La copla, una expresión del canto y la identidad

16 Septiembre 2013
Es grito de vida, soledad, alegría, dolor, amor, picardía, rebeldía... universo sonoro con olor a cerro, a silencio de pueblos sometidos. La copla sigue aún viva y conserva ese don de abrazar a la gente entorno al canto, a la caja. En el marco del 53° Septiembre Musical, el viernes, en el dique Celestino Gelsi, renació en las voces de chicos y docentes para recordar a Leda Valladares (1919-1912), esa incansable tucumana que rescató la copla de los valles calchaquíes e intentó proyectarla al país. Se sumaron al homenaje las copleras amaicheñas Felisa Arias de Balderrama, su nieta Andrea Mamondes, el músico Gustavo Santaolalla, el cantor Hugo Rodríguez y la investigadora Miriam García.

El Encuentro de Canto Colectivo "Leda Valladares, la copla viva" le puso color al viernes gris e hizo recordar con emoción las "topadas" de caja y canto que Valladares solía organizar no sólo en el embalse, sino también en los patios de las escuelas, en los estadios. Estuvieron presentes alumnos de Trancas, Monteros, El Chañar. Para poder estar presentes los chicos de la Escuela 246, de La Marta (Burruyacu), tuvieron que organizar con su maestros rifas para poder costearse el transporte hasta El Cadillal; la Cooperadora los ayudó con otros gastos. "No podíamos faltar. Los chicos les tomaron el gusto a las coplas: apenas llegaban a clases, sacaban las letras y empezaban a cantar", dijo un profesor de esa escuela.

Poeta, compositora, folcloróloga, Leda Valladares recordó en una oportunidad: "Desde que descubrí la maravilla de ese canto milagroso que habita en los ranchos y montañas del norte argentino, lleno de misterio, no pude hacer otra cosa que difundirlo y registrarlo para que sean esos cantores anónimos los portadores de una cultura de siglos, que increíblemente el hombre urbano y muchos artistas de la Argentina todavía desconocen".

Según la docente salteña Mercedes Alfarito, la copla es mucho más que un simple género periférico, rural y de simple transmisión oral. Es en sí misma un elemento valiosísimo de transmisión cultural. "Sin embargo no aparece en los libros de la escuela considerada como se debiera, en los niveles semánticos, discursivos y poéticos que le corresponden y merece. Y si aparece, es vista como un simple detalle de color local que no alcanza para entrar por la puerta grande de la cultura oficial e institucionalizada. Esta realidad es otra de las deudas pendientes que se tiene con la Argentina periférica, donde a algunas expresiones culturales les cuesta demasiado ocupar algunos espacios centrales", sostiene la educadora en un ensayo sobre la copla.

Es positiva esta experiencia colectiva a través de la copla, que anteriormente se había realizado en la plaza Independencia; mucho más lo será si su enseñanza se extiende a todas la escuelas de la provincia. De ese modo, se estaría verdaderamente inculcando a niños y docentes una expresión que tiene que ver con parte de nuestra identidad y a valorar la cultura propia. "Cuando descubrí la copla, nunca había escuchado nada parecido sobre el planeta. Desde ese momento no pude hacer otra cosa que intentar aprender esa furia abismal, esa energía que venía del grito del indio de siglos", contaba Leda Valladares. Si bien ella no pudo lograr que todos los chicos tucumanos cantaran coplas, sembró con convicción y amor el latido de ese cosmos que quiere prender nuevamente con la llegada de la primavera.

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