El alperovichismo se desangra y el gobernador no sabe cómo frenar la hemorragia. Acostumbrado a tener la iniciativa, hoy reacciona como puede frente a una catarata de hechos que se le suceden, uno tras otro. Aturdido y acobardado, ya ni siquiera cuida las formas a la hora de contener el derrame.

La semana que pasó armó dos reuniones para advertir a sus legisladores que el que manda aún es él. En ambos encuentros puso como ejemplo la "deslealtad" de los mellizos Orellana. En su despacho criticó al legislador José porque, adujo, había llegado a un acuerdo político y, luego, el famaillense se sacó una foto con el renegado kirchnerista Sergio Massa. A todos les avisó que no se puede estar mal con el Gobierno nacional y bien con el provincial. Según dijo, son una misma cosa. En realidad, lo que al gobernador le preocupan son los mensajes, por eso se apuró por alambrar nuevamente la comarca.

Seguramente, la Intendencia de Famaillá será una de las castigadas económicamente por el salto de los Mellizos. Así razona el kirchnerismo y así actúa el alperovichismo. Resulta difícil pensar que el gobernador vaya a expulsar del Pacto Social a ese municipio, pero no es descabellado aventurar que Famaillá no recibirá ni un peso para obras públicas. Los recursos para este rubro llegan a los municipios vía Pacto Social, Fondo Soja y plan Más Cerca. Las tres fuentes de financiamiento se manejan, discrecionalmente, en Casa de Gobierno. En Famaillá el mellizo José -ahora dice que nunca fue K, pero en 2010 propuso que la ruta 301 que desemboca en sus pagos se llame Néstor Kirchner- asegura que igual cuentan con recursos para autofinanciarse. En el PE, sostienen otra cosa. Plantean que, sin el Pacto, ese municipio no tiene ni siquiera para cubrir la planilla salarial.

Diferente es el caso de la capital, el único distrito díscolo que aún no blanqueó su ruptura. Al gobernador se le escapó uno de los aspirantes naturales para enfrentar al amayismo. El viernes, Gerónimo Vargas Aignasse -que en 2003 perdió por 17 votos la Intendencia con Antonio Bussi- le dijo al mandatario que nunca más iba a apoyar al kirchnerismo. Alperovich, en una respuesta políticamente torpe, le replicó que entonces él no lo apuntalaría para sus aspiraciones municipales en 2015. En un momento de sangría, cuanto menos, el mandatario acaba de soltarle las manos al ex diputado para que ensaye alianzas con el sector que se le plazca. Sergio Mansilla, presente en el mitin, vislumbró el gaffe de su líder y trató de enmendarlo: le pidió al legislador que no actúe en caliente y piense bien su postura.

Lo que ocurre es que Alperovich no está preparado para que se le animen. Y, a partir de ahora, serán cada vez más los que se atrevan a desafiarlo. Por eso trastabilla cuando la prensa le pregunta por los gastos de la Convención o por el crucigrama de encubrimientos que comenzó a armar el fiscal Diego López Ávila en el caso Lebbos. Hasta aquí, al gobernador le bastó con una billetera abultada para hacer lo que quisiera. Así adoctrinó a legisladores y punteros hambrientos. Los recibos de gastos de la reforma constitucional que LA GACETA sacó a luz son el emblema del concepto de poder alperovichista: fondos que salen a borbotones, enigmáticamente obscenos.

Hoy, para sostener el poder, con eso no le bastará.

El alperovichismo tiembla. La época de deshielo se inició y el gobernador corre el serio riesgo de que todo lo que construyó empiece a derrumbarse. A lo largo de 10 años edificó un dique que interrumpía el paso del agua, que ya comenzó a filtrarse por las agrietadas paredes. De ahí, a un brusco rompimiento, hay sólo unos cuantos pasos.

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