30 Agosto 2013
La clausura temporaria de la oficina de la fiscalía de Instrucción de la V° Nominación generó un revuelo en el Poder Judicial de Tucumán. El miércoles, a las 12.30, cuando el fiscal Washington Navarro Dávila cerró su oficina por falta de agua potable no imaginó las consecuencias de semejante medida.
El funcionario judicial salió al pasillo con todos sus colaboradores a la espera de una solución. En aquel momento, Navarro Dávila dijo que estaba harto de no poder utilizar ni siquiera el baño.
La imagen del fiscal sentado en un pasillo, que se publicó en la portada de la edición de ayer de LA GACETA, no cayó bien en la cúpula de la Corte Suprema de Justicia. Luego de tres horas de "protesta", Navarro Dávila reabrió las puertas antes de las 16 (turno tarde). Sin embargo, tanto él como sus colaboradores debían usar el baño de la fiscalía de la II° Nominación, a cargo de Carlos Albaca. Antonio Estofán, presidente de la Corte Suprema de Justicia, dijo que la provisión de agua potable es un problema de vieja data. Explicó que la cisterna subterránea está ubicada en el sector del inmueble que pertenece a la Provincia, pero el tanque de agua que provee a todo el predio está en el terreno que pertenece al Ejército.
Originariamente, el edificio de avenida Sarmiento y Laprida fue utilizado como sede de la V° Brigada del Comando del Ejército Argentino. Ayer, Estofán deslizó que lo sorprendió la actitud del fiscal. "Un reclamo formal jamás llegó a mí, ni por escrito ni por teléfono. Todos tienen ese problema. La única reacción de ese tipo que hemos tenido ha sido la del doctor Navarro Dávila", advirtió el presidente del alto tribunal. Además, explicó que el fiscal fue apercibido por el Ministerio Fiscal, cargo de Luis De Mitri.
Por su parte, el fiscal involucrado insistió ayer que él no recibió ninguna notificación, ni llamado de atención de parte del Ministerio Fiscal. Navarro Dávila remarcó que la decisión de levantar la medida (antes de las 16), la tomó él, tras hablar con Albaca y vio que podía usar el baño de esa oficina.
El funcionario judicial salió al pasillo con todos sus colaboradores a la espera de una solución. En aquel momento, Navarro Dávila dijo que estaba harto de no poder utilizar ni siquiera el baño.
La imagen del fiscal sentado en un pasillo, que se publicó en la portada de la edición de ayer de LA GACETA, no cayó bien en la cúpula de la Corte Suprema de Justicia. Luego de tres horas de "protesta", Navarro Dávila reabrió las puertas antes de las 16 (turno tarde). Sin embargo, tanto él como sus colaboradores debían usar el baño de la fiscalía de la II° Nominación, a cargo de Carlos Albaca. Antonio Estofán, presidente de la Corte Suprema de Justicia, dijo que la provisión de agua potable es un problema de vieja data. Explicó que la cisterna subterránea está ubicada en el sector del inmueble que pertenece a la Provincia, pero el tanque de agua que provee a todo el predio está en el terreno que pertenece al Ejército.
Originariamente, el edificio de avenida Sarmiento y Laprida fue utilizado como sede de la V° Brigada del Comando del Ejército Argentino. Ayer, Estofán deslizó que lo sorprendió la actitud del fiscal. "Un reclamo formal jamás llegó a mí, ni por escrito ni por teléfono. Todos tienen ese problema. La única reacción de ese tipo que hemos tenido ha sido la del doctor Navarro Dávila", advirtió el presidente del alto tribunal. Además, explicó que el fiscal fue apercibido por el Ministerio Fiscal, cargo de Luis De Mitri.
Por su parte, el fiscal involucrado insistió ayer que él no recibió ninguna notificación, ni llamado de atención de parte del Ministerio Fiscal. Navarro Dávila remarcó que la decisión de levantar la medida (antes de las 16), la tomó él, tras hablar con Albaca y vio que podía usar el baño de esa oficina.
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