Le dijo adiós a los prejuicios

Murray, un "perdedor" hasta 2012, es el primer británico que gana en Londres desde 1936.

¡AL FIN UNA SONRISA! Murray tuvo un festejo bastante medido hasta con su familia pero cuando recibió la Copa, sonrió. REUTERS ¡AL FIN UNA SONRISA! Murray tuvo un festejo bastante medido hasta con su familia pero cuando recibió la Copa, sonrió. REUTERS
08 Julio 2013
LONDRES.- Cuatro caídas en sus primeras cuatro finales de Grand Slam no fueron suficiente para desmoralizarlo. Andy Murray dejó atrás definitivamente la injusta imagen de "perdedor" para convertirse en el nuevo héroe nacional del Reino Unido al derrotar al serbio Novak Djokovic en la final por 6-4, 7-5 y 6-4. Pelirrojo y orgulloso de haber nacido en la localidad escocesa de Dunblane, se erigió como el primer británico en 77 años en alzar el título en el torneo de tenis de Wimbledon después de Fred Perry.

Parte indiscutida del grupo de elite del tenis, Murray tuvo la desgracia de convivir con Roger Federer, Rafael Nadal y luego Djokovic, que monopolizaron los Grand Slams en los últimos años. Esos torneos fueron una barrera infranqueable para Murray. La más reciente en Wimbledon en una final que se le escapó tras haber ganado el primer set a Federer, podría haber significado un duro golpe para Murray, considerado ya el eterno aspirante.

Pero tras aquel partido volvió con más fuerza y conquistó primero el oro olímpico en Londres 2012 y luego su primer Grand Slam en Estados Unidos. "Pienso que he perseverado. Así ha sido probablemente la historia de mi carrera. Tuve muchas derrotas duras, pero pienso que cada año he mejorado un poco", dijo Murray.

Vital en su carrera fue la contratación como entrenador del ex tenista Ivan Lendl, que al igual que Murray perdió sus primeras cuatro finales de Grand Slam, pero terminó ganando ocho. "Él siempre creyó en mí cuando muchas personas no lo hicieron", comentó el británico. Serio como su coach, Murray no sonrió tras conquistar posiblemente el título más importante en la historia del tenis británico pero admitió que la procesión iba por dentro: "los últimos puntos fueron los más duros que debí jugar en mi vida".

Nacido en una ciudad lluviosa y poco apta para jugar tenis, se mudó con 15 años a Barcelona y entró en la academia de Emilio Sánchez Vicario, una de las dos experiencias que más marcarían su vida. La otra fue ver como un desequilibrado mataba a 16 niños en la escuela a la que asistía. El tenista se escondió en la oficina de la directora, y se salvó. Ganador de 28 títulos en su carrera, el británico se sacó un gran peso. Ahora sólo le queda un último objetivo en la mira: ser el N°1 del mundo.

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