El peronismo cierra filas y prepara un contraataque. Es ese justicialismo que -azorado- vio cómo "extraños" se apropiaban de su partido, de su sede y de los espacios que siempre supieron ocupar. Ahora, sale de las sombras y arremete con una jugada de manual: fortalecer al archienemigo radical, para que el "amigo" Alperovich quede con una pequeña herida, que sirva para que llegue desangrado a 2015. Uno de los líderes de este peronismo no alperovichista es quien supo estar en los comienzos de la era "A": Antonio Guerrero. Fue él quien impulsó el ingreso del "extrapartidario" al PJ para que en aquel lejano 2003 fuera el candidato a suceder a Julio Miranda. Fue él quien luego se distanció de su pupilo y es él quien ahora teje alianzas para que los 30.000 votos extra que quieren sacar unos y otros en octubre sean para la coalición que lidera José Cano y no para el grupo que embandera los sellos de Juan Domingo Perón.

La próxima movida que intenta dar el peronismo desencantado es hacer público y notorio su apoyo a Cano: quieren que el Movimiento de Unidad Popular (MUP), la línea interna que compitió desde el PJ con el alperovichismo, grite a los cuatro vientos que, el mes próximo, el justicialismo añejo se recuperará si vota a los radicales. Una reedición de aquellas viejas alianzas que de Perón a Menem ayudaron a que el "movimiento" recuperara el poder cuando lo sintió extraviado.

Hasta aquí, nada nuevo bajo el sol, salvo que febo siempre había asomado para dar calor al alperovichismo. Ya no. Son cada vez más los que piensan que el reparto de dos bancas para el Gobierno y dos para Cano beneficia a todo el arco político (interno y externo). Salvo a Alperovich.

El canismo agazapado no cierra ninguna puerta, pero se sabe limitado: no podrá encolumnar detrás suyo a Fuerza Republicana ni al PRO ni al PO ni a la coalición de izquierda. Pese a ello, intuye que, aún sin el apoyo de los líderes de estas agrupaciones, se llevará -de a puñados- votos de independientes que en las PASO optaron por esas minorías, pero que en las legislativas se calzarán boinas radicales ante la polarización de los próximos comicios con el alperovichismo.

Por lo pronto, cuentan con el casi seguro aval del MUP e insisten en seducir al amayismo despechado. Por ahora, Cano sólo derramó lágrimas en el teléfono, porque intentó hablar con el "Colorado", pero el intendente no lo atiende. Como el que se quema con leche, que cuando ve la vaca llora, Amaya no está dispuesto a dar un paso en falso y quedar al descubierto con un atisbo de diálogo entre estos contemporáneos de veredas opuestas. El kirchnerismo podría condenar a Amaya y hacer volar el paraguas protector que el jefe comunal posee hoy ante la tormenta alperovichista que azota sus tierras.

Son los "pibes" de José

Alperovich nunca se caracterizó por quedarse de brazos cruzados. No lo hizo antes ni lo hará ahora. Pero a la vez despliega su estrategia para que el poder absoluto continúe siendo suyo. Como en los video juegos de lucha, espera que se cargue su barra de energía para lanzar su golpe maestro. Por ahora, le hizo sana sana a los popes del interior, de la Legislatura y del concejo capitalino. "Se hace el bueno", grafica un ladero del gobernador. El primer paso es apoyarse en los "pibes". Confía en los jóvenes a los que él hizo crecer, se rodea de ellos en el Gabinete y a los que están en puestos legislativos les pide susurros en sus oídos sobre lo que allí sucede. Ellos y sus fieles compañeros que quedaron de su cruzada de 2003 forman su mesa redonda de caballeros. La batalla se avizora épica.

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