Por Federico Diego van Mameren
04 Agosto 2013
Pienso, luego voto. La cuenta regresiva está en marcha y el ciudadano tiene la palabra. Las PASO invitan centralmente a elegir candidatos, no a delegar poder. Esa es tarea para octubre. El diccionario de etimología subraya que la palabra candidato viene de candidus, que significa persona vestida de blanco. Con el tiempo se convirtió en sinónimo de aquel individuo que busca alguna dignidad, honor o cargo.
¿Qué están haciendo para ser dignos del voto? No mucho. La discusión es quien tiene mejores números, no palabras; menos aun proyectos o ideas. Muchos recurren a los padrinos para que aparezcan en las fotos, porque solos no terminan de ser. Uno de los pocos que pone la cara y presume de al menos una propuesta es, hasta ahora, Juan Luis Véliz, del Frente de Izquierda de los Trabajadores. El hombre propone que los diputados ganen "como vos". En busca de la dignidad hay postulantes como el oftalmólogo Guido Pérez que ha mostrado cierta miopía electoral y a quien los radicales lo ven demasiado simpático con el alperovichismo. Otro radical confunde: a Ariel García lo acusan de hacerse guiños con el oficialismo pero se muestra con el tierno Enrique Romero, un archienemigo del alperovichismo que el viernes fue hasta la Legislatura a presentar una ley para que se prohíban los videos pornográficos y los cambien por los del gobernador y funcionarios en Abu Dabi. García también cuenta con los mimos del gobernador santiagueño, otro que frunce el ceño cuando habla de su par tucumano. En la Casa de Gobierno no se cansan de hacerse los sorprendidos cuando dicen que vieron encuestas (documentos visibles para los "sijosesistas" e invisibles para el resto de los mortales) donde Ricardo Bussi está bien posicionado. "A mí me duele la panza cuando me dicen eso", masculla el intendente Domingo Amaya. El "Scioli" comarcano se pone colorado cuando los "sijosesistas" le advierten que si se pierde en la Capital será responsabilidad del intendente y de sus amigos. "Nosotros no tenemos candidatos, pero no sacamos los pies del plato", dicen que se defendió Amaya ante el mismísimo Alperovich en la Casa de Gobierno. Y también le aclaró que muchos votos de Bussi son del peronismo de clase baja y no de radicales, como creen los "sijosesistas", que se alegran porque creen que Bussi le resta votos al radical José Cano. Al ministro polirrubro y confesor de José se le oyó decir que son pocos los puntos que le sacan al Acuerdo Cívico y Social en la Capital. El miércoles pasado hubo un reclamo para el "Scioli" tucumano. Fue el más peronista de los candidatos de la lista oficialista el que tomó la palabra. Osvaldo Jaldo le habría recriminado que se veían pocas pintadas; y "eso es el ABC del peronismo", justificó. El intendente, en tanto, le recordó: "el ABC del peronismo es recorrer el territorio" y luego preguntó cuál es el miedo de recorrer los barrios. "La gente quiere ver a los candidatos", porfió. Los principales actos del Frente de la Victoria se hacen en la Casa de Gobierno donde, desde el Salón Blanco, el gobernador pide que lo acompañen.
Un hombre cualquiera
Alperovich sigue mareado en su propio laberinto. Todas las semanas aparece algo que lo sacude. Esta vez fue la difusión de videos y de fotos de su viaje a Dubai. Fue el punching ball preferido de los medios. El gobernador intentó dar respuestas, pero el remedio fue peor que la enfermedad. Los medios le hablaron al político y él respondió como empresario. "Lo pagué con mi plata", indicó y se ofuscó por la intromisión en su vida privada. El justificativo fue una gran equivocación. El impacto de las imágenes y de los trascendidos que surgieron por el costo del alojamiento se centró en la ostentación más que en una posible acción de peculado. Las lecturas no fueron directamente a cuestionar de dónde sacó el dinero, sino que fue como un choque de civilizaciones. El gobernador de una provincia pobre como Tucumán, que no puede pagar el 82% móvil a los jubilados y que mantiene niveles de pobreza preocupantes, quedó en un contraste muy grande con las poblaciones turísticas árabes. Y además, en su confusión, el gobernador intentó desvincularse de la escena al tildarlo de privado, cuando el hombre público sigue siéndolo aun en sus hechos privados. El jueves pasado, en su "Apenas ayer", el historiador Carlos Páez de la Torre (h) recuerda una carta de Manuel Belgrano a un amigo. La misiva como la crónica concluyen: "…Pídole a usted, pues, que ruegue al Todopoderoso me llene de humildad; con eso no caigo en la tentación de pensar, algún momento, que soy algo más que un hombre cualquiera".
El premio al castigado
El mareo del gobernador se exacerba más aún porque no sabe de dónde vienen los embates. Duda si llegan de su entorno, de la oposición o de la Nación. Por cualquier cosa siempre estará sospechando de los medios. Si hay algo que no puede refutar son sus inconvenientes con la seguridad que terminan siendo corroborados con la aparición de estas imágenes, que estaban guardadas en el celular de su esposa y senadora, tercera en la sucesión del poder argentino. Las versiones dicen que alguien de su entorno las extrajo; y otros sospechan de un espionaje mayor. Sea cual fuere la verdad, las deficiencias se profundizan. Alperovich suele repetir que no sabe qué hacer con la seguridad provincial. Los hechos confirman ese titubeo: el comisario Raúl Ferreyra, que quedó en medio del escándalo por un pedido de coima de su gente, perdió el manejo de la Regional Norte. Pero más que un castigo fue un premio, porque apenas le quitaron ese cargo lo nombraron director general del departamento de Bomberos. Cuando la semana terminaba en la Brigada Norte donde se armó el descalabro por el pedido de $ 30.000 de coima, un preso se escapó porque estaba harto del consumo de drogas en la comisaría. Demasiado.
La impotencia del gobernador no es sólo con la seguridad. En los últimos días mientras recibía mandobles por sus vacaciones arábigas repitió el "no sé qué hacer". Pero esta vez se refería a la quema de cañas por parte de la industria azucarera. La Federación Económica dio un paso en falso cuando respaldó a los cañeros por la quema cuando en realidad se trata de un delito. Pero al menos eligieron el camino de defender a sus asociados, el mandatario volvió a decir que no sabía cómo poner freno a esta conducta que pone en riesgo vidas. Si un funcionario dijera que no sabe qué hacer estaría anticipando su renuncia, Alperovich, con sus declaraciones, al menos desilusiona y en épocas de campaña, peor aún.
Humo blanco
Mientras los electores piensan, esta semana los punteros van a acomodar los bolsones para llegar más tranquilos a la jornada electoral. La vida transcurre al margen de la ley. En tanto, de las ventanas que dan al norte en el último piso de la casa donde se interpretan las leyes empieza a salir humo blanco. El vocal de la Corte -¿y futuro presidente del cuerpo?- Antonio Gandur ya habría finiquitado su voto sobre el caso Marita Verón. Los chismosos tribunalicios aseguran que nada tendrá que ver con el fallo absolutorio que tanto ofuscó a Susana Trimarco y que movió los pisos de Tribunales y de la Casa de Gobierno. Alperovich, que empezó el fin de semana pergeñando cómo hacer para que Jorge Lanata no lo vapulee más -hasta hizo consultas a algún abogado de confianza para ver si podía hacer algo-, va a comenzar la semana atento a las repercusiones que genere el programa de Canal 13. Y seguirá aturdido, porque los tiempos en los que todo lo manejaba ya son parte de la historia.
¿Qué están haciendo para ser dignos del voto? No mucho. La discusión es quien tiene mejores números, no palabras; menos aun proyectos o ideas. Muchos recurren a los padrinos para que aparezcan en las fotos, porque solos no terminan de ser. Uno de los pocos que pone la cara y presume de al menos una propuesta es, hasta ahora, Juan Luis Véliz, del Frente de Izquierda de los Trabajadores. El hombre propone que los diputados ganen "como vos". En busca de la dignidad hay postulantes como el oftalmólogo Guido Pérez que ha mostrado cierta miopía electoral y a quien los radicales lo ven demasiado simpático con el alperovichismo. Otro radical confunde: a Ariel García lo acusan de hacerse guiños con el oficialismo pero se muestra con el tierno Enrique Romero, un archienemigo del alperovichismo que el viernes fue hasta la Legislatura a presentar una ley para que se prohíban los videos pornográficos y los cambien por los del gobernador y funcionarios en Abu Dabi. García también cuenta con los mimos del gobernador santiagueño, otro que frunce el ceño cuando habla de su par tucumano. En la Casa de Gobierno no se cansan de hacerse los sorprendidos cuando dicen que vieron encuestas (documentos visibles para los "sijosesistas" e invisibles para el resto de los mortales) donde Ricardo Bussi está bien posicionado. "A mí me duele la panza cuando me dicen eso", masculla el intendente Domingo Amaya. El "Scioli" comarcano se pone colorado cuando los "sijosesistas" le advierten que si se pierde en la Capital será responsabilidad del intendente y de sus amigos. "Nosotros no tenemos candidatos, pero no sacamos los pies del plato", dicen que se defendió Amaya ante el mismísimo Alperovich en la Casa de Gobierno. Y también le aclaró que muchos votos de Bussi son del peronismo de clase baja y no de radicales, como creen los "sijosesistas", que se alegran porque creen que Bussi le resta votos al radical José Cano. Al ministro polirrubro y confesor de José se le oyó decir que son pocos los puntos que le sacan al Acuerdo Cívico y Social en la Capital. El miércoles pasado hubo un reclamo para el "Scioli" tucumano. Fue el más peronista de los candidatos de la lista oficialista el que tomó la palabra. Osvaldo Jaldo le habría recriminado que se veían pocas pintadas; y "eso es el ABC del peronismo", justificó. El intendente, en tanto, le recordó: "el ABC del peronismo es recorrer el territorio" y luego preguntó cuál es el miedo de recorrer los barrios. "La gente quiere ver a los candidatos", porfió. Los principales actos del Frente de la Victoria se hacen en la Casa de Gobierno donde, desde el Salón Blanco, el gobernador pide que lo acompañen.
Un hombre cualquiera
Alperovich sigue mareado en su propio laberinto. Todas las semanas aparece algo que lo sacude. Esta vez fue la difusión de videos y de fotos de su viaje a Dubai. Fue el punching ball preferido de los medios. El gobernador intentó dar respuestas, pero el remedio fue peor que la enfermedad. Los medios le hablaron al político y él respondió como empresario. "Lo pagué con mi plata", indicó y se ofuscó por la intromisión en su vida privada. El justificativo fue una gran equivocación. El impacto de las imágenes y de los trascendidos que surgieron por el costo del alojamiento se centró en la ostentación más que en una posible acción de peculado. Las lecturas no fueron directamente a cuestionar de dónde sacó el dinero, sino que fue como un choque de civilizaciones. El gobernador de una provincia pobre como Tucumán, que no puede pagar el 82% móvil a los jubilados y que mantiene niveles de pobreza preocupantes, quedó en un contraste muy grande con las poblaciones turísticas árabes. Y además, en su confusión, el gobernador intentó desvincularse de la escena al tildarlo de privado, cuando el hombre público sigue siéndolo aun en sus hechos privados. El jueves pasado, en su "Apenas ayer", el historiador Carlos Páez de la Torre (h) recuerda una carta de Manuel Belgrano a un amigo. La misiva como la crónica concluyen: "…Pídole a usted, pues, que ruegue al Todopoderoso me llene de humildad; con eso no caigo en la tentación de pensar, algún momento, que soy algo más que un hombre cualquiera".
El premio al castigado
El mareo del gobernador se exacerba más aún porque no sabe de dónde vienen los embates. Duda si llegan de su entorno, de la oposición o de la Nación. Por cualquier cosa siempre estará sospechando de los medios. Si hay algo que no puede refutar son sus inconvenientes con la seguridad que terminan siendo corroborados con la aparición de estas imágenes, que estaban guardadas en el celular de su esposa y senadora, tercera en la sucesión del poder argentino. Las versiones dicen que alguien de su entorno las extrajo; y otros sospechan de un espionaje mayor. Sea cual fuere la verdad, las deficiencias se profundizan. Alperovich suele repetir que no sabe qué hacer con la seguridad provincial. Los hechos confirman ese titubeo: el comisario Raúl Ferreyra, que quedó en medio del escándalo por un pedido de coima de su gente, perdió el manejo de la Regional Norte. Pero más que un castigo fue un premio, porque apenas le quitaron ese cargo lo nombraron director general del departamento de Bomberos. Cuando la semana terminaba en la Brigada Norte donde se armó el descalabro por el pedido de $ 30.000 de coima, un preso se escapó porque estaba harto del consumo de drogas en la comisaría. Demasiado.
La impotencia del gobernador no es sólo con la seguridad. En los últimos días mientras recibía mandobles por sus vacaciones arábigas repitió el "no sé qué hacer". Pero esta vez se refería a la quema de cañas por parte de la industria azucarera. La Federación Económica dio un paso en falso cuando respaldó a los cañeros por la quema cuando en realidad se trata de un delito. Pero al menos eligieron el camino de defender a sus asociados, el mandatario volvió a decir que no sabía cómo poner freno a esta conducta que pone en riesgo vidas. Si un funcionario dijera que no sabe qué hacer estaría anticipando su renuncia, Alperovich, con sus declaraciones, al menos desilusiona y en épocas de campaña, peor aún.
Humo blanco
Mientras los electores piensan, esta semana los punteros van a acomodar los bolsones para llegar más tranquilos a la jornada electoral. La vida transcurre al margen de la ley. En tanto, de las ventanas que dan al norte en el último piso de la casa donde se interpretan las leyes empieza a salir humo blanco. El vocal de la Corte -¿y futuro presidente del cuerpo?- Antonio Gandur ya habría finiquitado su voto sobre el caso Marita Verón. Los chismosos tribunalicios aseguran que nada tendrá que ver con el fallo absolutorio que tanto ofuscó a Susana Trimarco y que movió los pisos de Tribunales y de la Casa de Gobierno. Alperovich, que empezó el fin de semana pergeñando cómo hacer para que Jorge Lanata no lo vapulee más -hasta hizo consultas a algún abogado de confianza para ver si podía hacer algo-, va a comenzar la semana atento a las repercusiones que genere el programa de Canal 13. Y seguirá aturdido, porque los tiempos en los que todo lo manejaba ya son parte de la historia.