Cocodrilo que se duerme...

Amalia pecó de distraído y lo pagó con una derrota ante Instituto; igual, el 0-1 no está mal.

EL GUARDAESPALDAS DE LA REDONDA. Marcelo Lazarte, del villero,  intenta cuidar la pelota ante la marca de un defensor santiagueño.  GENTILEZA FOTO DE LUIS SANTILLáN / SOMOS DEPORTE EL GUARDAESPALDAS DE LA REDONDA. Marcelo Lazarte, del "villero", intenta cuidar la pelota ante la marca de un defensor santiagueño. GENTILEZA FOTO DE LUIS SANTILLáN / SOMOS DEPORTE
En el fútbol y sobre todo en los partidos decisivos, los protagonistas están obligados a jugar con una concentración absoluta durante los 90'. Eso no ocurrió ayer con Amalia, que se descuidó en el momento menos indicado y se tuvo que volver a casa masticando bronca por primera vez en el torneo. Instituto Deportivo Santiago lo venció 1 a 0 en la ida de una de las finales del Torneo del Interior. Joaquín Quinteros, un delantero oriundo de Ranchillos, con pasado reciente en San Jorge, fue el verdugo.

Por lo observado en todo el desarrollo del encuentro, quedó la sensación que todavía no está nada dicho. Pues aunque el local en la primera parte hizo los méritos para establecer una diferencia en el marcador, quedó la impresión de que los dirigidos por Rubén Duarte tienen argumentos futbolísticos como para revertir la historia en el estadio de 9 de Julio al 2.200.

Si al final de los primeros 45' los santiagueños no se fueron en ventaja fue porque encontraron en Cristian Díaz un escollo cada vez que sus delanteros trataron de lastimarlo. En ese tramo, el local perdió a su arma ofensiva más importante: Facundo Juárez, una pesadilla para la zaga visitante.

En el complemento, pareció que los protagonistas hubieran sentido el esfuerzo de la brega, porque los dos equipos carecieron de ideas para acercarse a los arcos. Cuando todo parecía indicar que Amalia tenia controlado el trámite, una distracción en el fondo posibilitó que Instituto estableciera el desnivel. Fue a los 11', cuando Quinteros hizo una pared con Ricardo Argañaraz, que le devolvió de primera la pelota. Quinteros dejaba en el camino a Díaz y decretaba el 1-0.

Ese tanto pareció conformar a Instituto, pues a partir de ese momento, tomó todos los recaudos necesarios para no ser sorprendido por un equipo que, con la expulsión de Pablo Tapia, perdió potencia de tres cuartos de cancha hacia arriba. Todavía no está dicha la última palabra. Amalia puede.

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