El amor es más fuerte

Ibáñez y los hinchas se reconciliaron en La Ciudadela.

CASI. Ibáñez fue una pesadilla para el fondo salteño. En la acción, se lamenta luego de desperdiciar la situación más clara CASI. Ibáñez fue una pesadilla para el fondo salteño. En la acción, se lamenta luego de desperdiciar la situación más clara
31 Enero 2013
El amor todo lo puede, perdona todo y siempre da una nueva oportunidad. Más el amor del hincha, ese que poco tiene de lógica y donde la mente siempre pierde por goleada contra el corazón.

Las declaraciones que Gustavo Ibáñez realizó durante el receso, fueron como una daga que hirió de muerte al hincha "santo". El ídolo tuvo su momento de furia y pecó. Pero rápidamente admitió su error y bajó la cabeza para recibir el castigo.

"Sé que me equivoqué porque hablé en caliente. Yo quiero mucho está camiseta. Dios quiera que los hinchas puedan entenderme, igual aceptaré lo que decidan", hizo el mea culpa "Ratón", en las horas previas al duelo con el "albo".

El dolor del fanático se palpaba en el aire. Pero el idilio entre el público y el delantero, difícilmente pueda perderse de un día para el otro.

"Ratón" hace su parte para volver a recibirse de ídolo. Sabe que está en falta y es consciente de que a las palabras se las lleva el viento. No sirve de nada salir a pedir perdón públicamente. Lo principal es hacerlo dentro del campo.

Y por eso, se preparó con todo durante la pretemporada. Hizo un trabajo magnífico en San Francisco y, ayer, volvió dar otro pasito más poder sentirse pleno.

Con su mejor arma, en 15 minutos comenzó a ganarse el respeto. Movedizo, encarador y muy metido en el partido buscó el gol por todos los medios -algo que se le negó un par de veces- y hasta asistió a Luis Vega en el gol del empate.

El esfuerzo se paga con cariño. "La camiseta hay que defenderla", es mandamiento ineludible en el tablón. Por eso, cuando se riega la cancha de sudor, el público lo reconoce. Y eso quedó demostrado a los 72' cuando "Ratón" dejó el campo, reemplazado por Daniel Carrasco. El público decidió perdonar el desliz.

De pie, los hinchas despidieron a su ídolo. Y él devolvió los mimos. La historia tiene final feliz, sólo falta ponerle el broche de oro en junio.

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