipcios denominan "Revolución" a los hechos que en 2011 llevaron al derrocamiento del que durante más de tres décadas fue su presidente, Husni Mubarak. Sin embargo, los politólogos señalan que no se ha registrado en El Cairo un cambio de sistema, algo que se aprecia no sólo en el brutal proceder de la policía del orden público, sino también en la argumentación de los islamistas en el gobierno.

Al igual que en los tiempos de Mubarak, los islamistas sostienen ahora que cuando hay oposición a sus medidas, los adversarios son traidores que se han confabulado contra Egipto con "potencias extranjeras".

El hecho de que Mohamed Badia, líder de la Hermandad Musulmana, se involucre en el debate "para justificar las decisiones de Mursi" no hace más que dar alas a la oposición. Los partidos seculares sostienen que Mursi no es el que dirige el país sino Badia.

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