Los rumores y la bronca, los protagonistas

Versiones de supuestos saqueos caldearon la jornada de ayer y mantuvieron en vilo a los vecinos de barrios del Gran San Miguel de Tucumán. Ciudadanos manifestaron su enojo con los policías que volvieron a las calles. En la Banda del Río Salí, hubo un abrazo simbólico alrededor de un supermercado atacado el martes. Video.

ABRAZO BANDEÑO. Vecinos de un supermercado saqueado ayudaron a limpiarlo y realizaron un abrazo al predio. LA GACETA / FOTO DE JUAN PABLO SÁNCHEZ NOLI ABRAZO BANDEÑO. Vecinos de un supermercado saqueado ayudaron a limpiarlo y realizaron un abrazo al predio. LA GACETA / FOTO DE JUAN PABLO SÁNCHEZ NOLI
12 Diciembre 2013
El miedo, la bronca, la incertidumbre y la solidaridad de los vecinos de la capital se mezclaron ayer con el humo negro de las barricadas. El clima social estuvo enrarecido por el temor que sembraron rumores de saqueos en negocios o en casas que habían sido atacadas o en las que hubo intentos de robo durante el martes.

En las primeras horas del día, cuando comenzaron a verse policías por las calles céntricas, hubo episodios que dieron cuenta del enojo con los agentes de la fuerza. Fuertes cruces, pintadas e insultos tuvieron como blanco a los uniformados. “Ustedes ya tienen armas, cuídense solos”. Esa fue la respuesta de una oficial de la Guardia Urbana a una mujer que le recriminó que estuviera usando su celular en vez de cumplir con su deber. La discusión entre los transeúntes y los uniformados ocurrió en Mendoza al 600. Las reprobaciones se multiplicaron de diversas maneras.

En la esquina de Chacabuco y Las Piedras, un comerciante escribió en un cartel: “en este comercio no se vende mercadería a personal policial” . Y en el barrio Jardín, se pintaron grafitis en los que se leía: “policías cagones (sic) nos dejaron solos”.

Como contracara, la unidad colmó las barriadas. Uno de los mayores símbolos de la unidad fue aportado por habitantes del municipio de la Banda del Río Salí. En grupos y con escobas, se acercaron a los comercios saqueados para colaborar con la limpieza, sobre todo, del supermercado Changomás. Los bandeños se habían convocado mediante las redes sociales y por mensajes de texto. Alrededor de las 16, comenzaron a congregarse en las puertas. No pudieron entrar porque, por los destrozos, no estaban dadas las condiciones de seguridad como para que lo hicieran. La gente decidió despejar las veredas de restos de mercadería que habían quedado sembrados. Luego, contuvieron a los empleados que lloraban sin consuelo y protagonizaron un abrazo simbólico.

En el predio de la cadena, Gendarmería había instalado su “búnker” operativo. Junto a agentes de la Regional Este, recorrieron las casas para promover la denuncia o la devolución voluntaria de bienes robados durante los saqueos.

Recuperaron de diversas casas del área desde gazebos y un aire acondicionado hasta inodoros y changuitos.

Barreras contra el temor

Las barricadas se mantuvieron en los barrios. Con palos y armas, los vecinos estuvieron alertas en las veredas durante toda la jornada. En una esquina de Villa Alem, un grupo de niños de entre 10 y 14 años custodiaba la cuadra a la par de sus padres, con palos. “Pasaban con armas y en moto. Nos dormimos a las 7 recién. Hoy fui a la escuela y éramos cuatro en el aula”, describió abriendo grande los ojos Sebastián, de 10 años. Luciano, de 14, recordó que cerca de allí habían intentado saquear un supermercado Luque: “ahí vamos a comprar nosotros ¡Se escuchaban tiros!”. ¿A qué les hizo acordar lo vivido? La respuesta fue unánime: a la serie de zombies “The Walking Dead”.

Por Independencia al 1.000, dos camionetas y motos de la Policía cumplían recorridos. “Estamos hablando con la gente. Diciéndoles que aquí estamos. Hay muchos rumores, sólo tuvimos que disipar peleas entre vecinos de distintos barrios. El 911 estuvo saturado de trabajo”, afirmó el oficial Juan Carlos Argañaraz, de ese servicio.

“¿Podés poner en LA GACETA que queremos un patrullero que se quede?”, preguntó Tomás, de 12 años, vecino del barrio Copiat II que estaba en un retén que los habitantes armaron para proteger un minimercado. Silvia Fadel, su dueña, reclamó vigilancia porque recibió amenazas de saqueo.

La violencia vivida en los últimos días también empujó a los habitantes a buscar las maneras de protegerse. En armerías del centro se vieron filas de personas que aguardaban para adquirir armas de fuego y municiones. “En los barrios que están alejados no hay policías. En la zona de Mate de Luna al 3.300 ya estamos haciendo de vuelta las barricadas porque no hay seguridad. Acabo de comprar un aire comprimido. No estoy de acuerdo con las armas pero llevo esto para asustar”, explicó Pablo Mitrovich.

“Necesito un arma para defenderme a mí y a toda mi familia. En General Paz y avenida Colón fue tremendo todo lo que pasó. La sociedad no se tendría que armar, pero estamos totalmente indefensos con esta Policía”, lamentó Víctor Ponce, vecino del barrio Floresta, otro de los compradores.

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