El encuentro con la pintura cambió el rumbo de su vida

La artista Leonor Asar prefiere los pinceles a la arquitectura, porque encontró una manera de expresar su interioridad. Imágenes estructuradas que buscan el equilibrio.

EN SU TALLER. La artista plástica Leonor Asar. FOTO DE RICARDO REINOSO EN SU TALLER. La artista plástica Leonor Asar. FOTO DE RICARDO REINOSO
04 Abril 2013
La pintura irrumpió en la vida de Leonor Asar de manera inesperada, y se convirtió en una pasión que le da felicidad. Todo comenzó hace tiempo, cuando se había recibido de arquitecta y trabajaba en un importante estudio. Entonces, un grave accidente de tránsito la sumió en un estado de angustia que no le permitía salir a la calle. En este nuevo escenario, el arte la ayudó a caminar en otra dirección. Al principio tanteó formas y colores con la cautela de una autodidacta. Pronto buscó la guía de un maestro y lo encontró en José Quiroga Curia.  
"Yo no entendía nada de lo que era el mundo del arte -cuenta-. Solamente sabía de arquitectura. Pintaba cuadros, pero nunca había pensado en mandar a salones. Alguien me dijo que mandara uno a Córdoba, lo mandé, y lo seleccionaron. Eso me motivó a seguir. Pasé dos o tres años pintando, pero sentía que necesitaba una base teórica. Comencé a buscar a gente que me enseñara y comencé a cursar la licenciatura en arte. Hice tres años. Tomé clases con Juan Doffo, Nora Dobarro, Enrique Salvatierra, Víctor Quiroga, Felipe Noé, y me iba a Buenos Aires a ver mucho arte, tratando de absorber mucho.
A Leonor le gusta tener todo ordenado en su taller, en su casa... y también en las imágenes que plasma en sus telas. Reconoce que no hubiera sido una buena arquitecta en un estudio o empresa, porque no le gusta trabajar en equipo. Ama el trabajo individual, donde ella puede controlar todo. 
"En mi obra está todo bien medido y estructurado, pero ahora también estoy haciendo otras pinturas donde me voy soltando un poco más, liberándome. Es una permanente búsqueda, donde hay elementos que se reiteran: los volúmenes, los huecos, las escaleras, los puentes, las vistas de arriba o de frente, cosas típicas de la arquitectura. También busco un equilibrio en el color -dice-. Estoy estudiando el uso del color en Cezanne, Van Gogh y otros pintores que me encantan".

Amuletos y paisajes urbanos

En las obras de Asar hay amuletos que forman parte de los elementos que componen su "mitología privada" y que funcionan como vehículos de las emociones. Las ciudades vistas desde arriba, en cambio, son un desafío constructivo que invita a lograr un equilibrio de formas y colores. "En los paisajes, laberintos y volúmenes, a pesar de que no se ven figuras humanas, se refleja la propia interioridad", afirma. En sus primeras pinturas, por ejemplo, hay cuerpos deformados que parecen despojos de una batalla. "Son la expresión de momentos desesperantes en los que uno se plantea el porqué de las cosas, las ausencias, todo lo que nos invade y nos deja cicatrices. De esta forma uno exterioriza todo lo interno", señala.
El otro desafío del artista es mostrar su obra. Además de hacer muestras individuales y participar en otras grupales, realiza también exposiciones en su propia casa de Yeba Buena. "Es una manera de abrirse a los demás -explica- y de compartir esta actividad que es tan individual y solitaria". 

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