Un hipopótamo dormilón, tigres y osos pardos encienden la curiosidad de los niños

El paseo por la reserva fitozoológica Carlos Pellegrini deja a los más pequeños sorprendidos por la cantidad y variedad de especies que habitan allí. Hay aves, leones y ciervos entre otros tantos animales. Hicimos el recorrido acompañados por Manuel, para contarte cómo es la experiencia en la piel de un chico de 6 años.

COMO UN OSO. Manuel representó a uno de los cachorros pardo por pedido de su madrina. LA GACETA / FOTOS DE FRANCO VERA COMO UN OSO. Manuel representó a uno de los cachorros pardo por pedido de su madrina. LA GACETA / FOTOS DE FRANCO VERA
12 Julio 2013

Inquieto, curioso y fascinado. Manuel Racedo Terán se movía activamente por los senderos, como si estuviera jugando en el fondo de su casa. La diferencia era que en esa fresca mañana tenía a su alrededor unos 600 animales de 150 especies, autóctonas y exóticas. Una veintena de dientes de leche adornaban su sonrisa. No sabía ni quería ocultar su felicidad. Sus ojos marrones detrás de los cristales estaban seducidos por el entorno, y sus piernas se aceleraban cada vez que un pavo real cruzaba su camino y lo encandilaba con su llamativo plumaje. Sin embargo, agitado tras la persecución, él se encargaba de aclarar: "el tigre es mi favorito". 

Con un pantalón azul con parches en las rodillas, un buzo polar verde, un poncho y un colorido gorrito con bufanda, Manuel, de seis años, caminó dos kilómetros junto a su madrina María José Racedo Terán para llegar a la Reserva Fitozoológica del Instituto Carlos Pellegrini, la más grande del NOA. Son de esta capital y desde el domingo aprovechan el receso invernal para pasear por San Pedro de Colalao. 

"Él es muy inquieto y muy expresivo. Le encantan los animales, por eso lo traje al zoológico. Le gustan las cosas naturales. Por ejemplo, disfruta mucho de salir de picnic", aseguró la mujer, que es enfermera en el Hospital Padilla. 

Ocurrencias y bromas 
El recorrido comenzó por el sector de las aves y los mamíferos, los que se encuentran en hábitats protegidos para hacer más seguro el paseo. Mientras avanzaban por la caminería de piedra, Manuel comenzó a dar señales de su expresividad con ocurrentes frases: "los cuernos de los ciervos parecen dos chichones"; "si me paro con las llamas para la foto me van a escupir"; "¿los cisnes están bañados que están tan blancos?". 

Entre bromas con su madrina y una buena dosis de risas, el pequeño llegó al sector donde se encuentra uno de los animales más llamativos de la reserva: el hipopótamo. Sin embargo, no tuvo la suerte de verlo despierto. Lejos de decepcionarse, Manuel, que va a primer grado de la Escuela Normal, tomó la situación con gracia y hasta se animó a hacer un chiste. "Se parece a mí, por lo que duerme tanto", dijo risueño. 

Felinos, osos y monos 
A mitad del recorrido, en medio de una gran variedad de felinos, aparecieron los dos animales que tanto buscaba Manuel: los tigres y los leones. Con una expresión boquiabierta, se pegó al alambrado de seguridad para verlos comer y tembló con cada rugido. "Que no dejen salir al león porque nos va a comer a todos", dijo, al tiempo que comparó el tamaño de su mano con la de la pata del animal. 

Ya sin el gorro y acalorado de tanto correr, el niño se preguntó: "¿serán buenitos los osos?". Se acercó al sector donde había cuatro cachorros de oso pardo. Tras un frustrado intento de tocarlos, se animó a imitar su forma de caminar y de rugir. En el hábitat de los negros americanos, al ver que uno de ellos tenía una pata amputada (se quebró y no lo pudieron curar), miró a su madrina y le dijo: "para mí que se la comió el león. ¿Cómo no lo curás vos que sos doctora?". 

Barra de chocolate de por medio (su golosina preferida), el pequeño visitó a los monos, que se arrojaban desde lo más alto de las jaulas. Luego, se divirtió con decenas cobayos que comían al unísono, y finalizó su paseo tratando de alcanzar algún pavo real desprevenido. 

Luego de la intensa actividad, llegó la hora de recuperar energías. María José sacó un taper con carne, papas y huevo para hacer un picnic. Así, como le gusta a Manuel.


DÓNDE QUEDA
La reserva está en San Pedro de Colalao, una localidad ubicada a unos 90 kilómetros al norte de San Miguel de Tucumán. Para llegar hay que tomar la Ruta Nacional 9 hasta la Ruta Provincial 311.

EN QUÉ IR
Ómnibus: Empresa San Pedro de Colalao, cuesta $29.50. Sale desde la Terminal cada hora y media, aproximadamente, a partir de las 6. El último colectivo de vuelta sale a las 21.

En auto: hay 1.10 horas de viaje. Estaciones de servicio en el camino.

DÍAS Y HORARIOS
De lunes a domingo, de 8.30 a 19. La reserva también está abierta aunque llueva.

PRECIOS
La entrada vale $ 20 por persona. Menores de 5 años no pagan.

QUÉ COMER
Sólo se venden bebidas en el predio. Hay asadores, merenderos y quinchos que se pueden usar por $ 5 adicionales.

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Prajes, grutas y otros atractivos

Tener ganas de caminar y explorar es casi un requisito fundamental para ir a San Pedro del Colalao. Además de comidas regionales y artesanías en las inmediaciones de la plaza principal, hay otras actividades que se pueden realizar en estas vacaciones de invierno. 

Una de las opciones es subir a Monte Bello, un mirador natural que se encuentra a unos 800 metros del centro. Desde la cima, en la que hay una cruz, se observa al pueblo en todo su esplendor. Los senderos hasta allí no revisten mayores dificultades. 

En la calle 24 de Septiembre está emplazado el Cabildo Indiano, construcción que data de 1.850. Allí se realizó el censo del último grupo de aborígenes Tolombón y Colalao. En el lugar funciona el Museo Arqueológico Dr. Manuel A. García Salemi, que está abierto de martes a domingo en horario comercial. 

Otro de los atractivos para los visitantes es la Gruta de Lourdes. Es una réplica de la original que se encuentra en Francia. Fue construida en los años '80 y en sus paredes hay incrustada una piedra de la gruta original. Cada 11 de febrero se lleva a cabo la representación del milagro de Lourdes en una representación que reúne a más de 300 actores. 

A 9 kilómetros al oeste de la villa, en el paraje llamado La Ovejería, sobre la margen derecha del río Tipas, se encuentra Piedra Pintada. Es un bloque pétreo de aproximadamente 1,50 metros de ancho, 4 de largo, 1,60 de altura, y se encuentra enterrada unos dos metros. Cuenta con más de 40 grabaciones antropomorfas, zoomorfas y dibujos abstractos. Al lugar no se puede llegar en vehículo. Hay que hacer a pie o a caballo los últimos tres kilómetros. Los senderos no son difíciles de transitar. Piedra Pintada es la primera de cuatro piedras similares que se encuentran en todo este territorio cercano a San Pedro de Colalao. 

Si además de paisajes estás buscando aventura y mayor contacto con la naturaleza, tenés que conocer el Puente del Indio, que está ubicado a unos 18 kilómetros de la vida, en la montaña Diente Rojo. El puente se formó de manera natural, erosionado por el viento y el agua. Los senderos para llegar se pueden hacer a pie o a caballo, pero tenés que recorrerlos junto a un guía ya que son dificultosos y algo peligrosos. Por consultas o mayor información, comunicate con el Grupo Coquena, al (0381) 154-012778.

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LO MALO

No hay dónde comprar Comida
Tenés que llevar tus alimentos o bien volver a la villa.

Senderos
El camino se torna algo dificultoso e irregular por momentos. Podría ser dificultoso para niños pequeños o personas mayores.

¿Y la basura?
En el recorrido por la reserva es difícil encontrar cestos para los residuos.

Descuidos 
Al final del recorrido hay pequeñas montañas de escombros que no dan una buena impresión.


LO BUENO

Seguridad
Los animales están en hábitats cerrados. Sólo algunas especies de aves están libres.

Señalización
Es buena. Cada hábitat posee carteles con la descripción y el origen de cada especie.

Puro verde
Hay una gran variedad de animales y de árboles, que entusiasman a los chicos.



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