Frío versus calor, un viejo dilema

La llegada de las temperaturas más bajas del año reflota una dicotomía seguramente tan antigua como la humanidad: ¿qué es preferible, el calor o el frío? Sin dudas, las marcas más extremas ponen a prueba a quienes eligen una u otra opción.

En general, pareciera que la juventud se vuelca más a favor del calor, y aquellos que cargan algunos años -y kilos de más- optan por el frío. En mi caso particular, cuando era niño y no tenía mayores responsabilidades, disfrutaba mucho del verano y de las actividades que el calor favorece. Pero ahora, de grande, tengo que movilizarme mucho con ropa de trabajo y ya no tolero el calor; ahora prefiero el frío. Según este argumento, no es lo mismo transpirar en reunión con amigos, al lado de una piscina, que hacerlo en medio de la City tucumana -por ejemplo- con camisa, corbata y saco. Igual, planificar una salida nocturna a bailar o a tomar algo es más fácil con temperaturas cálidas que cuando "pela" el frío. Y para alguien que no piensa en diversión nocturna sino en una noche acogedora en casa, probablemente el exceso de calor sea un problema.

Los que adhieren a la corriente que sostiene que el cambio climático mundial está en marcha aseguran que en la actualidad hace mucho más calor que en tiempos anteriores. "La Tierra se ha calentado durante los últimos 100 años 0,74 grados centígrados, y durante las dos próximas décadas ese proceso continuará y la temperatura media del planeta habrá aumentado en 0,2 grados más", concluyó el Grupo Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC en sus siglas en inglés). Como sea, el calor en exceso puede provocar malhumor, dolor de cabeza y sensación corporal de falta de aseo. En cambio, el frío se resuelve con ropa, como decían nuestros abuelos.

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