ENSAYO
Librerías
JORGE CARRIÓN
(Anagrama - Madrid)
El pasado 3 de abril resultó finalista del 41° premio Anagrama de Ensayo el trabajo de Jorge Carrión, Librerías. La obra acaba de publicarse y obviamente no pudo pasar inadvertida ante los ojos del autor de estas líneas, quien por esas casualidades de la vida se convirtió en un librero.
El libro de Carrión traza un recorrido importante por la historia y la geografía de librerías independientes de los cinco continentes. Aporta datos, anécdotas y consideraciones del autor y de los principales protagonistas que desde estos particulares comercios acompañaron la historia del pensamiento.
Justamente, las librerías y en muchos casos quienes la dirigen, indudables agitadores culturales en todos los tiempos, acompañaron movimientos de ideas, acercaron, difundieron todo esto incluso a riesgo de sus propias vidas.
La historia de las librerías en diferentes lugares del mundo tiene puntos en común con las que podríamos relatar los libreros independientes de estas latitudes. Indudablemente, Sylvia Beach, quien fuera propietaria de un ícono de este viaje como la célebre Shakespeare and Company, ocupa un lugar de privilegio en esta historia, al haber sido la primera editora del Ulises, de Joyce, y facilitadora de un movimiento que iluminó desde Francia al resto del mundo. Esto no impide que el texto reproduzca los consejos del decálogo del librero de Romano Montrori, quien entre otras cosas aconseja cómo quitar el polvo a los libros para que de paso se memorice el lugar donde están.
La figura del librero independiente se reivindica permanentemente en el texto. Son quienes agitan esas letras quietas, las expanden, interactúan con lectores que terminan dándoles el movimiento. Configuran un espacio, un "lugar" que se distingue notoriamente del "no-lugar" definido por Marc Auge y que hoy se presentan como las llamadas cadenas de librerías.
"Intento tratar a los libros como ellos me tratan a mí, es decir, de hombre a hombre. Los libros son personas, o no son nada. … En cuanto se quiere encontrar una utilidad utilitaria a la literatura se la ve languidecer, encogerse y perecer. Una librería es ese lugar gratuito y perfecto que no puede servir para nada", manifiesta Claude Roy en El amante de las librerías.
Identidad específica
Las librerías independientes demarcan una identidad específica. Cada librero se la imprime a fuego y los lectores la conocen perfectamente. El librero es un cómplice indispensable del lector habitué, miembro a la vez de este particular club en el que sus preferencias constituyen un requisito de admisión que permanentemente evoluciona.
"Una librería -dice Walter Benjamín en El libro de los pasajes- pone manuales sobre el amor junto a estampitas de colores; hace cabalgar a Napoleón en Marengo junto a las memorias de una doncella de cámara y, entre un libro de sueños y otro de cocina, hace marchar a antiguos ingleses por los caminos anchos y estrechos del Evangelio".
Cada librería condensa el mundo y el mundo todo lo contiene, justamente como las librerías que pueden abarcar esa infinitud que constituye el pensamiento humano. El lector/cliente incluso maneja un lenguaje propio con respecto a los resultados de sus incursiones entre anaqueles y así contará que "consiguió" tal o cual obra haciendo gala de esa extraña proeza que constituye una visita a una librería.
En un momento en que el mundo se desdibuja constantemente y en que las formas de comunicación varían y alteran los usos y costumbres, las librerías independientes, que exhiben una larga tradición, aún tienen mucho para decir y para dar.
© LA GACETA
Mario Kostzer