Una banda de seis mujeres robó en el centro

Las ladrones eligieron un local de venta de ropa y amenazaron con un cuchillo a la dueña

EL BLANCO. En San Juan al 400 está el negocio donde robaron dinero y ropa. LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARáOZ EL BLANCO. En San Juan al 400 está el negocio donde robaron dinero y ropa. LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARáOZ
02 Agosto 2013
Sonia Gómez ya se había acostumbrado a convivir con las mecheras que ingresaban a su negocio. Cada vez que una clienta daba vueltas por el local, revisando durante mucho tiempo las prendas, estaba cerca de ella para garantizar que no se llevara nada. Pero toda su estrategia se cayó ayer, cuando fueron seis mujeres las que actuaron juntas, y usaron un cuchillo para amenazarla.

El local "Rosa Chicle" de Gómez se encuentra en San Juan 417. La mujer abrió hace aproximadamente un año el local en el que vende ropa para mujeres y nunca antes había sufrido un asalto. "Sólo mecheras, eso sí", relató ayer a LA GACETA luego de ser asaltada.

Alrededor de las 11.30 ingresaron las seis ladronas. Cuatro de ellas fueron hacia la derecha, donde están los estantes y una mesa con ropa, y la hija de Gómez se acercó a atenderlas.

Las otras dos se dirigieron hacia el mostrador, ubicado a la izquierda, donde estaba la propietaria. "Cuando se acercaron pensé que venían a preguntarme algo. Pero una de ellas sacó un cuchillo y me amenazó. Quedé paralizada", contó Sonia Gómez.

Esas dos mujeres sacaron el dinero que había en una caja registradora (unos $ 1.000, según dijo la comerciante), pero no les pareció suficiente. Decidieron llevarse ropa, y eligieron las prendas más costosas. Las otras cuatro ladronas tomaron camperas de cuero, sacos y una pila de pantalones vaqueros. Gómez y su hija miraron atónitas cómo las mujeres salían del negocio, caminando hacia calle Laprida, como si recién hubieran comprado las prendas.

Indignación

"Nadie vio nada; nunca nadie ve nada. Hace dos meses la asaltaron a la chica que tiene el negocio al lado del mío, y ni siquiera yo me di cuenta", expresó Gómez. En su ojos rojos se percibía la indignación e impotencia que sentía por el asalto sufrido.

Si hubiera tenido la opción de no hacer la denuncia en la Policía, la propietaria aseguró que no hubiera llamado a la comisaría. "Lo hago porque me lo piden en el seguro. ¿De qué serviría si no?", se preguntó.

La mujer no podía calcular aún el monto del botín, ya que debía hacer el inventario y buscar las facturas de los proveedores. "Los policías están siempre en la esquina de 25 de Mayo y San Juan y pasan por la vereda cada tanto, ¿pero de qué me sirve?", agregó.

En la entrada hay una cámara de seguridad del edificio, pero sólo enfoca las puertas. "En las imágenes se podrá ver a las mujeres entrar y después salir con ropas como si fueran clientas, nada extraño. Cuando asaltaron en el negocio de al lado pusimos las fotos tomadas de los videos en las vidrieras, pero no sirvió para nada", dijo decepcionada.

"Estoy acostumbrada a las mecheras. Estamos encima, viendo qué tocan. Se van gritando, pero conseguimos que no se lleven nada. Esta vez fue distinto, todavía no logro reponerme", admitió.

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