Por Carlos Páez de la Torre H
07 Junio 2013
BARTOLOMÉ MITRE. En esta foto de 1861, el general posa junto a José María Gutiérrez, su ayudante en la batalla de Pavón
En 1864, el flamante gobernador de Tucumán, José Posse, en carta al presidente Bartolomé Mitre, opinó que se debía esperar que se arreglasen solos los trastornos que la llamada "revolución de los Uriburu" estaba suscitando esos días en Salta. Esto le valió una reprimenda del primer magistrado.
El 1° de junio, Mitre contestaba secamente a Posse. Decía que le extrañaba "que se inclinase a la aceptación de los hechos consumados" en Salta. Expresaba que "tal aceptación no podría en ningún tiempo producir ningún bien al país ni a la actualidad de la República: usted sabe como yo, que no es por el empleo de medios violentos que se remedian los males que pueden aquejar a los pueblos".
Recordaba que, justamente, "el haber incurrido en este error produjo la caída del gobierno del general Urquiza. Seguir tan funesto camino, sería incurrir en el mismo error, y ni el Gobierno Nacional ni la actualidad que hemos alcanzado, podrían jamás obtener ningún bien ni apoyo por medio de revoluciones contra la ley y el orden legal en las provincias".
Afirmaba finalmente que "el Gobierno Nacional, no aprobará, por lo tanto, lo ocurrido en Salta; por el contrario, llenará su deber cuando llegue el caso -que aún no ha ocurrido- de que haya requisición competente para que intervenga en tales sucesos".
Sobre tales temas había escrito a don José Uriburu y al gobernador Taboada, de Santiago. "He creído conveniente que usted conozca también mis vistas, para que haga el uso conveniente, esperando que se mantenga en expectativa hasta que se le prevenga lo que sea del caso".
El 1° de junio, Mitre contestaba secamente a Posse. Decía que le extrañaba "que se inclinase a la aceptación de los hechos consumados" en Salta. Expresaba que "tal aceptación no podría en ningún tiempo producir ningún bien al país ni a la actualidad de la República: usted sabe como yo, que no es por el empleo de medios violentos que se remedian los males que pueden aquejar a los pueblos".
Recordaba que, justamente, "el haber incurrido en este error produjo la caída del gobierno del general Urquiza. Seguir tan funesto camino, sería incurrir en el mismo error, y ni el Gobierno Nacional ni la actualidad que hemos alcanzado, podrían jamás obtener ningún bien ni apoyo por medio de revoluciones contra la ley y el orden legal en las provincias".
Afirmaba finalmente que "el Gobierno Nacional, no aprobará, por lo tanto, lo ocurrido en Salta; por el contrario, llenará su deber cuando llegue el caso -que aún no ha ocurrido- de que haya requisición competente para que intervenga en tales sucesos".
Sobre tales temas había escrito a don José Uriburu y al gobernador Taboada, de Santiago. "He creído conveniente que usted conozca también mis vistas, para que haga el uso conveniente, esperando que se mantenga en expectativa hasta que se le prevenga lo que sea del caso".