El peligroso hábito de correr picadas

09 Diciembre 2013
La rebeldía, la imprudencia, la irresponsabilidad, la indisciplina, el no medir los riesgos, no pensar que algo puede salir mal y el juego terminar, son características propias de los adolescentes. Es una etapa de la vida de las personas, en la que se está buscando un lugar en un grupo, en una comunidad, en una familia. Pero hay acciones o divertimentos temerarios que pueden conducir a tragedias. Ello sucede, por ejemplo, con las picadas, tanto de automóviles como de motocicletas.

En el suplemento “Nosotros lo hicimos” que publica los martes nuestro diario, a tres alumnas del Instituto Agrotécnico “20 de Junio, de Lules, les despertó la curiosidad periodística las picadas que realizan chicos de 15 y 16 años en las inmediaciones de la Quebrada. Estos se hacen la famosa “yuta” al colegio y en grupo se dirigen al lugar y despliegan su travesura desde la rotonda al final del camino. Cuando pasa el patrullero policial se esconden tras los árboles. Uno de los chicos entrevistados dijo que realiza picadas desde los 12 años (tiene 16). “Empecé porque lo vi hacer a otros y me gustó. Los jueves hay más movimiento. Además de correr aquí, en La Quebrada, lo hacemos cerca de la Papelera, en La Reducción y en el camino al cementerio”, contó, mientras que otro agregó que también hay “afters” en la Quebrada: “Cuando llega la Policía le pagamos y listo. Se llena de automóviles acá los sábados... siempre hay picadas en el horario de la mañana y sobre todo a la noche”. Un tercero comentó: “somos grupos de 15 o de 25 chicos y hacemos picadas. Pero ¡ojo!, no podés tomar nada, si no. no se vale. Después cargamos nafta y nos vamos a seguir en el parque 9 de Julio. Ahí los policías aparecen de las esquinas y nos encierran a todos juntos. Si no nos escapamos, nos quitan las motos”.

Una fuente policial dijo que la comisaría carece de personal suficiente y sólo cuenta un auto y dos motocicletas para hacer frente a la delincuencia y a los problemas de la comunidad; desmintió la existencia de “afters”, luego del cierre de los boliches.

En la ley nacional 24.449, que fue modificada en 2008, se indica que se reprimirá con prisión de seis meses a tres años, e inhabilitación especial para conducir por el doble del tiempo que dure la condena, a quienes pongan en riesgo la vida o integridad física de personas por realizar pruebas automovilísticas en la vía pública, sin autorización de autoridad competente. En contrapartida, en 2011, la Legislatura local sancionó una norma legalizando las picadas. Se prescribía que las medidas de seguridad y los parámetros bajo los cuales se desarrollarían estas carreras debían ser reglamentados por el Gobierno. El fundamento se apoyó en la necesidad de blanquear una actividad que sobrevive por inacción del Estado y que atentaba contra la seguridad vial. La norma fue vetada por el Ejecutivo.

Los padres, por cierto, tienen la mayor responsabilidad en estas travesuras que realizan sus hijos y que pueden terminar trágicamente, como ha sucedido ya en muchas oportunidades. Deberían tener un mayor seguimiento de lo que hacen sus chicos. Sería positivo que en las horas de tutoría de los colegios se conversaran estos asuntos con los estudiantes, de modo que tomen conciencia de que todo tiene un límite y cuando se lo sobrepasa se corre el riesgo de atentar no sólo contra la propia la vida, sino también con la de los otros.

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