BUENOS AIRES.- La necesidad política de revertir el adverso resultado electoral de agosto, llevó al Gobierno a acelerar gastos que implican un fuerte impacto sobre las cuentas públicas. Así, la Administración resolvió no sólo la suba del mínimo no imponible para asalariados, sino también el aumento de los montos anuales a facturar por monotributistas, sin contar con una contraprestación de ingresos. Esto, sin tomar en cuenta el impacto de los vencimientos de la deuda. Todas estas erogaciones van a profundizar el déficit fiscal, que amenaza con superar largamente los U$S 15.000 millones hacia fin de año.

Una vez más, la presidenta Cristina Fernández reiteró en la cena por el Día de la Industria que su Gobierno no llevará adelante una política de ajuste. Pero, con ingresos que van en descenso y gastos en ascenso, el desequilibrio de las cuentas públicas será aún más amplio y sólo la utilización de las reservas del BCRA permitirá posponer el ajuste fiscal, que el Gobierno trata de evitar mediante la dilapidación de reservas y dejando la infraestructura a su suerte.

En otras palabras, mientras el verdadero ajuste ya lo están haciendo los privados, la Administración sigue pagando una fiesta para pocos, echando mano a los ahorros y dejando caer la casa.

Las señales son confusas: el Gobierno aumentará el gasto y las empresas públicas pedirán mayores fondos. Como una muestra de la desesperación por mas recursos, se autorizó la exportación de 3 millones de toneladas de maíz para tapar agujeros, con las retenciones, mientras las perspectivas para la próxima campaña se reducen. El revés judicial en los Estados Unidos y la baja en la calificación de la deuda soberana son dos señales del adverso clima externo.

Aerolíneas Argentinas augura mayores gastos. La polémica presentación del presidente de la compañía en el Senado dejó un manto de dudas. Mariano Recalde no supo clarificar los números de la empresa durante su áspero debate con el senador Gerardo Morales.

El artilugio contable de tomar endeudamiento en cabeza de Austral para maquillar el balance de Aerolíneas, según denunció Morales, no sería nada más que una ficción. Cuando el legislador planteó los $ 4.300 millones -U$S 790 millones- de deuda de Austral con el Banco Nación y los créditos que la compañía tiene -U$S 580 millones al BNDES del Brasil- por la compra de aviones Embraer, Recalde no supo explicar qué pasaba. ¿Desvío de fondos? ¿Mala administración? A esta altura, Morales se pregunta si, en el ocultamiento de estas cifras, no se estaría tapando la comisión de alguna conducta criminal. Pero además de esto, Aerolíneas recibe del Tesoro aportes por U$S 1.000 millones anuales, destinados a una empresa con elevados costos en dólares, que tiene deuda en esa moneda y que le subsidia a una minoría de argentinos viajes al exterior y a una minoría de turistas extranjeros recorridos internos. Por si no se entendió bien: el Gobierno subsidia a una minoría de gente con alto poder adquisitivo sus gastos en dólares, mediante la financiación en comodísimas cuotas en pesos. Otra muestra del derrumbe del modelo.

¿Es un contrasentido o hay en marcha un contramodelo? Mientras la Presidenta se niega a poner en orden las cuentas públicas, la sociedad continúa padeciendo este tipo de injusticias que, además, tendrá que pagar a futuro, con mayor inflación, pobreza y exclusión.

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