19 Mayo 2013
"SABER HACER". Según los expertos, los investigadores argentinos ya tienen el "know-how" necesario para provocar el cambio en la Argentina. FOTO DE MINCYT.GOV.AR
¿Puede la ciencia, por sí, generarle riqueza adicional a la Argentina? Según el investigador Carmelo José Felice (h) y el experto en Liderazgo Eduardo Braun, hay un vasto campo para que la ciencia se posicione como generadora de riquezas y, además, que los científicos cambien viejos paradigmas y acerquen la disciplina a la gente.
Un enorme cambio ya está presente en el día a día de la investigación científica: Ciencia y Tecnología están inseparablemente juntas. La inversión del Estado en Ciencia puede fructificar en una Argentina en desarrollo junto a China, India, Vietnam, Corea del Sur, Singapur y nuestro vecino Brasil, plantea Felice. Según el investigador, que el miércoles disertará en Tucumán, adoptar ese sistema nos sacará de la soja-petróleo dependencia, creando una industria nacional de alta tecnología que aumentará dramáticamente los recursos del Estado, basados en un sistema transparente y confiable. En ese contexto, la innovación y una fuerte defensa de la propiedad intelectual generada por el Estado, serán imperativos necesarios.
"Los investigadores argentinos ya estamos generando todo el know-how necesario para provocar el cambio; sin embargo, si no adoptamos políticas de propiedad intelectual, y simultáneamente incentivamos la generación de nuevas empresas y productos, es y será ciencia inútil", indica el docente.
¿Que hacer entonces? Braun dice que una parte fundamental de la respuesta está en manos de los miles de investigadores a lo largo y ancho del país. "Arremangarnos y cambiar nuestro aparente fatídico destino, el viejo ciclo vacas gordas-inflación-tragedia, por el sueño de una Argentina moderna, trabajadora y generadora de bienestar para todos sus habitantes y el resto del mundo", puntualiza el experto.
El reconocimiento
Hay mercado y también capital humano. Según los expertos, todo pasa por reconocer y apoyar a los jóvenes científicos, inculcando el espíritu emprendedor y un sano propósito de lucro. "Esto permitirá crear industrias nacionales generadoras de empleo y riquezas que beneficiarán a todos los argentinos", sostiene Felice. Todo esto sin dejar de reconocer que los motores que mueven a los investigadores son la curiosidad humana y la búsqueda del bienestar del prójimo.
¿Por dónde pasa la revolución? Braun lo explica así: los que participaron en la revolución digital han crecido a ritmos vertiginosos, pero los que están haciendo la revolución biotecnológica se mueven más rápido. Y eso se observa en campos como salud humana, biotecnología animal y vegetal y biorobots del tamaño de un virus. "Así como hace 20 años no existían ni programadores de software, diseñadores de web, ni marketineros digitales, en breve será común escuchar que tu hijo o tu sobrino trabaja en campos como programación celular, robótica, nanotecnología, proteomica, epigenomica, metagenomica y decenas de otros nómicas que no están en el diccionario", completa.
Un enorme cambio ya está presente en el día a día de la investigación científica: Ciencia y Tecnología están inseparablemente juntas. La inversión del Estado en Ciencia puede fructificar en una Argentina en desarrollo junto a China, India, Vietnam, Corea del Sur, Singapur y nuestro vecino Brasil, plantea Felice. Según el investigador, que el miércoles disertará en Tucumán, adoptar ese sistema nos sacará de la soja-petróleo dependencia, creando una industria nacional de alta tecnología que aumentará dramáticamente los recursos del Estado, basados en un sistema transparente y confiable. En ese contexto, la innovación y una fuerte defensa de la propiedad intelectual generada por el Estado, serán imperativos necesarios.
"Los investigadores argentinos ya estamos generando todo el know-how necesario para provocar el cambio; sin embargo, si no adoptamos políticas de propiedad intelectual, y simultáneamente incentivamos la generación de nuevas empresas y productos, es y será ciencia inútil", indica el docente.
¿Que hacer entonces? Braun dice que una parte fundamental de la respuesta está en manos de los miles de investigadores a lo largo y ancho del país. "Arremangarnos y cambiar nuestro aparente fatídico destino, el viejo ciclo vacas gordas-inflación-tragedia, por el sueño de una Argentina moderna, trabajadora y generadora de bienestar para todos sus habitantes y el resto del mundo", puntualiza el experto.
El reconocimiento
Hay mercado y también capital humano. Según los expertos, todo pasa por reconocer y apoyar a los jóvenes científicos, inculcando el espíritu emprendedor y un sano propósito de lucro. "Esto permitirá crear industrias nacionales generadoras de empleo y riquezas que beneficiarán a todos los argentinos", sostiene Felice. Todo esto sin dejar de reconocer que los motores que mueven a los investigadores son la curiosidad humana y la búsqueda del bienestar del prójimo.
¿Por dónde pasa la revolución? Braun lo explica así: los que participaron en la revolución digital han crecido a ritmos vertiginosos, pero los que están haciendo la revolución biotecnológica se mueven más rápido. Y eso se observa en campos como salud humana, biotecnología animal y vegetal y biorobots del tamaño de un virus. "Así como hace 20 años no existían ni programadores de software, diseñadores de web, ni marketineros digitales, en breve será común escuchar que tu hijo o tu sobrino trabaja en campos como programación celular, robótica, nanotecnología, proteomica, epigenomica, metagenomica y decenas de otros nómicas que no están en el diccionario", completa.
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