23 Agosto 2013
ENREJADOS Y CON MIEDO. Los vecinos del CAC denunciaron que jamás ven a la Policía pasar por el lugar. LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARAOZ
Un Centro de Acción Comunitaria (CAC) fue blanco de ladrones dos veces en dos semanas. Esa situación mantiene preocupados tanto al personal del lugar, situado en la esquina de Congreso y Eudoro Aráoz, como al resto de los vecinos de Villa Amalia.
El último hecho ocurrió ayer a la mañana, cuando todavía no estaban abiertas las puertas del CAC. Un grupo de mujeres, varias de ellas embarazadas, formaba fila en la vereda a la espera de un turno. Eran las 7.30 cuando el ginecólogo Carlos Uasuf bajó de su auto para comenzar a atender a las pacientes. En ese momento, dos individuos que se movilizaban en una motocicleta se acercaron, apuntaron al médico con un arma de fuego en la cabeza y le quitaron su teléfono celular.
Pero no se conformaron con eso, sino que continuaron despojando de sus pertenencias a las cerca de 10 mujeres que estaban paradas en la vereda. "Les sacaron los celulares, las billeteras y a una de las chicas le quitaron la moto", contó a LA GACETA una vecina que no se animó a dar su nombre.
La médica Fátima Olavarría denunció el hecho en la seccional 9ª. Sin embargo, hasta ayer en la comisaría no había novedades de los delincuentes, que ni siquiera habían sido identificados, según informaron los policías de esa dependencia.
"Esta es una zona complicada", reconoció el director del CAC, Rubén Lobo, quien no se encontraba en el lugar al momento del asalto.
Por la escuela
El robo de ayer sorprendió al personal del CAC, que si bien vive atemorizado por los constantes hechos delictivos de la zona, no esperaban ser víctimas de ladrones dos veces en tan poco tiempo.
Según relataron algunas empleadas del lugar, los delincuentes entraron al edificio hace dos semanas. Ocurrió en horas de la madrugada, cuando no había nadie, e ingresaron por una puerta trasera que comunicaba al CAC con la Escuela Santa Rita.
Los ladrones pudieron entrar al sector donde funciona la farmacia y se robaron la leche que había guardada para los bebés y recién nacidos. Después de aquel hecho, las autoridades del CAC decidieron anular con cemento esa puerta.
Aquella misma noche, en tanto, de la escuela se llevaron mesas, sillas, sanitarios y hasta la imagen de una Virgen. "Los vecinos nos dijeron que cargaron todo en un carro, pero acá nadie quiere hablar porque todos tienen miedo", afirmaron otras mujeres.
La gente de la zona aseguró a LA GACETA que los policías tienen miedo de entrar al barrio lindero, conocido como "La Chimenea", donde se refugiarían los delincuentes cada vez que cometen un delito.
El último hecho ocurrió ayer a la mañana, cuando todavía no estaban abiertas las puertas del CAC. Un grupo de mujeres, varias de ellas embarazadas, formaba fila en la vereda a la espera de un turno. Eran las 7.30 cuando el ginecólogo Carlos Uasuf bajó de su auto para comenzar a atender a las pacientes. En ese momento, dos individuos que se movilizaban en una motocicleta se acercaron, apuntaron al médico con un arma de fuego en la cabeza y le quitaron su teléfono celular.
Pero no se conformaron con eso, sino que continuaron despojando de sus pertenencias a las cerca de 10 mujeres que estaban paradas en la vereda. "Les sacaron los celulares, las billeteras y a una de las chicas le quitaron la moto", contó a LA GACETA una vecina que no se animó a dar su nombre.
La médica Fátima Olavarría denunció el hecho en la seccional 9ª. Sin embargo, hasta ayer en la comisaría no había novedades de los delincuentes, que ni siquiera habían sido identificados, según informaron los policías de esa dependencia.
"Esta es una zona complicada", reconoció el director del CAC, Rubén Lobo, quien no se encontraba en el lugar al momento del asalto.
Por la escuela
El robo de ayer sorprendió al personal del CAC, que si bien vive atemorizado por los constantes hechos delictivos de la zona, no esperaban ser víctimas de ladrones dos veces en tan poco tiempo.
Según relataron algunas empleadas del lugar, los delincuentes entraron al edificio hace dos semanas. Ocurrió en horas de la madrugada, cuando no había nadie, e ingresaron por una puerta trasera que comunicaba al CAC con la Escuela Santa Rita.
Los ladrones pudieron entrar al sector donde funciona la farmacia y se robaron la leche que había guardada para los bebés y recién nacidos. Después de aquel hecho, las autoridades del CAC decidieron anular con cemento esa puerta.
Aquella misma noche, en tanto, de la escuela se llevaron mesas, sillas, sanitarios y hasta la imagen de una Virgen. "Los vecinos nos dijeron que cargaron todo en un carro, pero acá nadie quiere hablar porque todos tienen miedo", afirmaron otras mujeres.
La gente de la zona aseguró a LA GACETA que los policías tienen miedo de entrar al barrio lindero, conocido como "La Chimenea", donde se refugiarían los delincuentes cada vez que cometen un delito.
Temas
Villa Amalia