Por Gustavo Cobos
10 Diciembre 2012
La hipótesis del fiscal Carlos Sale dice que Marita Verón fue secuestrada en la esquina de Santiago del Estero y Thames, la mañana del 3 de abril de 2002. El autor material habría sido Víctor Ángel Rivero, por orden de su hermana María Jesús, la autora intelectual.
Así habría comenzado el derrotero de Marita, según el fiscal, que terminó en los prostíbulos "Candy", "Candilejas" y "Desafío" de Irma Lidia Medina y de sus hijos, Gonzalo y José "Chenga" Gómez, en la provincia de La Rioja.
Mañana a la tarde, cuando los jueces Alberto Piedrabuena, Emilio Herrera Molina y Eduardo Romero Lascano, den a conocer la sentencia, se conocerá qué crédito dieron a los testigos que llevaron a los 13 imputados a estar sentados en el banquillo de los acusados.
El tribunal también deberá resolver el pedido del querellante José D'Antona de que sean investigados Rubén "La Chancha" Ale, Julio Miranda y otros ex funcionarios, señalados como la pata política y policial del negocio de la trata en la conexión Tucumán-La Rioja.
No será una tarea fácil la de los jueces. El juicio se basó casi exclusivamente en testimonios. Y todas las declaraciones fueron atacadas por los defensores, afirmando, entre otras cuestiones, que los testigos aprovecharon la causa para tomar venganza por alguna cuestión personal contra los imputados.
Los hermanos Rivero dicen que Simón Nieva, quien dice haber escuchado una confesión de Víctor Rivero, se vengó porque este intercedió para proteger a la nuera de Nieva, víctima de violencia familiar. Daniela Milhein afirmó que Fátima, quien dice haber visto a Marita en su casa, no estuvo secuestrada, como dice la testigo. Los acusados de La Rioja aseguran que las mujeres que dicen haber visto a la joven tucumana siendo obligada a prostituirse, son complacientes con Susana Trimarco, por algún favor económico. En el medio, dicen que quedaron atrapados por un juicio que adquirió ribetes políticos por lo que ellos llaman el "poder de Trimarco" y la presión social y mediática.
Si el tribunal creyó o no a los testigos se definirá en una sola palabra que retumbará en la cabeza de cada uno de los 13 imputados. Esa palabra tiene sólo dos opciones: culpables o inocentes.
Así habría comenzado el derrotero de Marita, según el fiscal, que terminó en los prostíbulos "Candy", "Candilejas" y "Desafío" de Irma Lidia Medina y de sus hijos, Gonzalo y José "Chenga" Gómez, en la provincia de La Rioja.
Mañana a la tarde, cuando los jueces Alberto Piedrabuena, Emilio Herrera Molina y Eduardo Romero Lascano, den a conocer la sentencia, se conocerá qué crédito dieron a los testigos que llevaron a los 13 imputados a estar sentados en el banquillo de los acusados.
El tribunal también deberá resolver el pedido del querellante José D'Antona de que sean investigados Rubén "La Chancha" Ale, Julio Miranda y otros ex funcionarios, señalados como la pata política y policial del negocio de la trata en la conexión Tucumán-La Rioja.
No será una tarea fácil la de los jueces. El juicio se basó casi exclusivamente en testimonios. Y todas las declaraciones fueron atacadas por los defensores, afirmando, entre otras cuestiones, que los testigos aprovecharon la causa para tomar venganza por alguna cuestión personal contra los imputados.
Los hermanos Rivero dicen que Simón Nieva, quien dice haber escuchado una confesión de Víctor Rivero, se vengó porque este intercedió para proteger a la nuera de Nieva, víctima de violencia familiar. Daniela Milhein afirmó que Fátima, quien dice haber visto a Marita en su casa, no estuvo secuestrada, como dice la testigo. Los acusados de La Rioja aseguran que las mujeres que dicen haber visto a la joven tucumana siendo obligada a prostituirse, son complacientes con Susana Trimarco, por algún favor económico. En el medio, dicen que quedaron atrapados por un juicio que adquirió ribetes políticos por lo que ellos llaman el "poder de Trimarco" y la presión social y mediática.
Si el tribunal creyó o no a los testigos se definirá en una sola palabra que retumbará en la cabeza de cada uno de los 13 imputados. Esa palabra tiene sólo dos opciones: culpables o inocentes.
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Marita Verón