Medinas añora el esplendor perdido por una traza ferroviaria que la marginó

DE PIE. A pesar del deterioro de los techos de su galería, la estación de Medinas logró escaparse de la piqueta y de los depredadores. En su interior vive una familia.  FOTOS DE OSVALDO RIPOLL / ARCHIVO LA GACETA DE PIE. A pesar del deterioro de los techos de su galería, la estación de Medinas logró escaparse de la piqueta y de los depredadores. En su interior vive una familia. FOTOS DE OSVALDO RIPOLL / ARCHIVO LA GACETA

"Villa de Medinas/ pueblo antiguo,/ pueblo histórico, centenario/ Fruto perenne./ Nacido del pavés y de la espada/ de Don Gaspar de Medina,/ conquistador y genearca/ de preclaras generaciones/ argentinas./ ¿Quién pregona/ decadencias y olvidos?/ ¿Quién reclama/ pasados esplendores?/ ¿Quién repite/ leyendas ferroviarias?".

El medinense Hugo Pichón Navarro grafica en su poema con precisión al pueblo ubicado en el departamento Chicligasta, a 87 kilómetros al sur de San Miguel de Tucumán.

"La Villa de Medinas fue un feudo que Francisco de Aguirre cedió a Gaspar de Medina (1530-1598), quien vino con él desde Chile a estas tierras. En 1587 era un encomendero de Acapianta, primitivo nombre del lugar. El reverendo padre David Dip, que fue nuestro historiador, dice que el nombre no deriva del mencionado Gaspar de Medina, sino de un hijo de éste, Diego, y da como fecha de fundación el año 1643", contó Adolfo Arias, de 50 años, delegado comunal de Medinas.

Otra fisonomía

"¡Ahí estás!/ Te conservas/ orgullosa y señorial/ como vieja de abolengo./ La carcoma de los siglos/ no pudo con tu madero./ Te custodian/ tu río milenario,/ los sueños de los Abuelos,/ el morrión del Hidalgo,/ el alma del cura/ Miguel Román", agrega Pichón Navarro. 

"En realidad el ferrocarril de Córdoba a Tucumán se constituyó en una de las principales fuentes de la actividad y del movimiento de la vida medinense. Cuando el riel llegó a Télfener (hoy Monteagudo), en 1876, me comentaba mi padre, que fue ferroviario, Medinas pasó a ocupar un importante rol en las comunicaciones", destacó don Nilo Navarro Villeco, de 85 años, nativo de esa histórica villa "Medinas -añadió- vivió por entonces su época de oro, que se extendió hasta 1895. Para entonces ya contábamos en la villa nada menos que con dos hoteles, correo, comisaría, hospital y telégrafo". 

"Lo curioso era que acá todavía no había estación ferroviaria. Pero al estar bien ubicados en relación a Monteagudo cambió nuestra vida comercial. El transporte de mercaderías, maquinarias, instrumentos y enseres se hacía por tren y de aquí debían trasladarse a destino por otros medios de locomoción", puntualizó Arias.

"A raíz de ello -agregó el funcionario- la estación de Monteagudo se convirtió en una plaza fuerte de comercio y en un emporio de trabajo".

Al respecto, el "Nene" Navarro evocó a don Segundo Posse, quien en 1880 llegó con su tropa de carros a Medinas "para entregarse al acarreo de mercaderías de Monteagudo a Medinas y a otros destinos de la zona".

El tendido del Ferrocarril Noroeste Argentino. en 1889, sacó a Medinas del trazado principal, dándole un ramal adicional que lo comunicaba con Concepción.

La estación se construyó en un predio que hoy delimitan las calles Güemes al este, San Martín, al oeste, 25 de Mayo al norte, y 24 de Septiembre al sur. En el solar sólo existe el edificio de viajeros y, para el lado del hospital San José, se puede divisar la base de la plataforma giratoria, hoy convertida en una fuente. En cambio, hacia un costado, aún perduran el tanque de agua y la manga de carga para las locomotoras. Sólo una de las cinco vías es perceptible. Las otras cuatro ya no existen y en la playa de maniobras, los jóvenes del pueblo se divierten en "picantes" partidos de fútbol.

"Había tres servicios de trenes por día hacia Concepción. El primero salía a las 7.05. Era el famoso tren de palo que estaba conformado por un furgón estafeta, un coche de pasajeros clase única de madera y otro vagón de carga. Paraba en Humaitá primero, Humaitá segundo y San Ramón, antes de arribar a Concepción", contó don José "Pepe" Díaz, de 72 años.

"También había un cargadero de caña y venía un carguero diario con mercaderías diversas que se descargaba acá y luego las trasladaban a Trinidad y a otros lugares. Pero después se levantó todo en los 70 y nos quedamos sin nada", agregó don Pepe.

"Villa de Medinas, / pueblo antiguo,/ permanecerás por los siglos de los siglos,/ porque tus hijos,/ y los hijos de tus hijos,/ trotamundos, peregrinos,/ arrastran en sus plantas/ el polvo de las raíces", dice al final Pichón Navarro.

Trastienda de una decisión injusta

La ley provincial N° 528 concedió a Samuel Kelton la autorización para construir un ferrocarril desde La Madrid hacia la capital tucumana.

En el informe del técnico A. Degoulet se dejó constancia de una modificación -propuesta por el concesionario- entre Concepción y Aguilares. El tránsito general del famoso ramal CC-12 no se haría por la Villa de Medinas, lo que sucedía antes, en la primera traza. Un ramal particular arrancaría de Concepción hacia Medinas. No pasaba por su centro urbano, sino a dos kilómetros de la misma villa y a cuatro del ingenio La Trinidad, que por aquel tiempo estaba en pleno crecimiento.

El ramal del Ferrocarril Noroeste Argentino primitivamente iba a pasar por Los Gucheas. Los rieles debían trazar la hipotenusa y base de un triángulo rectángulo, lo cual aumentaba considerablemente la longitud del tendido a cerca de 19 km. En cambio con el ramal de Concepción a Aguilares, las vías férreas tendrían nada más que 10 km. Para Medinas este trazado importaba una ventaja: un recorrido de sólo 11 km. Y llegaba a su centro. Mucho se dijo al respecto. Pero la disposición, producto o no de influencias interesadas, es más aceptable que la versión popular que habla de la oposición de un vecino a que el ferrocarril pasara por sus tierras.

El tramo Santa Ana-Monteros, de la línea del sur se inauguró el 16 de mayo de 1889. Pero cuando Medinas logró tener su estación el progreso se detuvo. El ramal Concepción-Medinas-Monteagudo-Las Termas de Río Hondo nunca llegó a concretarse, a pesar de los numerosos estudios que se hicieron. Los beneficios que hubieran reportado a esta zona hoy son incalculables. Y este pueblo, con tanta historia, fue injustamente relegado en la noche del olvido.

NOTABLES.- Personas ilustres y de gran actuación en la provincia surgieron de la Villa de Medinas. Al respecto, cabe recordar a don Octaviano Vera, ex gobernador de Tucumán; a la reverenda madre Mercedes Pacheco, fundadora del Instituto Cristo Rey y al maestro y notable escritor Fausto Burgos, entre otros notables que se destacaron como magistrados, legisladores y escritores.

RECUERDOS.- "Don Correntío Rosa Díaz y don Ernesto Roca solían transportar la mercadería que llegaba a la estación de Medinas para la Villa Trinidad. Recuerdo que la parada ferroviaria contaba con un auxiliar, don Armando Aguirre, el jefe de estación López y mi compadre Tafí Díaz. La estación tenía sala de espera, la boletería y tres asientos sobre el andén. En tiempos del tren, acá era distinto", rememoró Pepe Díaz.

IGLESIA PARROQUIAL.- El padre Cabrera cuenta que en 1741 en Medinas ya existía la capilla, la cual por ser la más importante del Curato fue designada iglesia parroquial el 27 de febrero de ese año. La patrona del lugar ya era la Virgen de la Merced. Su acción se extendió a una amplia zona que tenía poblados antiguos, tales como Alpachiri, Lazarte, Trejos, Chiquiligasta, La Ramada (hoy Concepción), Gucheas, Yucumanitas, Santa Cruz, Gastonilla, Atahona, etcétera. Esa información surge de los libros de su rico archivo parroquial.

JUSTICIA Y GRATITUD.- El tiempo implacable pareciera haberse detenido en la Villa de Medinas, para carcomer sus paredes y edificios; su estado, por las múltiples casas en sucesión, es más bien ruinoso. El comercio trabaja duramente. Sus tierras son óptimas para el cultivo. Es necesario que se las rehabilite. Al parecer acontece con Medinas lo que sucede con las cosas viejas: nadie espera ni cree necesaria su restauración. Pero es un deber de justicia y de gratitud acudir en su ayuda, dicen sus habitantes.

LOS CARNAVALES.- "En el tren también solíamos ir a bailar al recreo Los Cazón de San Ramón. En el mismo lugar, hoy funciona una panadería. En los carnavales sabíamos darle, sin prisa ni pausa, a la cerveza, a la serpentina y al papel picado", memora un paisano.

DECADENCIA.- Medinas comenzó un proceso de decadencia lenta, el que según algunas opiniones ya se había iniciado cuando los rieles llegaron a ella. Pero adquirió nuevos bríos al ser absorbida por los ingenios San Felipe de los Vega, la Trinidad y posteriormente el Aguilares, ubicados próximos a ella, que atrajeron población por tener trabajo seguro en las mencionadas fábricas azucareras.

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