Por Carlos Páez de la Torre H
27 Noviembre 2013
VICENTE FIDEL LÓPEZ. El destacado político e historiador argentino, en un retrato a pluma de Martín Malharro. LA GACETA / ARCHIVO
Es sabido que, caído Juan Manuel de Rosas en Caseros, en febrero de 1852, el 11 de setiembre de ese año los porteños se alzaron contra el vencedor Justo José de Urquiza. Tras ese movimiento, Buenos Aires quedó separado de la Confederación Argentina.
El 24 de noviembre, Vicente Fidel López escribía a Juan María Gutiérrez. Nos interesa un párrafo de su carta, que alude a Tucumán. Decía López que tenía amistad con Manuel Taboada, de Santiago del Estero, y con José Posse, de Tucumán. Recomendaba que les escribiera. "Posse creo que tiene más confianza en mi sensatez y juicio que en las erupciones de la fatuidad de Sarmiento", decía. Era "preciso que estos hombres se convenzan de que el interés público les demanda apoyar al Congreso y al general Urquiza, para salvar al país de la anarquía".
Según López, se empezaba a temer una posible restauración de Rosas. Si así ocurría, "¿no corre gran riesgo el interior, teniendo, como tiene, un cacique destronado que clama por auxilios en cada frontera? Mas si el Congreso se afirma, y se afirma la autoridad y el prestigio del hombre que lo ha de sostener (cualesquiera sean sus defectos personales, siendo su camino y sus intenciones tan puras como son), todo está salvado".
Esto "porque, radicándose el principio constitucional en él, encontraremos todas las modificaciones y todas las mejoras de que tenemos necesidad vital". Para López, "este es un camino que muestra al fin una gran luz, una gran planicie, mientras que el del 11 de setiembre, por cualquier lado que se lo mire, tiene una borrasca y un caos por consecuencia".
El 24 de noviembre, Vicente Fidel López escribía a Juan María Gutiérrez. Nos interesa un párrafo de su carta, que alude a Tucumán. Decía López que tenía amistad con Manuel Taboada, de Santiago del Estero, y con José Posse, de Tucumán. Recomendaba que les escribiera. "Posse creo que tiene más confianza en mi sensatez y juicio que en las erupciones de la fatuidad de Sarmiento", decía. Era "preciso que estos hombres se convenzan de que el interés público les demanda apoyar al Congreso y al general Urquiza, para salvar al país de la anarquía".
Según López, se empezaba a temer una posible restauración de Rosas. Si así ocurría, "¿no corre gran riesgo el interior, teniendo, como tiene, un cacique destronado que clama por auxilios en cada frontera? Mas si el Congreso se afirma, y se afirma la autoridad y el prestigio del hombre que lo ha de sostener (cualesquiera sean sus defectos personales, siendo su camino y sus intenciones tan puras como son), todo está salvado".
Esto "porque, radicándose el principio constitucional en él, encontraremos todas las modificaciones y todas las mejoras de que tenemos necesidad vital". Para López, "este es un camino que muestra al fin una gran luz, una gran planicie, mientras que el del 11 de setiembre, por cualquier lado que se lo mire, tiene una borrasca y un caos por consecuencia".