Tan increíble como real

San Martín pagó caros sus errores defensivos y perdió ante un rival tremendamente débil.

ALOCADA CARRERA. Juan Chanquía intenta llevarse la pelota ante la dura y pegajosa marca de Franco Amaya. ALOCADA CARRERA. Juan Chanquía intenta llevarse la pelota ante la dura y pegajosa marca de Franco Amaya.
Explicar por qué hasta ayer Racing había ganado apenas un partido en esta fase, podría tomarnos apenas unos renglones. Pero para explicar cómo quebró al "santo" ayer, necesitaríamos varias columnas que no necesariamente tendrían la misma conclusión. La primera -con seguridad la que deben sacar los jugadores de Carlos Roldán- es que no todo puede ser una casualidad: un rival tan débil no debería tener ni la más mínima chance siquiera de acercarse a ganar un partido en una cancha que, por sí sola, impone condiciones.

Sin embargo, las tuvo; contó con los errores de la defensa, los aprovechó y, pese a ser superado, derrotó a San Martín por 2 a 1.

Un argumento para explicarlo también debería ser el primer tiempo. Promediaba esa etapa y Luciano González pifió un pelotazo que recibió solo sobre la derecha y la pelota se fue al lateral. Ezequiel Molina, de Racing (O), lo hizo mal y el balón regresó a San Martín. El episodio duró unos segundos, pero puede resumir esos 45 minutos casi innecesarios para los hinchas en La Ciudadela. Un espacio de tiempo donde el local atacó por atacar, sin una intención definida, contundente.

Con esas dificultades, Patricio Rodríguez empujó y, con una jugada sucia, como la mayoría de los ataques "santos", consiguió el gol que debería haber sido el primero de varios si San Martín hubiese estado enchufado o por lo menos si hubiese tenido la puntería afinada. El principal recurso de ataque fue la media distancia, que no siempre obligó a atajadas grandiosas y no sentenció el partido al inicio del complemento, el mejor momento del local.

Claro, con eso no basta para justificar el 1-2 en contra, pero a la lista de argumentos le falta los errores de Lucas Chacana y Mario Vera, que permitieron los goles de Cristian Draghi y Alfredo Calderón. Los cambios de Roldán no pudieron levantar ni el ánimo ni el nivel del equipo, que, pese a todo lo que se pueda analizar, no puede dar una explicación de por qué perdió este partido.

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