Lorena necesita un botón gástrico con urgencia

Ese dispositivo le sirve para alimentarse. El que tiene ya venció. A causa de las demoras su vida corre peligro.

DESESPERADOS. Lorena sufre parálisis cerebral -desde que nació- y escoliosis. Tiene 23 años y pesa 17 kilos.  LA GACETA / FOTO DE ANALIA JARAMILLO DESESPERADOS. Lorena sufre parálisis cerebral -desde que nació- y escoliosis. Tiene 23 años y pesa 17 kilos. LA GACETA / FOTO DE ANALIA JARAMILLO
17 Abril 2013
Hace más de 12 años que Teresita Cano deambula por las oficinas del PAMI para lograr que le entreguen a tiempo el botón gástrico que su hija necesita para vivir. Es el dispositivo por el cual Silvia Lorena Barraza se alimenta.

Después de un parto complicado Lorena quedó con una lesión que a los cinco meses le produjo parálisis cerebral. Hasta los 16 años pudo recibir alimentos por vía oral y permanecía sentada, pero luego precisó de este botón para alimentarse porque la escoliosis de columna comenzó a inclinar su cuerpo y a desplazar los órganos y huesos. Hoy Lorena tiene 23 años y pesa 17 kilos. Su cuerpo su detuvo en el tiempo, pero su mente está lúcida y se comunica con sus padres y hermanos a través de las miradas, las sonrisas, los llantos.

Durante años pudo viajar a Buenos Aires para que la atendieran y controlaran en el Hospital Italiano. Según su madre, el gran amor de su hija hacia ellos es lo que la mantiene aferrada a la vida. "Los médicos me decían que no iba a vivir más allá de los siete años", comentó. Pero desde hace unos 10 años ya no puede soportar un viaje en avión y tampoco puede trasladarse en una silla especial. Para colmo el PAMI recién le entregó la silla cuando Lorena ya no podía permanecer sentada, debido a la escoliosis.

Pero la demora que más sufren son las del botón gástrico. A veces dura meses y, en los últimos años, les entregaron una marca que el cuerpo de Lorena rechaza porque es de menor calidad. Además, dura sólo cuatro meses. "Ella necesita uno de marca Bard, pero el PAMI nos entrega uno Boston, que no le sirve", comentó su padre, Juan Barraza. Cuando piden explicaciones y se quejan en el Minibanco, que funciona en la sede de la calle Córdoba, uno de los médicos le contesta que entonces van a tener que esperar más. Más de lo que ya vienen haciéndolo.

A Lorena le deberían haber cambiado el botón en diciembre para evitar que su cuerpo comenzara a reaccionar. A esa intervención la realizan en el Hospital de Niños. Pero ahora necesitará que le coloquen anestesia porque el dispositivo se esta descomponiendo.

"Es muy peligroso para ella la anestesia. Puede llegar a ser mortal porque uno de sus pulmones no funciona (quedó anulado por la escoliosis) y tampoco se le puede poner respirador artificial", cuenta Teresita, ya sin contener las lágrimas.

Y todo esto por las demoras de la prestadora de salud. LA GACETA se comunicó con uno de los médicos responsables de Prestaciones Médicas, René Garay. Él señaló que volverán a estudiar el caso de Lorena para brindarle una respuesta lo antes posible.

Aferrados a la Virgen
La familia Barraza vive en el barrio ampliación Soeme, de Las Talitas. Juan trabaja como carpintero, de vez en cuando, desde que quedó desempleado en una mueblería. Teresita vive para sus hijos, en especial para Lorena, ya que precisa atención constante. Esa inestabilidad laboral los obliga a vivir del subsidio por incapacidad que cobran del Estado. "No sabés lo miserable que me hace sentir eso", dice él.

Como Lorena no puede salir de la casa su madre sueña con construir una galería adelante para sacarla, aunque sea para que recree la vista. "Le pedimos al intendente (Morghenstein), pero no nos ayudó", contaron. Tal vez supuso que los Barraza cuentan con recursos, pero lo cierto es que la casa la consiguió Teresita después de deambular por todo acto político del que se enteraba, hasta que el Gobierno le gestionó una. Antes habían vivido en una vivienda prestada en el barrio San Ramón.

"Miren lo que era Lorena. Aquí tenía un año", dice mientras acerca unos portarretratos. Los ojos azules y grandes brillaban. En 2009 se contagió de gripe A y estuvo al borde de la muerte. Como son devotos de la Virgen de Guadalupe, Teresita salió corriendo de la terapia intensiva para comprar una estampita. Inmensa fue su sorpresa cuando vio que en la puerta, tirada, había una estampita de esa Virgen. "Dos días después mi hija se curó", cuenta emocionada. Hasta el día de hoy confían en que la Virgen no los va a abandonar.

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