04 Diciembre 2012
Messi reclama el trono de un rey enfermo
El tiempo de la monarquía del gol alemana de Gerd Müller parece llegar a su fin, y todo por obra y gracia de un tal Lionel Messi. Mañana, el rosarino podrá alcanzar o superar la barrera de 85 tantos del "Torpedo", en el cierre de la fase de grupos de la Champions contra Benfica
Los días en que construía una de las grandes leyendas del fútbol le parecen cada vez más lejanos. Gerd Müller vive ahora apartado de la vida pública y luchando en silencio por su salud. Y tal vez ya no le importe si un joven llamado Lionel Messi se cuela en la historia para robarle la corona.
Cuarenta años después de marcar 85 goles en un año natural, récord que se tambalea ante los 84 que lleva Messi en 2012, el mítico "Bombardero" alemán cumplió 67 años en noviembre lejos de las cámaras y acompañado únicamente por su círculo más cercano. "Las personas que desearían felicitarlo vuelven a hacer cola. Pero al igual que en los últimos años, esta vez Gerd Müller prefirió celebrar en la intimidad", explicaron desde Bayern Munich, donde Müller mantiene el cargo de entrenador de divisiones inferiores. La delicada frase deja entrever la realidad sin entrar en detalles ni precisiones.
La frágil salud del mítico "Torpedo" era un secreto más o menos bien guardado dentro del club y un tabú en los medios hasta el año pasado, cuando un aparatoso incidente en Italia desnudó sus problemas a toda la opinión pública. Müller se encontraba de pretemporada con la Reserva de Bayern en la ciudad de Trento, pero súbitamente desapareció. El club hizo la denuncia y la policía lo encontró "confundido y desorientado" 14 horas después. "Confundido y desorientado".
Al parecer había intentado volver de Italia a Munich en taxi. Su mujer viajó a Trento y lo llevó de regreso a casa.
Bayern volvió a proteger a su antiguo ídolo y explicó que había "salido a pasear un poco". Pero la imagen de vulnerabilidad de uno de los mitos deportivos alemanes conmovió a todo el país. "La nación sufre con su Bombardero", resumió entonces el diario "Die Welt".
La de Müller es una historia de emociones fuertes que salta de la gloria mundial a la frustración del retiro y al infierno del alcohol.
Nacido en la ciudad bávara de Nördlingen el 3 de noviembre de 1945, meses después de la derrota germana en la Segunda Guerra, sus goles marcaron una época en el fútbol y dieron a Alemania el Mundial de 1974 y la Eurocopa de 1972. En Bayern ganó cuatro Ligas y cuatro títulos europeos, además de una Copa intercontinental.
Después de unos años en Estados Unidos, en 1985 volvió a Munich y se encontró sin objetivo y sin trabajo. Cayó en el alcohol y su mujer quiso dejarlo. "Sufrí, sufrí mucho. Sin mis amigos no habría salido", reconoció a la agencia DPA hace pocos años en una amplia entrevista.
Sus amigos en Bayern Munich no resistieron la caída del ídolo y lo rescataron del abismo. Franz Beckenbauer y Uli Hoeness, hoy presidente del club, lo llevaron a una terapia de desintoxicación y le ofrecieron en 1992 el cargo de entrenador de inferiores. "Los primeros días no se los deseo ni a mi peor enemigo", recordó Müller sobre su desintoxicación. "Estaba atado a la cama y me desataba. Era el infierno". Pero la motivación del cargo y un entorno familiar en Bayern lograron recuperarlo.
El antiguo goleador lleva ahora 21 años sin probar "siquiera un bombón con licor", asegura su mujer, Uschi, con la que lleva 45 años casado.
Ambos tienen una hija de 41 años, Nicole. La familia Müller pasa cada tanto "un gran momento" viendo viejos videos del goleador. Con una altura de 1,76 y un cuerpo robusto, pocos de los 650 goles documentados del "Torpedo" entran en la antología de los más vistosos.
Pero Müller encarnó como nadie el espíritu arrollador del fútbol germano y el letal instinto goleador en el área.
"Es algo que no se puede aprender. Tampoco se puede enseñar a los jóvenes. Hay que tener el instinto. Reaccionar rápido y poder patear con las dos piernas. Antes no teníamos nada más que fútbol. Salíamos de la escuela y jugábamos al fútbol hasta la noche. No había más". Müller creía que algunos de sus récords serían "imbatibles para siempre", como los 40 goles que marcó en la Bundesliga 1971/1972.
El de máximo goleador en un año natural, que logró en 1972 al marcar 85 tantos con el Bayern y la selección, resistió cuatro décadas y varias generaciones de goleadores, pero ahora tiembla ante ese incansable pulso de Lionel Messi con la historia.
El argentino suma 84 tantos -72 con el Barcelona y 12 con la selección argentina- y tiene al menos cinco partidos para marcar dos más este año y llegar a la marca mágica de 85. Mañana, Benfica, puede ser víctima del rosarino, en el cierre de la fase de grupo de la Champions.
A sus 25 años, "La Pulga" ya batió en mayo otro récord de Müller al terminar la temporada 2011/2012 con 72 goles para el Barcelona, cinco más que los 67 que el alemán marcó para el Bayern en 1972/1973.
"No me parece mal que sea Messi quien me arrebate el récord. Es un honor", dijo entonces Müller en declaraciones al diario deportivo español "Mundo Deportivo".
Pero Messi no sólo puede superar a Müller. Figuras como Platini, Cruyff y Van Basten quedarán bajo su sombra si en los próximos días el rosarino gana por cuarta vez consecutiva el Balón de Oro. Los otros "monstruos" sólo pudieron ganarlo en tres ocasiones.
Cuarenta años después de marcar 85 goles en un año natural, récord que se tambalea ante los 84 que lleva Messi en 2012, el mítico "Bombardero" alemán cumplió 67 años en noviembre lejos de las cámaras y acompañado únicamente por su círculo más cercano. "Las personas que desearían felicitarlo vuelven a hacer cola. Pero al igual que en los últimos años, esta vez Gerd Müller prefirió celebrar en la intimidad", explicaron desde Bayern Munich, donde Müller mantiene el cargo de entrenador de divisiones inferiores. La delicada frase deja entrever la realidad sin entrar en detalles ni precisiones.
La frágil salud del mítico "Torpedo" era un secreto más o menos bien guardado dentro del club y un tabú en los medios hasta el año pasado, cuando un aparatoso incidente en Italia desnudó sus problemas a toda la opinión pública. Müller se encontraba de pretemporada con la Reserva de Bayern en la ciudad de Trento, pero súbitamente desapareció. El club hizo la denuncia y la policía lo encontró "confundido y desorientado" 14 horas después. "Confundido y desorientado".
Al parecer había intentado volver de Italia a Munich en taxi. Su mujer viajó a Trento y lo llevó de regreso a casa.
Bayern volvió a proteger a su antiguo ídolo y explicó que había "salido a pasear un poco". Pero la imagen de vulnerabilidad de uno de los mitos deportivos alemanes conmovió a todo el país. "La nación sufre con su Bombardero", resumió entonces el diario "Die Welt".
La de Müller es una historia de emociones fuertes que salta de la gloria mundial a la frustración del retiro y al infierno del alcohol.
Nacido en la ciudad bávara de Nördlingen el 3 de noviembre de 1945, meses después de la derrota germana en la Segunda Guerra, sus goles marcaron una época en el fútbol y dieron a Alemania el Mundial de 1974 y la Eurocopa de 1972. En Bayern ganó cuatro Ligas y cuatro títulos europeos, además de una Copa intercontinental.
Después de unos años en Estados Unidos, en 1985 volvió a Munich y se encontró sin objetivo y sin trabajo. Cayó en el alcohol y su mujer quiso dejarlo. "Sufrí, sufrí mucho. Sin mis amigos no habría salido", reconoció a la agencia DPA hace pocos años en una amplia entrevista.
Sus amigos en Bayern Munich no resistieron la caída del ídolo y lo rescataron del abismo. Franz Beckenbauer y Uli Hoeness, hoy presidente del club, lo llevaron a una terapia de desintoxicación y le ofrecieron en 1992 el cargo de entrenador de inferiores. "Los primeros días no se los deseo ni a mi peor enemigo", recordó Müller sobre su desintoxicación. "Estaba atado a la cama y me desataba. Era el infierno". Pero la motivación del cargo y un entorno familiar en Bayern lograron recuperarlo.
El antiguo goleador lleva ahora 21 años sin probar "siquiera un bombón con licor", asegura su mujer, Uschi, con la que lleva 45 años casado.
Ambos tienen una hija de 41 años, Nicole. La familia Müller pasa cada tanto "un gran momento" viendo viejos videos del goleador. Con una altura de 1,76 y un cuerpo robusto, pocos de los 650 goles documentados del "Torpedo" entran en la antología de los más vistosos.
Pero Müller encarnó como nadie el espíritu arrollador del fútbol germano y el letal instinto goleador en el área.
"Es algo que no se puede aprender. Tampoco se puede enseñar a los jóvenes. Hay que tener el instinto. Reaccionar rápido y poder patear con las dos piernas. Antes no teníamos nada más que fútbol. Salíamos de la escuela y jugábamos al fútbol hasta la noche. No había más". Müller creía que algunos de sus récords serían "imbatibles para siempre", como los 40 goles que marcó en la Bundesliga 1971/1972.
El de máximo goleador en un año natural, que logró en 1972 al marcar 85 tantos con el Bayern y la selección, resistió cuatro décadas y varias generaciones de goleadores, pero ahora tiembla ante ese incansable pulso de Lionel Messi con la historia.
El argentino suma 84 tantos -72 con el Barcelona y 12 con la selección argentina- y tiene al menos cinco partidos para marcar dos más este año y llegar a la marca mágica de 85. Mañana, Benfica, puede ser víctima del rosarino, en el cierre de la fase de grupo de la Champions.
A sus 25 años, "La Pulga" ya batió en mayo otro récord de Müller al terminar la temporada 2011/2012 con 72 goles para el Barcelona, cinco más que los 67 que el alemán marcó para el Bayern en 1972/1973.
"No me parece mal que sea Messi quien me arrebate el récord. Es un honor", dijo entonces Müller en declaraciones al diario deportivo español "Mundo Deportivo".
Pero Messi no sólo puede superar a Müller. Figuras como Platini, Cruyff y Van Basten quedarán bajo su sombra si en los próximos días el rosarino gana por cuarta vez consecutiva el Balón de Oro. Los otros "monstruos" sólo pudieron ganarlo en tres ocasiones.
NOTICIAS RELACIONADAS