Otro clásico de Román

Cuando habla, Riquelme dice lo que nadie se anima y suma adeptos por su "honestidad brutal".

Así como en la cancha y con la pelota atada al pie, Juan Román Riquelme hace del micrófono su mejor aliado. En cada aparición el hombre habla y cuenta los entretelones de su novela, la del amor odio que en estos días tiene con Boca. Amor porque no cansa de repetir que nació y se morirá "bostero", odio porque el club hoy está en manos de quienes no son para nada sus aliados.

Lo rescatable y aplaudible para muchos "xeneizes" es que Román, justo su ídolo, salga al frente con versiones que nadie más cuenta y que, tal vez, muchos callan. Sí, es su palabra contra la del resto, pero es suficiente para que la misma se ponga por arriba de todo, como un mandamiento, y mucho más en estos días, donde la claridad no reina en el ambiente.

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El punto a favor es claro. La figura de líder y su revolución frente a los que la juegan callados siempre fue admirada y eso es lo que le agradecen a Riquelme. Se le puede creer, o no. Pero sus palabras jamás pasarán desapercibidas. LA GACETA ©

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