Prohibidos los postres

El menú de las australianas es variado, incluyendo un suculento desayuno.

LA MEJOR ONDA. En la cocina del hotel manda Sonia Morales. Ella se encarga de mantener contentas a las australianas. Todo marcha sobre ruedas. LA GACETA / ANALIA JARAMILLO LA MEJOR ONDA. En la cocina del hotel manda Sonia Morales. Ella se encarga de mantener contentas a las australianas. Todo marcha sobre ruedas. LA GACETA / ANALIA JARAMILLO
04 Diciembre 2013
Sonia Morales sabe que tiene una brasa ardiente en las manos. Todos los días debe servirle el desayuno, el almuerzo y la cena al equipo australiano. Algo tiene en claro: un paso en falso con la comida y puede ser un desastre. “Hace un mes que venimos charlando con los responsables del hotel sobre el menú. Además intercambiamos mails para que los aprobaran los australianos”, explicó la responsable del área gastronómica del hotel Amerian.

Las directivas fueron claras: carnes magras, verduras, arroz, legumbres, pollo y pescado, nada de grasa ni de azúcares. Contrario a lo que se cree, también pidieron pocas pastas. La alimentación es clave en este tipo de competencias.

Si bien es la primera vez que le toca alimentar a un contingente de deportistas de alto rendimiento, ella tiene experiencia en menús exclusivos. Es oriunda de Mendoza y trabajó varios años en la coordinación de la cocina de una exclusiva posada de Córdoba. Se acuerda de que probaron su menú Martín Redrado, Diego Maradona y Lilita Carrió mientras se hospedaron allí. “Eran platos más gourmet y dietéticos, pero bien disfrazados para que no se notara que hacían dieta”, cuenta.

Por el contrario, con las australianas siempre hay que tener raciones extras porque comen mucho. ¡Claro!, qué problema van a tener si sus cuerpos son máquinas de quemar grasas.

Dentro de las excentricidades de las “Hockeyroos” al momento de alimentarse está el desayuno. Empiezan la mañana con una ensalada de lechuga, tomate y palta. A eso lo acompañan con leche (sola) y yogur. También huevos revueltos y jamón cocido a la plancha. No toman café y las medialunas no aparecen ni por asomo. “Recién piden un café con leche después de la cena; otras prefieren un té con leche”, cuenta Sonia.

Los dulces no entran en la dieta deportiva. Salvo por los cupcakes (magdalenas decoradas con merengue de colores) que comieron la noche que arribaron al hotel, no probaron otro postre dulce. “Sólo comen frutas de estación, por suerte es una buena época y se consigue gran variedad”, destaca Sonia. Nada de dulce de leche por ahora para las australianas.

Milanesas para todas

Sonia supervisa las compras personalmente. Si hay que comprar carne va su hija para elegir los mejores cortes. “La clave es una buena materia prima”, dice. Todo lo preparan en la cocina del hotel, nada se compra ya elaborado. “El otro día les hicimos hamburguesas caseras para que ellas las armaran como si fuera un fast-food. Estaban encantadas”, detalla. Otro día les sirvieron milanesas, un clásico tucumano. Hubo que explicarles lo que era y qué ingredientes llevaba para que aceptaran incluirlo en el menú. Estas exigencias son consideradas normales. “La verdad es que es un grupo excelente, muy respetuoso y por todo dicen gracias”, reconoce Sonia.

Víctor Fernández, el camarero que habla inglés, cuenta que las chicas le piden que les repita el nombre de los alimentos en español para aprenderlos. La cocina comienza a funcionar a las seis de la mañana y la cena está prevista para las 19. “La verdad es que estos días son estresantes, pero me gusta”, sonríe Sonia.

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