Prohibido bajar los brazos

Atlético vive entre alegrías y golpes impensados que lo alejaron casi definitivamente de la lucha por un ascenso; sin embargo, el "Flaco" Pereyra no se rinde

JUAN PABLO PEREYRA. ARCHIVO LA GACETA JUAN PABLO PEREYRA. ARCHIVO LA GACETA
14 Abril 2013
Haber convivido con las llamas de la culpa en el Purgatorio fue toda una experiencia. Juan Pablo Pereyra repitió entradas y salidas de su propio infierno, según cuenta. Lo bueno -afirma sin dudarlo- es que siempre supo levantarse. Nunca pensó en dejarse llevar por el pesar y nadar en aguas peligrosas, donde el cargo de conciencia multiplica tiburones hambrientos de carne fresca.
La última pelota suya como titular, quizás la más dolorosa desde su vuelta a Atlético, inclusive por encima de su lesión de ligamentos en la rodilla derecha, salió al galope y a cualquier parte menos al arco de Gastón Pezzutti. "Flaco" le había pifiado feo al penal y en ese yerro también se iba la gran oportunidad del "decano" de dormir al líder absoluto del torneo, Rosario Central. No pasó lo que todo el mundo quería y el paisaje blanquiceleste se tiñó de oscuridad, culpa del demonio de Néstor Barreiro.
Atlético perdía 4-3 cuando pudo haber ganado por el mismo resultado. Y junto con ese nocaut técnico el postre fue estacionar el auto al costado de la ruta del ascenso. El triunfo ante Merlo hizo arrancar al equipo de nuevo; pero la derrota con Sarmiento, una más en casa, rompió el burro de arranque.
Está lejos la A, aunque un creyente en las vueltas de la vida como "JP" le encuentra una vida a la oportunidad. "La bronca va a estar, uno siempre se lamenta cuando las cosas salen mal. Pero no podés detenerte ahí", razona con la tranquilidad de quien transpiró el doble la camiseta en la semana de trabajo con tal de volver redireccionar la causa. Se hizo tan grande la historia de dolor con Central, que incluyó palabras tales como "el partido lo perdí yo", que no faltó aquel rumor que insinuara una posible salida de Pereyra.
"¿Quién dijo eso? Imposible que haga una cosa así por errar un penal. Es una pavada. Yo quiero mi revancha", jura el lungo, ídolo del pasado y del presente.
Boca Unidos, el anfitrión del duelo de hoy a las 17, es su peaje a la felicidad nuevamente. "Vamos a empezar a tratar meter un poco más de gambeta -dice a título personal-. El equipo no está jugando bien", se sincera, y confirma lo obvio. "Hay que arriesgar. A veces, sale bien; y otras veces, no. En realidad, contra Central y Sarmiento Atlético jugó dos partidazos, pero nos está faltando regularidad. No se puede jugar uno bien y otro mal", explica.
En 25 de Mayo y Chile la mano no viene sencilla. "Es hora de que la gente sepa que por ahí no están bien las cosas en el club (dice por el promedio). Tenemos que pensar en Atlético, en lo que es la institución y que el equipo esté bien y que se haga un buen colchón de puntos para el año que viene", dice el "Flaco".
El Purgatorio, su Purgatorio es parte del recuerdo. Hoy es tiempo de levantar la cabeza y salir del infierno. Itatí, su esposa, y Juan Cruz, su hijo, son los ángeles que nunca lo abandonan. Por  y para ellos pelea.

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