Por Jose Ariel Ibañez
17 Junio 2013
Filma la cámara de un banco o de un edificio. Filma la cámara colocada en la esquina por el organismo de seguridad del gobierno. Filma la cámara de un noticiero. Filma el moderno teléfono celular que viene con cámara incorporada. Se filman los movimientos en la calle, pero también lo que se hace en la intimidad de la casa. Hoy todo se filma y se sube a las redes sociales. Todo se sabe, nada se esconde. La sensación es que desde que apareció internet todos vivimos en la misma pieza. Que en este mundo globalizado ya no hay secretos.
José Jiménez puede dar fe de ellos. Toda su vida soñó con ser futbolista y trascender por sus habilidades. Sin embargo, pasó por las canchas tucumanas casi en forma anónima durante varios años. Hasta que un día lo alcanzó la fama y se subió al gran escenario. Lamentablemente para él, nada fue como hubiese querido. El domingo llegó a la cancha de San Juan para jugar un partido del Anual liguista con su equipo, Bella Vista. En la tribunas había varios centenares de hinchas. Nada extraordinario. Lo habitual en un partido de esas características. Ese puñado de hinchas fue testigo de su reacción contra el perro que apareció en el campo de juego en un momento inoportuno. Justo cuando su equipo perdía y faltaban pocos minutos para el final. Reaccionó mal. Y lo pago caro. Una cámara filmó su accionar. En pocas horas esas imágenes recorrieron el mundo. Millones de personas se asombraron y repudiaron. Abrumado por las consecuencias de su acto, pidió perdón. Ya era tarde. Su arrepentimiento sirvió de poco. Fue condenado socialmente.
La muerte de Javier Jerez, el hincha de Lanús, también fue filmada. El video tardó algunas horas en aparecer, pero al final todos vieron cómo sucedió el mortal ataque. Cuando desapareció Ángeles Rawson, sus familiares dijeron que no había vuelto a su casa luego de asistir a la clase de gimnasia. Hasta que apareció un video que la muestra llegando a la vivienda minutos después de despedirse de sus compañeras y la investigación sufrió un giro de 180 grados. Ni hablar de las famosas que graban su actos íntimos y se escandalizan cuando los videos pasan a estar al alcance de todos.
Ya nada es privado. Todo (o casi todo) se conoce. Cualquiera puede ser famoso. La vida, en estos tiempos modernos de redes sociales e internet, es lo mas parecido a un reality de 24 horas por día.
José Jiménez puede dar fe de ellos. Toda su vida soñó con ser futbolista y trascender por sus habilidades. Sin embargo, pasó por las canchas tucumanas casi en forma anónima durante varios años. Hasta que un día lo alcanzó la fama y se subió al gran escenario. Lamentablemente para él, nada fue como hubiese querido. El domingo llegó a la cancha de San Juan para jugar un partido del Anual liguista con su equipo, Bella Vista. En la tribunas había varios centenares de hinchas. Nada extraordinario. Lo habitual en un partido de esas características. Ese puñado de hinchas fue testigo de su reacción contra el perro que apareció en el campo de juego en un momento inoportuno. Justo cuando su equipo perdía y faltaban pocos minutos para el final. Reaccionó mal. Y lo pago caro. Una cámara filmó su accionar. En pocas horas esas imágenes recorrieron el mundo. Millones de personas se asombraron y repudiaron. Abrumado por las consecuencias de su acto, pidió perdón. Ya era tarde. Su arrepentimiento sirvió de poco. Fue condenado socialmente.
La muerte de Javier Jerez, el hincha de Lanús, también fue filmada. El video tardó algunas horas en aparecer, pero al final todos vieron cómo sucedió el mortal ataque. Cuando desapareció Ángeles Rawson, sus familiares dijeron que no había vuelto a su casa luego de asistir a la clase de gimnasia. Hasta que apareció un video que la muestra llegando a la vivienda minutos después de despedirse de sus compañeras y la investigación sufrió un giro de 180 grados. Ni hablar de las famosas que graban su actos íntimos y se escandalizan cuando los videos pasan a estar al alcance de todos.
Ya nada es privado. Todo (o casi todo) se conoce. Cualquiera puede ser famoso. La vida, en estos tiempos modernos de redes sociales e internet, es lo mas parecido a un reality de 24 horas por día.
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