"Para que quede muy claro: soy inocente. Además desde el principio mis abogados se encargaron de repetirlo desde el primer momento. Ni la Justicia ha tenido pruebas para incriminarme; ni siquiera los casi treinta testigos que pasaron por el juzgado dijeron algo desfavorable. Por donde me muevo la gente me saluda, me abraza y comparte mi dolor". Con estas palabras, el sacerdote Justo José Ilarraz, de 61 años, rompió su silencio luego de haber sido acusado del abuso de menores en Entre Ríos. El cura vive en Tucumán desde hace años y estuvo al frente de la parroquia de Monteros hasta que estalló el escándalo.
Ilarraz aceptó una entrevista con el diario Perfil, a quien le contestó vía mail. Según sus palabras, toda la causa en su contra, que se sigue en la Justicia de Entre Ríos, está armada. "Es tremendo lo que armaron estos tipos. Desde que el seminario era un campo de concentración, que comían comida en mal estado, que no tenían libertad, que había todo tipo de práctica personal y comunitaria de abusos repetidos y corrupción a cielo abierto. Es impensable que alguien pueda creer en algo de todo esto, y que haya habido tanta impunidad. Fui reconocido y apreciado por muchísimos seminaristas en los años vividos en el seminario como en los posteriores a mi partida del mismo. El perfil de un pedófilo, dice la ciencia, se lo reconoce en sus hechos y perdura en el tiempo. O sea, no se cura", aseguró.
Y cuando la periodista le preguntó que opinaba del abuso, no tuvo dudas: "Cualquier tipo de abuso es una aberración. Pero mucho más cuando hablamos de menores y más aún cuando nos referimos a un educador o a un religioso. Ninguno, en sus cabales normales, podrá decir una cosa contraria. Es un delito aberrante".
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