Por Indalecio Francisco Sanchez
31 Julio 2013
Las cañas que aún quedan en pie lucen amarillentas. El termómetro bajo cero las dejó heladas, cual metáfora del estado que exhibe la mayoría de los cañeros (en especial los pequeños y medianos) y algún que otro industrial respecto de la mala campaña que les espera para esta temporada. El boicot es interno, porque un par de industriales y de grandes cañeros blanden un machete y, como aquellos viejos peladores de caña, voltean cualquier intento de acuerdo que sirva para mejorar precios y condiciones generales. El Estado no es el responsable de la crisis ni de la actividad. Pero es innegable que fracasó con su intento de ordenar la industria que impulsó el obispo Colombres. Hasta aquí, parecen prevalecer ciertos acuerdos que colocan en el lugar de intocables al "rey de la caña" y a algún otro florido empresario. Ambos están dejando un tendal de deudas, PyMEs al borde de la quiebra y ahogando de azúcar el mercado.
Un PASO incómodo
La helada también llegó para los políticos, pero en forma de ese incómodo frío que corre por la espalda cuando algo o alguien genera miedo. Alperovich teme que el casamiento por conveniencia que consumó con el debilitado kirchnerismo le pegue en las urnas. Ganará, pero sin triunfos aplastantes como todos los anteriores: sacar "apenas" menos de 400.000 será llegar con un ojo morado a 2015. Por eso, por primera vez desde que está en el poder, debió recurrir a sus prácticas de precandidato a gobernador, cuando tejía alianzas con peronistas y radicales para pelear por el sillón de Lucas Córdoba como aquel forastero elegido por el PJ. Casi todos los políticos que a comienzos de milenio lo ayudaron a llegar están lejos de él. Por eso ahora se ladea -internamente- con los que crecieron bajo su sombra y, externamente, con un "gordo" y un "flaco" que lo hacen reír con las travesuras que arremeten en las entrañas de los frentes opositores. Alperovich no duda del 3X1, pero tuvo que negociar con "colorados" y "mellizos" para que la línea no baje de los 400.000. Nunca antes el gobernador había tenido que aceptar que otros dirigentes además de él tenían poder de voto independiente y que eran indispensables para que le cerraran los números. Amaya, por ahora, juega a lo Scioli, con amagues de +a. Aún no se sabe si será lo que uno u otro son hoy para CFK.
Siguiendo con las siglas, el hasta ahora líder de la oposición, K-No, sueña con un 2X2 que lo deje a tiro de la lucha por la gobernación. Hoy siente que es posible moretear a ese Alperovich que, cual Mike Tyson, en segundos volteaba enemigos. El senador radical avizora que el alperovichismo, siguiendo con la comparación, necesita morderle la oreja porque sus golpes ya no son tan potentes como para liquidar con rapidez el pleito. Habrá que ver si, en las PASO, algún dirigente se entromete en la lista canista. Para la vieja guardia radical, que un Succar llegase haría más interesante la nómina, pero cruzan los dedos para que no se les cuele un apellido con tufillo a alperovichismo. Otros opositores llegan a las primarias con el peso de la realidad sobre sus espaldas: Colombres Garmendia se dará cuenta que la foto con Macri no orbita lo suficiente como para recolectar la cantidad de votos que creía. Bussi sonríe, porque presiente que el apellido de su padre le sigue aportando votos y que, con poco, podría llegar al podio en cantidad de sufragios. El resto de las listas sigue convencida que le sobrarán los votos en las PASO para superar el 1,5% de los sufragios necesarios para seguir en la carrera electoral, pero apenas uno o dos lo lograrán. Porque, en los surcos como en las urnas, los intereses de pocos prevalecen por sobre el de muchos.
Un PASO incómodo
La helada también llegó para los políticos, pero en forma de ese incómodo frío que corre por la espalda cuando algo o alguien genera miedo. Alperovich teme que el casamiento por conveniencia que consumó con el debilitado kirchnerismo le pegue en las urnas. Ganará, pero sin triunfos aplastantes como todos los anteriores: sacar "apenas" menos de 400.000 será llegar con un ojo morado a 2015. Por eso, por primera vez desde que está en el poder, debió recurrir a sus prácticas de precandidato a gobernador, cuando tejía alianzas con peronistas y radicales para pelear por el sillón de Lucas Córdoba como aquel forastero elegido por el PJ. Casi todos los políticos que a comienzos de milenio lo ayudaron a llegar están lejos de él. Por eso ahora se ladea -internamente- con los que crecieron bajo su sombra y, externamente, con un "gordo" y un "flaco" que lo hacen reír con las travesuras que arremeten en las entrañas de los frentes opositores. Alperovich no duda del 3X1, pero tuvo que negociar con "colorados" y "mellizos" para que la línea no baje de los 400.000. Nunca antes el gobernador había tenido que aceptar que otros dirigentes además de él tenían poder de voto independiente y que eran indispensables para que le cerraran los números. Amaya, por ahora, juega a lo Scioli, con amagues de +a. Aún no se sabe si será lo que uno u otro son hoy para CFK.
Siguiendo con las siglas, el hasta ahora líder de la oposición, K-No, sueña con un 2X2 que lo deje a tiro de la lucha por la gobernación. Hoy siente que es posible moretear a ese Alperovich que, cual Mike Tyson, en segundos volteaba enemigos. El senador radical avizora que el alperovichismo, siguiendo con la comparación, necesita morderle la oreja porque sus golpes ya no son tan potentes como para liquidar con rapidez el pleito. Habrá que ver si, en las PASO, algún dirigente se entromete en la lista canista. Para la vieja guardia radical, que un Succar llegase haría más interesante la nómina, pero cruzan los dedos para que no se les cuele un apellido con tufillo a alperovichismo. Otros opositores llegan a las primarias con el peso de la realidad sobre sus espaldas: Colombres Garmendia se dará cuenta que la foto con Macri no orbita lo suficiente como para recolectar la cantidad de votos que creía. Bussi sonríe, porque presiente que el apellido de su padre le sigue aportando votos y que, con poco, podría llegar al podio en cantidad de sufragios. El resto de las listas sigue convencida que le sobrarán los votos en las PASO para superar el 1,5% de los sufragios necesarios para seguir en la carrera electoral, pero apenas uno o dos lo lograrán. Porque, en los surcos como en las urnas, los intereses de pocos prevalecen por sobre el de muchos.
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