26 Diciembre 2012
Ninguno de ellos había sido recapturado hasta anoche. Seis de los 15 individuos que hasta la semana pasada estaban presos en la seccional 7ª, situada en Don Bosco al 2.600, en Villa Luján, permanecen prófugos desde el viernes a la noche, cuando hicieron un boquete con la ayuda de un haragán.
El elemento estaba a mano de los detenidos porque ese día habían hecho la limpieza en el sector y quedaba agua estancada en los pisos, explicaron desde la comisaría. Y los reos aprovecharon ese descuido para armar una punta de metal (con la pieza del haragán), luego abrieron un agujero en la pared y escaparon en grupo. Consiguieron perforarla con la pieza metálica que llevan los trapeadores en su interior. Además, la tarea fue facilitada por la humedad que había en los ladrillos. La pared estaba demasiado frágil.
Alrededor de las 4 de la mañana, se realizó la primera inspección de rutina. En ese momento todo era normal dentro de las celdas de la comisaría. La fuga fue advertida aproximadamente a las 8, cuando los agentes de la guardia notaron que había un hueco en la pared mientras realizaban la ronda de vigilancia.
La Policía destacó que el tamaño del boquete era mínimo y que los presos debían ser demasiado delgados para poder atravesarlo sin problemas.
Una vez que traspasaron el boquete, salieron a un patio de la comisaría donde los policías suelen guardar los elementos secuestrados. Esos bultos les sirvieron para hacer una pila y alcanzar la cima de la tapia, que tiene alrededor de dos metros de altura. Así saltaron al exterior del edificio. Mientras sus compañeros huían, nueve detenidos permanecieron dentro del calabozo. Este segundo grupo sabía que no podría pasar por tan pequeño boquete en la pared.
La Policía informó que los prófugos tienen entre 21 y 25 años, y que casi todos estaban presos por robo. En tanto, la fiscalía de la VI° Nominación, a cargo de Adriana Reinoso Cuello, intervino en el hecho. Una de las medidas que tomó fue ordenar la aprehensión de un empleado policial de la comisaría donde se produjo la fuga.
Autoridades de esa seccional explicaron a LA GACETA que esa noche sólo se encontraban el oficial de guardia, el oficial de turno y el carcelero, ya que el resto del personal había sido enviado a custodiar los comercios de la ciudad ante el temor de que pudieran producirse saqueos. Hasta el cierre de esta edición, uniformados de la comisaría y del área Investigativa de la 10° trabajaban en la búsqueda.
El elemento estaba a mano de los detenidos porque ese día habían hecho la limpieza en el sector y quedaba agua estancada en los pisos, explicaron desde la comisaría. Y los reos aprovecharon ese descuido para armar una punta de metal (con la pieza del haragán), luego abrieron un agujero en la pared y escaparon en grupo. Consiguieron perforarla con la pieza metálica que llevan los trapeadores en su interior. Además, la tarea fue facilitada por la humedad que había en los ladrillos. La pared estaba demasiado frágil.
Alrededor de las 4 de la mañana, se realizó la primera inspección de rutina. En ese momento todo era normal dentro de las celdas de la comisaría. La fuga fue advertida aproximadamente a las 8, cuando los agentes de la guardia notaron que había un hueco en la pared mientras realizaban la ronda de vigilancia.
La Policía destacó que el tamaño del boquete era mínimo y que los presos debían ser demasiado delgados para poder atravesarlo sin problemas.
Una vez que traspasaron el boquete, salieron a un patio de la comisaría donde los policías suelen guardar los elementos secuestrados. Esos bultos les sirvieron para hacer una pila y alcanzar la cima de la tapia, que tiene alrededor de dos metros de altura. Así saltaron al exterior del edificio. Mientras sus compañeros huían, nueve detenidos permanecieron dentro del calabozo. Este segundo grupo sabía que no podría pasar por tan pequeño boquete en la pared.
La Policía informó que los prófugos tienen entre 21 y 25 años, y que casi todos estaban presos por robo. En tanto, la fiscalía de la VI° Nominación, a cargo de Adriana Reinoso Cuello, intervino en el hecho. Una de las medidas que tomó fue ordenar la aprehensión de un empleado policial de la comisaría donde se produjo la fuga.
Autoridades de esa seccional explicaron a LA GACETA que esa noche sólo se encontraban el oficial de guardia, el oficial de turno y el carcelero, ya que el resto del personal había sido enviado a custodiar los comercios de la ciudad ante el temor de que pudieran producirse saqueos. Hasta el cierre de esta edición, uniformados de la comisaría y del área Investigativa de la 10° trabajaban en la búsqueda.
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