06 Diciembre 2013
PORTADA. Imagen del “Libro de la alegría”, que Alejandro Nicolau editó en 2011, en ediciones “Trompetas”.
Sus dibujos tienen trazos simples y hablan de lo cotidiano, con personajes que pueden ser humanos, gatos o perros; desde allí, plantea situaciones reconocibles para muchos de los habitantes de Tucumán. Alejandro Nicolau acaba de inaugurar una muestra con todos sus trabajos del año en Pangea (Laprida 289), con la esperanza de establecer una comunicación distinta con su público.
“Dibujo desde pequeño, no puedo dejar de hacerlo y últimamente lo estoy haciendo todos los días al despertarme. Comunicarme desde las viñetas obliga a tener en cuenta el lenguaje, la composición y los lectores de la obra”, confiesa, en diálogo con LA GACETA.
- ¿Qué buscás al dibujar?
- Lo hago como un ejercicio que me permite trabajar la imaginación y la mirada del mundo que me presentan algunas preguntas. Con este arte busco tirar una piedrita al agua y ayudar a reflexionar sobre los temas que planteo y, si es posible, producir alegría. Mi idea es llegar a los medios, para potenciar esas reacciones.
- ¿De dónde viene el tema que abordás cada día?
- Surgen de la vida cotidiana: vivo en Tucumán y en la calle se presentan muchas postales. Es una síntesis del mundo y quiero que mi mensaje sea universal. En los trabajos se reflejan experiencias, noticias, comportamientos de mis animales, sueños que anoto, ideas que se presentan cada vez más por el ejercicio cotidiano del trabajo, que hace a la inspiración. A veces me queda corta la viñeta para desarrollar la idea y entonces cambio de formato: escribo un cuento, compongo una canción, pinto un cuadro, y así van apareciendo los frutos.
- ¿Qué implica comunicarse desde una viñeta?
- El lenguaje tiene que ser lo más claro y sencillo posible para que sea universal. El peso compositivo debe ser bien equilibrado para que la imagen no resulte muy enredada para el lector, que es quien reelabora la obra y repiensa las ideas y preguntas que se tiran. El arte es una construcción entre dos partes: el que hace la obra y quien la recibe.
- ¿El dibujo es tratado como un arte menor, un hijo no reconocido de la pintura?
- El dibujo, la historieta en mi caso, es otra forma de hacer arte. No pienso mucho si es un arte mayor o menor, lo que sí puedo decir es que el dibujo es la base de la pintura. La historieta es una combinación de palabras e imágenes que, al fin y al cabo, son la misma cosa.
- ¿Cómo se juega con el humor y la ironía en esta expresión plástica?
- Ambos son el resultado de un proceso creativo producto del trabajo, y lo primero que te tiene que pasar es que te haga reír a vos mismo, aunque se traten temas no muy alegres. Me conforma mucho también producir un goce estético en quien ve la obra. Lo lindo que tiene el papel en blanco es que cuando uno se enfrenta a esa nada, puede con la imaginación hacer lo que quiera: se puede hacer hablar a un gato, una achilata gigante, magia, hacer aparecer fantasmas, viajar en el tiempo. El artista es una especie de dios creador en la nada del soporte del blanco papel.
“Dibujo desde pequeño, no puedo dejar de hacerlo y últimamente lo estoy haciendo todos los días al despertarme. Comunicarme desde las viñetas obliga a tener en cuenta el lenguaje, la composición y los lectores de la obra”, confiesa, en diálogo con LA GACETA.
- ¿Qué buscás al dibujar?
- Lo hago como un ejercicio que me permite trabajar la imaginación y la mirada del mundo que me presentan algunas preguntas. Con este arte busco tirar una piedrita al agua y ayudar a reflexionar sobre los temas que planteo y, si es posible, producir alegría. Mi idea es llegar a los medios, para potenciar esas reacciones.
- ¿De dónde viene el tema que abordás cada día?
- Surgen de la vida cotidiana: vivo en Tucumán y en la calle se presentan muchas postales. Es una síntesis del mundo y quiero que mi mensaje sea universal. En los trabajos se reflejan experiencias, noticias, comportamientos de mis animales, sueños que anoto, ideas que se presentan cada vez más por el ejercicio cotidiano del trabajo, que hace a la inspiración. A veces me queda corta la viñeta para desarrollar la idea y entonces cambio de formato: escribo un cuento, compongo una canción, pinto un cuadro, y así van apareciendo los frutos.
- ¿Qué implica comunicarse desde una viñeta?
- El lenguaje tiene que ser lo más claro y sencillo posible para que sea universal. El peso compositivo debe ser bien equilibrado para que la imagen no resulte muy enredada para el lector, que es quien reelabora la obra y repiensa las ideas y preguntas que se tiran. El arte es una construcción entre dos partes: el que hace la obra y quien la recibe.
- ¿El dibujo es tratado como un arte menor, un hijo no reconocido de la pintura?
- El dibujo, la historieta en mi caso, es otra forma de hacer arte. No pienso mucho si es un arte mayor o menor, lo que sí puedo decir es que el dibujo es la base de la pintura. La historieta es una combinación de palabras e imágenes que, al fin y al cabo, son la misma cosa.
- ¿Cómo se juega con el humor y la ironía en esta expresión plástica?
- Ambos son el resultado de un proceso creativo producto del trabajo, y lo primero que te tiene que pasar es que te haga reír a vos mismo, aunque se traten temas no muy alegres. Me conforma mucho también producir un goce estético en quien ve la obra. Lo lindo que tiene el papel en blanco es que cuando uno se enfrenta a esa nada, puede con la imaginación hacer lo que quiera: se puede hacer hablar a un gato, una achilata gigante, magia, hacer aparecer fantasmas, viajar en el tiempo. El artista es una especie de dios creador en la nada del soporte del blanco papel.
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