Llegó en su camioneta antes que todos. Se puso la gorra, la campera. En pocos minutos, el predio detrás de La Antena comenzó a llenarse. Arribaron caminando, en moto, en auto y hasta en camionetas. Llegaron de todos lados. Más de 240 chicos, todos con su indumentaria de Atlético, con el celeste y blanco brillante. Cada martes y jueves pasa lo mismo, mientras esperan el reacondicionamiento de las canchas en el Complejo Ojo de Agua. Dentro de poco se utilizará para construir viviendas.
Mientras tanto, los chicos lo aprovechan, y a Luis Carlos Reartez se le llena el alma. "¿Que lindo predio, no?" dice "Correcaminos", uno de los máximos ídolos del "decano", desde hace cuatro años coordinador de las formativas e infantiles (8 a 12 años) del club, que aún se está recuperando de la leucemia que lo afectó desde marzo del año pasado. La peleó el ídolo para volver a su lugar en el mundo, tuvo que someterse a un transplante de médula. Y aquí está de nuevo, agradecido.
- ¿Cómo te sentís después de todo lo que pasaste?
- Agradecido. Todavía no puedo creer la recuperación física que tuve. Eso y el apoyo de la gente, sobre todo de mi esposa Mónica, que me acompañó los tres meses que estuve en Buenos Aires, me sirvieron. Venir a la escuela me permitió comenzar a superar la batalla más difícil que encaré en mi vida. También agradezco las cadenas de oraciones que hicieron. Dios estuvo de mi parte.
- ¿Te hiciste más creyente?
- Siempre lo fui, pero ahora más. Todos los fines de semana voy a misa. Voy a la iglesia de mi barrio, San Juan de la Cruz, o al Sagrado Corazón. Deposité mi salud en el señor y en San Expedito. Todos los 19 voy a dar la Gracias, por la gracia que recibí.
- ¿Cómo fue la recuperación antes de volver?
- Que a lo largo de mi vida haya tenido una vida ordenada, fue clave para que pudiera sobreponerme a esta enfermedad. Hoy, gracias a Dios estoy volviendo a hacer una vida normal. Esto me permite despejar mi cabeza y tomar conciencia de que cuando uno pone lo mejor de su parte, cualquier contingencia desfavorable se puede superar.
- ¿Tu grupo de amigos estuvo presente?
- Sí, y gente con la que tal vez tenía alguna diferencia también. Esa gente es la que se arrimó, y me halagó un montón, más allá de que en algunas cuestiones no estemos de acuerdo. Hinchas, no sólo de Atlético, sino de San Martín y de todos los clubes me llamaron por teléfono. Creo que la gente no se olvida mi paso por el fútbol.
- ¿Qué tan importante fue tu trabajo y cómo vas a seguir?
- Volver a trabajar en la inferiores de Atlético es algo que fortificó mi recuperación. No solo física, sino también anímica. Este es como mi cable a tierra, el que necesitaba para volver a sentirme útil en la vida. En junio tengo que volver a viajar a Buenos Aires para realizarme una serie de estudios. Allí, los médicos que me atendieron durante tres meses, evaluaran si mantienen el mismo tratamiento o si me dan otro.
- Acá se te nota muy contento...
- Es que a todo esto lo vivo intensamente, me apasiona. Me preparo como el mismo chico que viene a entrenar. Lo que hago acá es por amor, no lo hago pensando en el dinero que pueda ganar, al contrario. Los chicos me hacen sentir muy bien, tengo un grupo de profesores que son bárbaros y directivos que nos avalan y nos apoyan. Pienso en las cosas que vamos implementando acá. Y en que algún día veremos muchos chicos nuestros en Primera. Sería un orgullo, un gran halago.
- ¿Cuándo te diste en cuenta que esto te gustaba?
- Fue cuando dejé de trabajar en el banco. Tenía tiempo libre por estar sin empleo y justo el "Zurdo" (Raúl Aredes) y Fabián García me llamaron, para comenzar a trabajar en inferiores como ayudante de campo. Así comenzó todo, hace cinco años. Me fue muy bien y me terminó atrapando.
- ¿Cómo fue el día del regreso junto a los chicos?
- Volví la tercera semana de febrero. Me sentía raro, pero de a poco me fui acomodando. Me reconfortó el cariño de todos.
- Son niños que vienen desde los cuatro puntos cardinales, se nota su sacrificio también...
- Sí. Este es un gran sacrificio de los padres, y lo hacen por la ilusión de sus hijos de jugar en un club tan importante. Los recibimos y hasta becamos a los de bajos recursos, por ejemplo haciendo que no tengan que pagar la cuota del club. Fijate que tienen que trasladarse dos veces en la semana, y también para el día del partido. Es mucho para ellos.