19 Noviembre 2013
AUDACES. Estudiantes de Arquelogía no tienen temor de meterse dentro de ese pozo que guarda preciados secretos sobre la vida en San Francisco. LA GACETA / FOTOS DE INéS QUINTEROS ORIO
Cada baldosa que se levanta, cada piedra que se corre, cada revoque que se quita desnuda parte de la historia desconocida del templo de San Francisco. En ese perímetro de 3.000 metros cuadrados ubicado en pleno centro tucumano conviven varios períodos históricos: los más antiguos datan de la presencia de los jesuitas cuando la ciudad se trasladó desde Ibatín, en 1685.
Su restauración integral comenzó en 2010. La primera obra que se encaró fue la renovación de las cubiertas. Y en esta segunda etapa, que comenzó hace más de cuatro meses, se están renovando todas las conexiones de agua, pluviales y de cloacas. También se está inyectando cemento en los cimientos para evitar que el viejo edificio siga hundiéndose. Este es, sin duda, uno de los inconvenientes más graves, ya que por este desplazamiento se produjeron grietas profundas.
Estos trabajos obligaron a levantar parte de los pisos y ahí comenzaron a aparecer las sorpresas. Como explicó Orlando Billone, el arquitecto que coordina esta parte de la obra, el edificio comienza a contar su propio cuento a medida que avanza la restauración. "No existen datos concretos, tampoco había planos de la propiedad. Cuando entramos aquí estábamos a ciegas". El equipo pretende rescatar su historia riquísima y de gran valor histórico y patrimonial. Una de las ideas del proyecto es que el convento quede abierto al público para recorrerlo y con un sector de museo.
Cerámicas y huesos
En el patio central del claustro, que data de principios de 1900, apareció una vieja cisterna que servía para recolectar agua de lluvia. En ese perímetro un grupo de estudiantes de arqueología cavan y separan los elementos que encuentran. Esa parte del equipo está coordinado por la arqueóloga Jorgelina García Ascárate. Mirella Lauricella y Marina Vega se meten sin temor en esa fosa que cada vez se vuelve más profunda. "Ya encontramos restos de vidrios, cerámicas, huesos, envases y restos de materiales de construcción", comentan. Son restos urbanos que luego les darán información acerca de la vida que se llevaba dentro del convento. "Los huesos no creemos que sean humanos, podrían ser de animales. De los que ellos comían", aclaran las estudiantes. Hasta la cisterna llegan viejos caños de cerámica que atraviesan el patio desde distintos puntos del edificio. "Sabíamos que algo iba a aparecer porque hay canales perimetrales que debían desembocar en algún lugar", destacó Billone.
Mientras se levantaban los pisos de este sector también se encontraron las viejas bases de las columnas de lo que era el antiguo patio del claustro, que se remonta a mediados de 1800. Una parte de esta construcción convive hacia el costado del convento. Esa es una de las partes más antiguas del inmueble.
En la cocina, mientras los especialistas picaban para renovar la cañería del agua, se dieron con que los anchos muros eran totalmente de piedra. Pircas gruesas e impenetrables. En el piso de ese ambiente también encontraron un viejo conducto con rastros de humo y restos de ceniza. No se sabe muy bien, explica Billone, pero puede que se trate de una conexión para algún sistema de cocina. "Uno trabaja sabiendo que cada cosa que tocás es irremplazable y que tu intervención puede modificar cosas invaluables. Todo es parte de la historia en este sitio. Aquí se celebraron las reuniones previas a 1816. También funcionó como hospital, cementerio y hasta cárcel de mujeres", recordó el arquitecto.
Las excavaciones para las inyecciones de cemento deben hacerse en varios puntos del inmueble. Eso incluye el interior del templo. "Era un problema porque no queríamos correr los retablos (altares laterales con imágenes de santos) por el peligro de que se estropeen. Lo que vamos a hacer es abrir en el medio de los pasillos y así llegar a la base de cada columna por debajo", contó.
Esos trabajos comenzarán en enero y también habrá que trabajar en el altar principal. "Para llegar hemos tenido que pedir permiso a los dueños de la propiedad contigua porque solo tenemos 80 centímetros de pasillo por detrás del altar y no vamos a poder trabajar", explicó Billone.
La necesidad de dejar registrados cada uno de los avances los hizo considerar la posibilidad de abrir una página web en la que todas las semanas se suban nuevos datos y hallazgos. Algo así como una restauración y rescate en tiempo real. "Creo que sería la primera vez que sea hace algo así en el país", consideró el director de esta orquesta de la historia. Ese material servirá como consulta y también irá armando el rompecabezas de este sitio que fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1964.
Su restauración integral comenzó en 2010. La primera obra que se encaró fue la renovación de las cubiertas. Y en esta segunda etapa, que comenzó hace más de cuatro meses, se están renovando todas las conexiones de agua, pluviales y de cloacas. También se está inyectando cemento en los cimientos para evitar que el viejo edificio siga hundiéndose. Este es, sin duda, uno de los inconvenientes más graves, ya que por este desplazamiento se produjeron grietas profundas.
Estos trabajos obligaron a levantar parte de los pisos y ahí comenzaron a aparecer las sorpresas. Como explicó Orlando Billone, el arquitecto que coordina esta parte de la obra, el edificio comienza a contar su propio cuento a medida que avanza la restauración. "No existen datos concretos, tampoco había planos de la propiedad. Cuando entramos aquí estábamos a ciegas". El equipo pretende rescatar su historia riquísima y de gran valor histórico y patrimonial. Una de las ideas del proyecto es que el convento quede abierto al público para recorrerlo y con un sector de museo.
Cerámicas y huesos
En el patio central del claustro, que data de principios de 1900, apareció una vieja cisterna que servía para recolectar agua de lluvia. En ese perímetro un grupo de estudiantes de arqueología cavan y separan los elementos que encuentran. Esa parte del equipo está coordinado por la arqueóloga Jorgelina García Ascárate. Mirella Lauricella y Marina Vega se meten sin temor en esa fosa que cada vez se vuelve más profunda. "Ya encontramos restos de vidrios, cerámicas, huesos, envases y restos de materiales de construcción", comentan. Son restos urbanos que luego les darán información acerca de la vida que se llevaba dentro del convento. "Los huesos no creemos que sean humanos, podrían ser de animales. De los que ellos comían", aclaran las estudiantes. Hasta la cisterna llegan viejos caños de cerámica que atraviesan el patio desde distintos puntos del edificio. "Sabíamos que algo iba a aparecer porque hay canales perimetrales que debían desembocar en algún lugar", destacó Billone.
Mientras se levantaban los pisos de este sector también se encontraron las viejas bases de las columnas de lo que era el antiguo patio del claustro, que se remonta a mediados de 1800. Una parte de esta construcción convive hacia el costado del convento. Esa es una de las partes más antiguas del inmueble.
En la cocina, mientras los especialistas picaban para renovar la cañería del agua, se dieron con que los anchos muros eran totalmente de piedra. Pircas gruesas e impenetrables. En el piso de ese ambiente también encontraron un viejo conducto con rastros de humo y restos de ceniza. No se sabe muy bien, explica Billone, pero puede que se trate de una conexión para algún sistema de cocina. "Uno trabaja sabiendo que cada cosa que tocás es irremplazable y que tu intervención puede modificar cosas invaluables. Todo es parte de la historia en este sitio. Aquí se celebraron las reuniones previas a 1816. También funcionó como hospital, cementerio y hasta cárcel de mujeres", recordó el arquitecto.
Las excavaciones para las inyecciones de cemento deben hacerse en varios puntos del inmueble. Eso incluye el interior del templo. "Era un problema porque no queríamos correr los retablos (altares laterales con imágenes de santos) por el peligro de que se estropeen. Lo que vamos a hacer es abrir en el medio de los pasillos y así llegar a la base de cada columna por debajo", contó.
Esos trabajos comenzarán en enero y también habrá que trabajar en el altar principal. "Para llegar hemos tenido que pedir permiso a los dueños de la propiedad contigua porque solo tenemos 80 centímetros de pasillo por detrás del altar y no vamos a poder trabajar", explicó Billone.
La necesidad de dejar registrados cada uno de los avances los hizo considerar la posibilidad de abrir una página web en la que todas las semanas se suban nuevos datos y hallazgos. Algo así como una restauración y rescate en tiempo real. "Creo que sería la primera vez que sea hace algo así en el país", consideró el director de esta orquesta de la historia. Ese material servirá como consulta y también irá armando el rompecabezas de este sitio que fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1964.